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La primera línea del Baix contra el coronavirus
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La primera línea del Baix contra el coronavirus

viernes 03 de abril de 2020, 17:27h

Entrevistamos a 6 profesionales de los sectores esenciales que no han dejado de trabajar para que la comarca siga funcionando: los verdaderos héroes del Baix.

Alicia Hernández, enfermera

Es enfermera en Brians y secretaria de Sanidad de CCOO en el Baix Llobregat. Pese a que en las cárceles la infección tiene, al menos de momento, una incidencia menor que en el exterior, Alicia Hernández reconoce que la situación comienza a ser “dura”. Sí que es cierto, apunta, que el hecho de que el coronavirus haya entrado más tarde en las prisiones les ha dado tiempo a elaborar protocolos y planes de contingencia, mediante rotaciones de personal que buscan evitar que se contagien todos a la vez. No obstante, los turnos pueden alargarse hasta 12 horas, explica, cosa que puede llevar a “cometer errores”, fatales no solo para los pacientes, sino también para los sanitarios. En esta línea, denuncia “falta de material” de protección y reconoce que, al menos los primeros días, se estuvo reutilizando, lo que incrementa el riesgo de contagio. Por todo ello, pide no tener que reciclar mascarillas, por el “riesgo biológico” que comporta para el profesional sanitario.

Roberto Jiménez, guardia urbano

Ricardo Jiménez es agente de la Guardia Urbana de L’Hospitalet y protagonizó una de esas historias de luz que surgen en momentos de penumbra. Durante la primera semana del confinamiento recibieron el aviso de una niña pequeña que presentaba síntomas del Covid-19. Los agentes se percataron que su madre, angustiada, no podía llamar al 061 al no tener saldo, por lo que un compañero suyo le cedió el móvil para que hablara con una doctora, que le recomendó llevar a la niña de urgencias a San Juan de Dios. Pero no había ambulancias y el coche patrulla no era sitio ideal, porque tendría que haber sido retirado el servicio para ser desinfectado, por precaución. “Lo primero que se me ocurrió fue darles 10 euros para un taxi”, explica a esta publicación Jiménez. De momento no ha tenido más noticias de la pequeña, aunque aprovecha su conversación con El Llobregat para hacer un llamamiento a la responsabilidad de los ciudadanos y que no salgan a la calle si no es preciso. “Nos asombra lo que estamos viendo”, lamenta.

Jesús Maroto, banco de Sangre

Con toda la alarma sanitaria generada por el coronavirus, los pacientes que están ingresados por otros motivos en los hospitales parecen haber quedado en un segundo plano. Pero las operaciones -al menos las más urgentes siguen adelante. Así como las transfusiones. Jesús Maroto es un vecino de L’Hospitalet que trabaja en el Banco de Sangre, la institución que garantiza que estos pacientes reciben las transfusiones necesarias. “Hay gente que está ingresada y la necesita diariamente”, recuerda Maroto, que sigue yendo a trabajar para garantizar el correcto funcionamiento del Banco de Sangre. En su caso, cruza Barcelona de punta a punta para cumplir con su tarea, que es encargarse del banco de cordón umbilical y donaciones de médula ósea. Por todo ello, Maroto pone de manifiesto la necesidad de ir a donar sangre -hay que pedir hora antes, no obstante, y no presentar síntomas del Covid-19- y de seguir con las indicaciones de las autoridades sanitarias para volver a la normalidad.

Cristina Espín, panadera

Cristina Espín tiene 26 años y es propietaria de las Pastisseries Llorenç, con tres establecimientos en Viladecans. Explica a El Llobregat que han de atender a la gente desde la calle, cogiendo los alimentos con pinzas y dando el cambio en bandejas, para reducir al máximo el contacto y frenar el contagio. Asegura que al principio del confinamiento algunos clientes no acababan de entender la gravedad del asunto, y que aún le pedían tomarse el café allí. Espín afirma que tienen la misma clientela y que el consumo de pan ha aumentado. No obstante, se muestra preocupada ante el devenir futuro. “Actualmente, sobrevivo de la venta de degustación y pastelería. Del pan no como”, explica. De hecho, reconoce que el cierre de la cafetería le ha provocado un descenso de los ingresos. “Estamos recaudando muy poco”, asegura esta empresaria, cuya empresa da trabajo a 14 trabajadores. “Al ser el pan un producto de primera necesidad, seguimos abiertos”, apunta la panadera.

José Sanjuan, conductor de bus

José Sanjuan es de Sant Vicenç y conductor de los autobuses de Soler i Sauret. Estos días ha sido una de las personas encargadas de llevar a los trabajadores que, como él, no pueden faltar a su puesto. José nos atiende desde casa, después de sentir algún síntoma de lo que parece un resfriado, por precaución. Durante unos días, por eso, fue de la comarca a Barcelona llevando pasajeros. Menos que de costumbre y con poco tráfico. “Imagínate todo este follón, pero además con tráfico intenso... ¡Ahora incluso echamos de menos las caravanas!”, bromea. Una pequeña licencia para hacer más llevaderos estos días de confinamiento y alarma. “Se nota miedo entre la gente, cuando alguien tose, por ejemplo”, explica Sanjuan. La empresa les ha facilitado guantes y mascarillas, y además ha cerrado la parte delantera de los autobuses para proteger al conductor. Los pasajeros entran por detrás y no se toca dinero, solo pican la tarjeta. Sanjuan destaca el buen ánimo de la plantilla y el civismo de los pasajeros.

Juan Serrano, estanquero

Juan Serrano es el propietario del estanco número cuatro de Sant Boi. Dice que empezó a sentir inquietud cuando se percató de que todos los establecimientos regentados por ciudadanos chinos cerraban, ante lo que se avecinaba, pocos días antes de decretarse el estado de alarma. “La gente lo tomó como una medida interna de ese sector sin darle mucha importancia, pero el viernes ante la sospecha de un cierre general, muchísima gente fue a comprar tabaco para pasar 15 y 20 días”, explica Serrano. Y es que las colas en los estancos de todo el país se hicieron virales. El estanquero afirma que se hizo con mascarillas FP2 y guantes de látex con previsión, además de haber creado gel desinfectante para los clientes. Serrano, no obstante, reclama más medidas de seguridad para las personas que trabajan de cara al público garantizando el funcionamiento de establecimientos básicos. “Se deberían facilitar las mínimas herramientas de trabajo de protección porque estamos en contacto con muchas personas diariamente”, apostilla.

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