www.elllobregat.com
El show de este otoño
Ampliar

El show de este otoño

Por Gonçal Évole

viernes 09 de octubre de 2020, 09:57h
El año 2004 el Festival de Cannes otorgaba su máximo galardón, la Palma de Oro, a la película – documental “Fahrenheit 9/11” original de “l’enfant terrible” de Holliwood Michael Moore, una demoledora e implacable crítica de la sociedad americana, a la administración Bush y sus formas de proceder allende sus fronteras.

Ha transcurrido un tiempo que la visioné pero en mi ya frágil memoria quedó grabada para el recuerdo una escena impagable de cómo montan sus eventos importantes los responsables de una política despreciable. Corrían los tiempos de la maldita guerra de Irak, la de los “tres mosqueteros” de las Azores, la de “las armas de destrucción masiva” que jamás se encontraron y un largo etcétera de disparates que pretendían justificar la invasión. Vamos al grano de la escena en cuestión. El presidente Bush había viajado a Irak, para visitar las tropas allí desplazadas, coincidiendo con el cuarto jueves de noviembre en que los americanos celebran su “día de Acción de Gracias”. Con su eterna expresión bobalicona y vestido igual que los soldados, finge asistir a la gran comilona. Se ha preparado la escena sin que falte un detalle. Soldados sonrientes, cámaras de televisión, fotógrafos para inmortalizar el evento y, de pronto, aparecen unos cocineros con una gran bandeja en la que destaca un enorme pavo, tradicional de esta celebración. La soldadesca entra en un estado de euforia cercano al éxtasis. ¡Qué gran detalle! Cuando está todo bien filmado por las cámaras de televisión y las de los fotógrafos, en un santiamén desaparece el pavo y el espectador cree que es para trocearlo y repartirlo entre la tropa. El presidente y su séquito también han hecho un discreto “mutis entre las bambalinas” desapareciendo del escenario. Pero la “maldad” de Michael Moore va mucho más allá y cuela sus cámaras tras la parafernalia que se ha montado para descubrirnos que el pavo es de cartón y que la tropa en tan señalado día comerá el rancho de costumbre. Pero el efecto propagandístico que se perseguía ya está conseguido. Los americanos, creadores de la fantasía “holliwodiense”, son unos consumados maestros en recrear escenarios surrealistas de un efecto seguro.

He recordado esta película-documental y en particular el impactante sketch relatado, porque tengo la impresión, estrictamente personal, que estamos ante otro show, un montaje que no supera ni la más calenturienta mente de un guionista de Holliwood. Me refiero a la comedia que ha montado el actual presidente Donald Trump, simulando descaradamente haber sido contagiado por el COVID 19. Creo sinceramente que se han superado a sí mismos. Paremos atención a les secuencias absolutamente cinematográficas. El pasado sábado le vemos llegar en helicóptero al Hospital Militar y nos cuentan que su estado es de una gravedad severa, hasta el punto que en La Vanguardia del domingo, en su portada insertan la noticia de que Trump ingresó en el hospital con “constantes vitales preocupantes”. Y el mundo se estremeció, más aún cuando se está a menos de un mes de unas elecciones que pueden ser muy importantes para todos. No olvidemos que mentes preclaras vaticinan que “deberíamos votar todos” de cualquier nacionalidad. Pero esta es otra cuestión. Sigamos con la película. No habían transcurrido veinticuatro horas de su ingreso, cuando nos lo presentan como si tal cosa, sacando pecho, insinuando que le habían suministrado un cóctel de medicamentos y que “estaba hecho un chaval” como si se tratara de nuestro particular Martínez Soria. La secuencia de los nueve o diez médicos saliendo por la puerta principal del hospital, con sus batas blancas impolutas dirigiéndose a los micrófonos estratégicamente instalados , no tiene precio. Todos jóvenes, bien parecidos, lo que me lleva a sospechar que son actores escogidos, dando el “parte médico habitual” que todos recordamos, diciendo que el presidente estaba totalmente curado y que podía acabar tranquilamente su recuperación en la Casa Blanca. Vemos subir en el helicóptero por su propio pié a tan nefasto personaje, entra en la Casa Blanca y desde uno de sus balcones, saluda a sus fans y, en el colmo de una desfachatez desmesurada y ridícula, saluda militarmente. ¿Hay quién dé más? Querría imaginarme a “l’enfant terrible” de Holliwood, Michael Moore contemplando la escena y pensando que la realidad ha superado una vez más a su desbordada imaginación para ridiculizar una sociedad, está sí, realmente enferma en sus delirios. Una burla grotesca, deshumanizada, a todos los que han sufrido en sus carnes los estragos de esta enfermedad cruel y despiadada y que son miles los que han salido de los hospitales envueltos en un plástico o una sábana.

Lo peor del caso es que, antes de un mes volverán -mejor dicho, “volveremos”- a votarle y así nos aseguraremos cuatro años más de esta tragicomedia, protagonizada por un “showman” impagable.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios