Agosto

Esto ya no es lo que era. No hace demasiados años que el mes de agosto transcurría de una forma insípida, con sus siestas inacabables, sus tertulias a la fresca, sus reencuentros familiares y se hablaba del calor de las mañanas y el bochorno de las tardes. Si las telarañas de mi atribulada memoria no se han enredado, aún me viene a la memoria la visión de una polvorienta avenida de Sant Ildefons - el asfalto no había llegado ni por asomo- con el solar que le servía de intersección con una proyectada prolongación de la calle de la Miranda repleto de autocares y un gentío que iba colocando maletas en los bajos, con la ilusión puesta en su regreso fugaz al pueblo para rememorar sus raíces, sus añoradas fiestas patronales, sus procesiones, sus capeas, sus pasodobles en las noches verbeneras en la plaza. Aquellos autocares hacían el recorrido a ciegas con las paradas previstas en cada pueblo con una duración larga y cansina. En los ya avanzados años sesenta del siglo pasado cuando todavía los “124”, los “127”, los “1400” de SEAT, eran una utopía inalcanzable y el “600” todo un lujo que no se podían permitir porque con penas y fatigas sin cuento, habían reunido el dinero necesario para la paga y señal de un piso de escasos sesenta metros cuadrados. Eran los tiempos de los “25 años” de la paz forzosa del franquismo.

Vuelvo a recurrir a mi atribulada memoria y el único agosto que recuerdo medianamente revuelto, fue el de 1959, que se puso en marcha el famoso Plan de Estabilización Económica. La autarquía gobernante había advertido al dictador que la economía se iba irremediablemente al carajo y Franco se vio obligado a ceder nombrando un gobierno de tecnócratas surgido de las filas del OPUS. Fue el llamado gobierno de los “lopeces”: Lopez de Letona, Lopez Rodo, Lopez Bravo que bajo la batuta del ministro de hacienda Navarro Rubio, encargaron al prestigioso catedrático de economía catalán Mas Sardà que en colaboración con su alumno aventajado Fabia Estapè, elaboraron un minucioso Plan de Estabilización Económica para evitar el desastre absoluto que amenazaba, sin posible remedio, el país. Los que ya peinamos las cuatro canas que nos quedan, aun recordamos aquellos bucólicos tarjetones que se colocaron en los escaparates de las tiendas con la leyenda “precios antes del primero de agosto”. Vivir para ver. Demos un salto en el tiempo y se nos murió el dictador en su cama rodeado del “equipo médico habitual”. Y en esto que llego la democracia y con ella la famosa transición. Tambien en esta época, agosto siguió con su placidez habitual tan sólo interrumpida por el “suquet de peix” de Pere Portabella que reunía a la flor y nata de políticos de rostros bronceados, con sus palmaditas hipócritas en la espalda, sus sonrisas de dentífrico Profiden, encantados de haberse conocido. Ignoro el porque de la desaparición de tan entrañable encuentro que se prolongo varios veranos. Hace cuatro años, agosto de 2016, la omnipresente Pilar Rahola intento rehacer tan loable costumbre sustituyendo el “suquet” por una paella en Cadaques donde reunía a gente que le bailaba el agua como Carles Puigdemont o el Major de los Mossos José Luis Trapero entre otros. En los postres el Molt Honorable se aferraba a la guitarra para cantar “l’Estaca”. Todo de un bucolismo absolutamente veraniego que rompía la monotonía estival.

Tan larga retahíla viene a cuento porque de pronto la placidez agosteña se ha evaporado como por encanto y de su languidez insipida hemos pasado a un sobresalto tras otro que nos hace olvidar el calor tradicional. A trompicones hemos llegada a este malhadado agosto de 2020 que de vivir Guillermo Sautier Casaseca se frotaría las manos por los culebrones gratuitos que le hubiera proporcionado, empezando por las andanzas amoroso-financieras del Rey Emérito que ya notaron su ausencia de la Zarzuela recién empezado el mes, pero esta historia seria mejor dejarla en manos de la inefable Corin Tellado de la que sin duda sacaria petroleo. Con el fondo trágico de una pandemia de origen desconocido que no ha dejado de crecer, han surgido otras tragicomedias como el rechazo infantil de acudir a la reunión de presidentes autonómicos de nuestro vicario Sr. Torra, como la caza sin cuartel que ha iniciado la extrema derecha – la derechona- de este país para cobrarse su presa mas codiciada el líder de Podemos y Vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias, aprovechando la traición de un pretendido abogado, un tal Calvente que, enfrentado al juez que le interpelaba, convirtió el interrogatorio en uno de los inolvidables “diálogos para besugos”. La víspera de la Virgen de agosto se produjo el drama del 2-8 de Lisboa y para la desesperación de los Culés el día 26 se recibía en las oficinas del Barça un burofax de su jugador mas icónico diciendo que se iba el día siguiente, olvidándose olímpicamente que debe pasar por caja para arreglar su finiquito. Pero este culebrón no ha hecho mas que empezar y tiene toda la pinta de muchos capítulos por escribir.

La ultima semana, cuando agosto ya daba sus ultimos estertores estalla el escandalo de la política catalana. La ANC por un lado, OMNIUM Cultural – un verso libre- , y para enredar el ovillo las luchas internas de PDCAT, Junts per CAT y PNC. La verdad, me veo incapaz de dilucidar quienes son los unos y los otros, a la única conclusión que llego es que toda la antigua Convergència hecha añicos como un espejo roto enfrentándose a su particular “mirall trencat”.

No hay que desesperar, ahora llega septiembre y la antigua sonrisa agosteña se convertirá en una inmensa nostálgica y trágica mueca.

Gonçal Évole