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Las habilidades sociales en niños con TEA

Por José Luis Morales - HTTP://AUTISMO.ONLINE

viernes 04 de diciembre de 2020, 09:25h
Entre las principales alteraciones que encontramos en las personas con Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) están los denominados déficits persistentes en la comunicación social y la interacción social, así como en la gestión y manejo de las relaciones sociales.

Las personas afectadas por trastornos autistas no siempre pueden captar los matices de las reglas sociales. Con esto, nos referimos a la falta de habilidades para relacionarse de manera satisfactoria con otras personas, y que puede acabar afectando a la capacidad de disfrutar de la compañía de otras personas, tener experiencias positivas y generar relaciones satisfactorias mutuas.

Pero esto no es tan sencillo. Lo que consideramos adecuado en nuestra cultura, puede no serlo en otra, por lo que es necesario que seamos capaces de adaptarnos a cada contexto y a cada persona. Puede parecernos normal dar dos besos al saludar a alguien, sin embargo, ¿qué ocurriría si hiciésemos esto mismo en Japón o China, por ejemplo? Claramente, cuanta mayor habilidad de adaptación a cada contexto tengamos, más capaces seremos de crear relaciones sociales satisfactorias.

En los niños con desarrollo típico, el aprendizaje social se inicia desde la primera infancia, y es progresivo y acumulativo. Los niños muestran un interés natural por saber cómo funciona el mundo social. Ponen en ello toda su atención, y aprenden a través de la experiencia.

Sin embargo, en los niños afectados por TEA, su motivación se centra más en conocer cómo funcionan los objetos. Esto, para ellos, es mucho más fácil de comprender, anticipar y controlar. A medida que crecen, estos pequeños se van volviendo cada vez más expertos en los mecanismos del mundo de los objetos físicos, y no tanto en el mundo de las relaciones sociales.

Además, frecuentemente los niños y niñas con TEA, cuando se relacionan con los demás, muestran conductas sociales que no son las que podríamos esperar. Por ejemplo, una conducta que puede parecer poco empática o incluso antipática, pero que realmente no se debe a una falta de sensibilidad, sino a un déficit de comprensión social.

El grado de afectación, y la manera de presentación de los síntomas, es muy diferente en cada caso. Identificar qué áreas del neurodesarrollo de los niños y niñas con autismo pueden estar relacionadas con estos déficits, es el primer paso para buscar intervenciones dirigidas específicamente a mejorarlos. III

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