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La agricultura del Baix Llobregat (Vol. 4)

sábado 08 de enero de 2022, 09:04h

Nueva serie de entrevistas realizadas por Lluís Mª Estruch, donde los payeses del Baix nos hablan de sus problemas y propuestas de futuro. Los payeses expresan su visión sobre los productos que cultivan y cómo las personas acogen estos alimentos

Josep Viscarri Ugas: monocultivo

Josep Viscarri nació en Sant Boi hace 60 años, aunque sus abuelos vinieron de Torrelles; está casado y tiene dos hijos que le ayudan ocasionalmente, pero que no quieren seguir con sus 7 hectáreas arrendadas y sus tres trabajadores. Él estudio la FP2 mecánica en Viladecans y vivió muchos años en la casa de “Cal misaire”, dentro del hoy “Parc Agrari” de Sant Boi. Desde los 18 años cotiza como autónomo, algo nada frecuente en la actualidad. Sin embargo, tiene otra particularidad aún más notable. Que no es haber hecho la “mili” en el cuartel de Sta. Eulalia de Sant Boi, más o menos “enchufado” como tantos voluntarios “payeses” de su quinta (la hizo en Segovia, pura anécdota personal). No, lo que le hace entre sus colegas único, es que solo cultiva acelgas. Un monocultivo que hace años intentó también una gran compañía rival y se arruinó. Josep sigue solo, asegurando a todos sus clientes de “Mercabarna” un suministro diario de acelgas que entrega en su propio camión. A él personalmente no le gustan las acelgas, una hortaliza de gran consumo antaño y que tiene muchas cualidades salutíferas: colesterol, hipertensión, calcio, potasio, protección cardiovascular, ideal para dietas de adelgazamiento.
Los que conocen a Josep, le alaban su laboriosidad y formalidad. Sus cultivos en rotación, en forma de cuadrículas, le permiten un cultivo intensivo que interrumpe en verano, un par de meses, poniendo la tierra en barbecho y aprovechando la pausa para su abonado.
Hace años compró, sin ayudas, un camión y un tractor; nunca ha recibido una subvención. Pasa las inspecciones del DUM-DAN y la ADU obligada, a partir de 2 hectáreas, cada semana. En sus terrenos por suerte, no roban, ni pasan los jabalíes y no están afectados por las ZEPAS.
Su enemigo es la oruga verde. Por lo demás la acelga es un cultivo con pocos problemas, salvo cuando una Planta vecina de “compost”, aventa sus polvos y malos olores sobre él y sus acelgas. Al entrar en la “masía de Cal misaire”, bien restaurada por su dueño un arquitecto fallecido, recuerda que su abuelo paterno vivió allí 80 años.
Su apuesta en exclusiva por la acelga se mantendrá, aunque constata que desde hace 3 años los precios en “Mercabarna” están bajos.
Ante los nuevos cultivos alternativos, sean condimen
tos o cáñamo, se mantiene expectante sin desdeñarlos, como tantos otros. Hace años los frutales fueron cediendo a favor de la alcachofa, en Lérida lo hacían mejor. ¿Quién sabe, en cinco años, que se cultivará en los restos de “Parc Agrari” tras la creación de las ZEPAS?
Ahora los retos agrarios del “Parc Agrari” son tan importantes, que saber afrontarlos o no, será pronto decisivo y comprobable. Burocracias y reglamentos aparte. III

Mady Keita: el sustituto

Keita, como todo el mundo le llama, tiene 38 años; emparejado con 3 hijas, vive en Sants, es de Kita en Malí y de la etnia mandinga (ahora tierras en guerra).
Hace años se instaló en París y tras un año en la ciudad, inició un viaje a la inversa de muchos africanos; de París a Almería, donde trabajó en los invernaderos y aprendió la moderna hortofruticultura que allí se practica. Tras un intenso semestre, le recomendaron irse a Cataluña, al Maresme, donde trabajó con la flor y el fresón. Tras escala en Mataró, recaló tres años en los mataderos de Girona, y tras este período se instaló en Barcelona. Y de allí, con ayudas de la UP (está afiliado) y del Sr. Parés, consiguió 4 hectáreas de tierras arrendadas en Sant Boi y Sant Feliu, donde lleva 12 años.
A Keita le gusta la tierra, a la que se dedicó siempre su extensa familia, y también el comercio de menudeo, en una tienda en la Torrasa y en su parada de Sant Feliu. A él le tienta conseguir una tienda en Vallcarca, donde estima más ventas que en la actual.
Su clientela es de Sant Boi, Sant Feliu, Barcelona; y muchos reciben una cesta de productos de temporada semanalmente. Rehúye Mercabarna por sus precios bajistas. Practica el cultivo integrado con poca agroquímica.
Tiene 2 empleados, un viejo tractor y una camioneta nueva. Ha sido el primero en introducir la preciada berenjena asiática y tipos de pimientos y guindillas africanas, ha probado con la yuca y mandioca, pero no han cuajado en los suelos del Parc Agrari.
El terreno recuperado de Sant Feliu es el que menos rinde y el que más dificultades genera, hay escasez de agua, fruto de la inhibición del Canal de la Infanta en los turnos. Y su buena situación no oculta el intrusismo de los llamados “hortelanos”, o la de una colonia de gatos.
Aun así Keita, que confiesa que vive al día y come de lo que vende, tampoco tiene reservas ni ahorros; y a veces alude a la protección del Sr. Parés en ocasiones señaladas. Hace unos meses, en su terreno de Sant Boi, se le produjo un profundo socavón, que ha debido cubrir sin ninguna ayuda ni previo estudio.
Tiene capacidad de adaptación y fuerza, y ya al final reconoce que si encontrara una empresa con un buen contrato, aceptaría un nuevo cambio.
Mady Keita es un ejemplo de posibles sustitutos para la difícil situación en el “Parc Agrari” de minifundios sin relevo generacional y con escasos neorurales interesados en el tema.
Como hombre prudente que Keita es, lleva 5 años sin visitar Malí; evitamos preguntarle sobre el cultivo del cáñamo legal y las zonas ZEPAS. Son temas conflictivos y para muchos reservados. III

Teresa Vendrell Viñas: ¿estás segura?

Hace cinco años, su madre se lo pregunto varias veces al abandonar su trabajo en ventas; para retomar, en exclusiva, la continuidad de las 5 hectáreas que sus padres habían conseguido en Begues, ahorrando en sus trabajos de obrera y camionero en una plantación de cerezos con 15 variedades de esta fruta delicada.
Teresa aceptó el reto, porque ya desde los 10 años sentía la llamada de la tierra, ayudando a sus padres en los cerezos. Hoy casada y con dos hijas, recibe una llamada de las niñas, cuando me muestra las vallas anti-jabalíes que ha debido costearse sin ayudas. Más allá, la línea eléctrica MAT desviada a los bosques, gracias a la negociación de la UP, a la que pertenece junto a otras asociadas de “Dones del món rural”. No condena las renovables, aunque tiene reservas en zonas cultivables.
Su producción se orienta a la autoventa con sello de “proximidad” para una fiel clientela de zona. De tener sobrantes, mejor mermeladas que “Mercabarna”.
Teresa, mientras prepara un buen membrillo, sostiene que con su actividad se puede mejorar un salario por cuenta ajena, y con el estímulo de ser independiente y afrontar los éxitos y fracasos sin intromisiones ajenas. Y en esto destaca ahora la mayor iniciativa de la mujer payesa, al cotizar como autónoma y no ser la gran sacrificada en la economía agraria. Tal vez Teresa no sea exactamente una “neo-rural”, pero ha optado libremente a esta forma de vida exigente pero satisfactoria, pudiendo comparar con sus estudios de “marketing”, el antiguo trabajo dependiente con el que desempeña actualmente. La cereza me explica tiene una vida breve y alcanza en 4 o 5 días su punto óptimo, su gran enemigo es la mosca “Suzuki” que chupa el jugo, sin marca.
Hay plagas y aves que dificultan sus cosechas, por ello es partidaria del control cinegético que en Begues es muy necesario. No tienen deudas, subvenciones y créditos, aunque reconoce un capital inicial familiar para tractores, aperos y la propia casa, donde nos reunimos. Conocen la cereza chilena, un mal competidor en calidad, y han visitado el Valle del Jerte, donde no han visto grandes innovaciones, aunque admiran la gran cooperativa que ayuda a los cultivadores del Jerte a comercializar mejor su cereza. Surge el tema del agroturismo, que ve factible, y pone como ejemplo “El Corral de can Romagosa”. Un rebaño municipal ayuda a mantener los bosques de Begues y, de este, aprovechan su estiércol para realizar un abonado orgánico de sus cerezos.
En sus campos también hay melocotón de viña, ciruelos y huerta, diversificando un tanto el casi monocultivo de la cereza.
Las alturas del Baix Llobregat tienen cerezales de antiguo -Begues, Torrelles y Sant Climent-, y aunque existen iniciativas para potenciar la producción y atraer al público urbanita, no alcanzan estas; las dimensiones del Japón donde millones de japoneses se trasladan en la fiesta del “Hamani” a mirar la primera floración del cerezo, dado que este hecho tiene para ellos un significado profundo: la “Sakura”. Son paseos, comidas, poesías, y el recordar que la flor del cerezo es el símbolo nacional japonés. También en Irán la fiesta del año nuevo persa “Noruz”, va ligada a la floración del cerezo.
Con gente como Teresa Vendrell, de 38 años, tal vez sea posible esperar iniciativas de este tipo de turismo rural u otras que resalten el valor de nuestra cereza comarcal.
Hoy por hoy un producto exquisito para paladares exigentes, pero con producción reducida. Al despedirme un grupo de escolares de visita irrumpe por un camino rural. III

Marti Sucarrats Miró: viñas fronterizas

Martí, a sus 48 años, es de los pocos viticultores con arraigo que nos quedan en la comarca. Sus vinos de “Cal Garrigosa” (100 años) de Abrera han seguido teniendo venta a pesar de los pesares del COVID. Nuestro viticultor es el mayor de tres hermanos de una familia que ejerce la autoventa de su vino y productos agrarios en su propia casa. Hizo estudios de FP2 de viticultura en Espiells y, con ideas de modernizar la producción, adquirió hace 28 años 7 tinas de diferentes tamaños en acero inoxidable, con una capacidad máxima de 50.000 litros (aunque la capacidad normal está sobre los 30.000 litros por cosecha). Haciéndolo así, asegura la buena fermentación y asepsia del proceso. Todo esto le fideliza a una clientela local y comarcana que adquiere su buen vino de 12-13º grados propio de sus cepas de “xarelo”, “macabeo”, “garnacha blanca” y “merlot”, que tiene en sus 9 hectáreas de viñas de propiedad, en secano y en desnivel, con terrenos arcillosos.
Sucarrats ha sido durante 8 años coordinador comarcal de “Unió Pagesos”. Aunque los intentos de Martorell de crear la sub-comarca del “Montserratí” no los ve con malos ojo; recordemos que los franceses en 1810 crearon el Dpto. de Montserrat, es un tema antiguo que a nivel agrícola se entiende más aún.
Como viticultor admira a Francia y su dominio de las técnicas agrarias, especialmente en la zona de Burdeos y Borgoña; le queda visitar la Champaña. Otro país donde aprecia la buena comercialización de los productos agrarios es Italia. De ambos países podemos aprender en su opinión. En su trayectoria limpia de créditos y deudas, solo ha habido una subvención del INCAVI para instalar los depósitos de acero inoxidable.
El cultivo de la viña exige estar atento a la poda y al sulfatado; en sus viñas no aplica normas biodinámicas y ecológicas, sino las técnicas tradicionales más probadas.
Aunque cumple con todas las reglamentaciones del DUN-DAM-ITEAF, también recibe las inspecciones del INCAVI (4-5 visitas/año) y sanitarias. Su producción esta bien controlada; pero los subproductos de sarmientos, lías y orujos están mal pagados.
Sus enemigos son los jabalíes, los conejos y las torcaces muy abundantes en los últimos años en su zona.
Martí tiene un hermano, Josep Sucarrats, periodista de “La cuina”, que recibió uno de los premios “El Llobregat” en 2018 por su labor de difusión gastronómica. Ahora, el hermano mayor, considera al “Enoturismo” como una fuente posible de nuevos ingresos.
A la pregunta sobre el futuro de nuestro vino, coincide con sus colegas del sector:
1- La cerveza ha desplazado al vino en el gusto general y en especial entre los jóvenes.
2- Puede existir un vino barato y de baja graduación del tipo “lambrusco” italiano, y un vino y cavas de más precio y graduación para un público más exigente en sus gustos y posibilidades económicas.
Sin embargo, queda claro que los grandes porrones de los que se podía beber gratis -si uno los levantaba a pulso- sitos en los bares y fondas de carretera, también en Abrera, no volverán a verse.
Las viñas al norte de la comarca siguen resistiendo en Abrera y Sant Esteve; zonas donde por mucho tiempo, eran un cultivo frecuente.
Martí Sucarrats Miró es un resistente de los dos que quedan en Abrera. Salud.

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