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Autopista en soledad hacia el cielo
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Autopista en soledad hacia el cielo

viernes 01 de mayo de 2020, 08:00h
Los profesionales de geriatría reclaman un protocolo de actuación para futuras pandemias. Piden que siempre haya alguien que acompañe a los mayores durante sus últimos momentos. Las plantillas de residencias reivindican el trato excelente que se está dando a los abuelos.

No son los AC/DC pero tienen mucha de su fuerza, saben transmitir y hacen un trabajo exquisito, de calidad. Impagable. Son las enfermeras y las auxiliares de geriatría que atienden, con más corazón que medios, a nuestros mayores que luchan por sobrevivir a la pandemia en las residencias y que, en muchos casos, están mortalmente señalados por el Covid-19. Son ángeles, con mascarillas y Epi en lugar de alas, que se empeñan en que, durante su último viaje hacia el cielo, el otro lado, o, en definitiva, hacia la muerte transiten por una mullida autopista de atenciones y mimos. Pero, tristemente, los ancianos están dejando de respirar sin nadie a su lado que les agarre ni siquiera de la mano.

Al personal de geriatría les duele que sus abuelos, como les llaman, se les mueran solos porque su expiración coincide, por ejemplo. con el reparto de las cenas. Antes de la pandemia, los familiares estaban al lado de su ser querido, pero ahora no. Cuando saben que a uno de los enfermos de coronavirus le queda poco de vida, intentan acelerar sus tareas rutinarias para escaparse a la habitación del que se marcha y darle el último consuelo, cogiéndole la mano con sus guantes de látex.

“Trabajamos con devoción. Lloramos las muertes de los abuelos como si fueran nuestros familiares. Va a ser muy duro de superar”, coinciden varias auxiliares que han hablado con El Llobregat anónimamente porque hay un pacto de silencio en el sector. Pero han preferido que se sepa lo que pasa y dejar claro que nuestros mayores no se están muriendo dejados de la mano de Dios, sino atendidos con un cariño extremo hasta el final.
Sin embargo, hay cosas que no han funcionado bien. En muchas residencias públicas y concertadas de la comarca el personal tiene la sensación de que viaja a bordo una nave sin rumbo y sin un capitán firme al mando se va de proa a los acantilados. Las decisiones clave en las peores emergencias las han asumido las plantillas por falta de directrices de arriba,

Lo hecho, hecho está y “no vale lamentarse”, indican los profesionales consultados. A pesar de que la ausencia de órdenes claras o el fanatismo ideológico -como poner trabas a que la UME del ejército desinfectara algún equipamiento- se ha cobrado alguna muerte que “posiblemente podría haberse evitado con más organización y previsión”, aseguran. Y de menos postureo político. Por eso pide que para lo que queda de pandemia -y para futuros brotes- se elabore un protocolo de actuación que indique con precisión qué medidas debe tomar el personal para evitar contagios (sin que merme la calidad de la atención a las personas) y qué material de emergencia debe haber siempre en los geriátricos (como respiradores, ventiladores, más botellas de oxígeno y más saturadores). O algo tan simple y barato como más termómetros.

Se han dado situaciones tan rocambolescas como que en una misma planta coincidieran, en los cambios de turno, personas con guantes que habían tocado a enfermos de Covid-19 y otras sin guantes que al final acaban con las manos en los mismos pomos, que no se protegen ni desinfectans. O que el personal deje bolsos, móviles o tabaco en zonas sin aislar del todo, objetos que pueden facilitar la entrada y salida de virus.

Pero lo que reclaman con vehemencia es que “a partir de ya” se contrate en cada geriátrico al menos una persona por turno para que se dedique a algo tan simple, pero tan, tan humano, como darles la mano a los ancianos durante el traspaso. Para que no se vayan solos. Aunque lo que de verdad más desean, viendo algunas de las tropelías que se están tolerando e impulsando por la administración, es que se permita a los familiares estar presentes en los últimos instantes de vida de su ser querido protegidos con EPI “porque hay de sobra y si los puede llevar el personal y pueden estar a menos de un metro del abuelo, lo pueden hacer con muchos más motivos sus allegados”.

Porque saber que un padre o una madre se ha ido solo es muy doloroso de asumir. III

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