La esperada conexión entre la A-2 y la AP-7 se estrena con el fin del peaje de Martorell

Seguramente, nunca un ramal de autopista de solo 2,4 kilómetros costó tanto de construir. Se trata de la ansiada conexión entre las autopsitas A-2 y AP-7 (B30) entre Castellbisbal y Sant Andreu de la Barca. Han sido necesarios 14 años de obras, dos eternos parones de los trabajos y un sobrecoste de 28,2 millones de euros (los 46,4 millones de euros presupuestados inicialmente han acabado convertidos en 74,6 millones). Pero la cuenta atrás llegó a su fin. Este miércoles, día 1 de septiembre, el vial se abrirá al tráfico coincidiendo con el también esperado fin del histórico peaje de Martorell.

La elección de la fecha de apertura del enlace –haciéndola coincidir en la gratuidad de la autopista AP-7, ha levantado ciertas suspicacias, ya que el vial está completamente acabado desde antes del verano. De hecho, la señalización del enlace lleva meses colocada en ambas autopistas y se había anunciado que el tramo se abriría a la circulación a lo largo del mes de septiembre, pero no el mismo día 1. Se espera que la inauguración oficial corra a cargo de la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, que estará flanqueada por varios alcaldes y concejales del territorio.

El viaducto, de una enorme complejidad técnica por su forma de trompeta y por las diferentes rasantes de ambas autopistas, ahorrará a los conductores hasta 12 kilómetros de desesperantes rodeos por carreteras comarcales alternativas, bien por Molins de Rei y Pallejà, o por Sant Andreu de la Barca, Castellbisbal y Sant Cugat. Para calibrar la importancia de la obra solo hay que recordar que está previsto que utilicen diariamente el enlace 40.000 de los 200.000 vehículos que circulan actualmente por la zona. Es decir, uno de cada cinco.

Revulsivo para la economía

El estreno de la infraestructura será recibido por los municipios contiguos –Castellbisbal y Sant Andreu de la Barca principalmente- como agua de mayo porque puede ser un revulsivo que impulse la economía, y en especial, la industria de la zona, ya que facilita la rutas hacia el aeropuerto de El Prat y la frontera con Francia. Además, todo apunta a que el uso del enlace reducirá de una forma importante el tráfico por el interior de los cascos urbanos.