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La Colonia Güell, un laboratorio de pruebas para la Sagrada Familia
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La Colonia Güell, un laboratorio de pruebas para la Sagrada Familia

José Barbero Sáez

domingo 09 de enero de 2022, 09:43h
En la construcción de la cripta Gaudí puso a prueba nuevas técnicas arquitectónicas que después aplicaría en sus edificios más emblemáticos. La entidad pública propietaria del templo apuesta por el turismo local debido a la caída de visitantes extranjeros por la pandemia.

Hace más de 100 años se creía que la civilización se erigía sobre tres pilares fundamentales: la educación, la religión y el trabajo. En el caso de la Colonia Güell encontramos, formando un triángulo sobre el mapa, la fábrica, que simboliza el trabajo, la escuela, que hace referencia a la educación, y la iglesia, que representa la religión. Esta es una de las curiosidades que escondió Gaudí al diseñarla”, señala Jordi, guía de la Oficina de Turismo y vecino de esta famosa colonia situada en Santa Coloma de Cervellò. Y es que este lugar no solo sirvió de laboratorio de pruebas para el arquitecto Antoni Gaudí, sino que también fue concebido como un experimento social de Eusebi Güell, empresario textil catalán, para sortear el clima de conflictividad sindical existente en Barcelona a finales del siglo XIX.

Del Vapor Vell a la Colonia Güell

Joan Güell, padre del fundador de la colonia, se inició en la industria textil con la apertura de una fábrica de pana y terciopelo en el barrio de Sants conocida como el Vapor Vell. Al lado de esta construyó edificios de viviendas para dar alojamiento a sus trabajadores y asegurarse así el control casi completo de sus vidas. “Ese fue el principio del fin del Vapor Vell”, sentencia el guía.

Las condiciones de vida de los empleados, con jornadas de 16 horas diarias, junto con un descanso insuficiente debido a que el ruido de la fábrica, al estar muy cerca de las viviendas, se colaba en sus pisos, y la conflictividad laboral que se respiraba en Barcelona provocaron un estallido de la tensión entre el patrón y sus trabajadores que llevó a la familia Güell a trasladarse temporalmente a la Masía de Can Soler, en Santa Coloma de Cervellò, que sería el germen de la futura Colonia Güell.

En 1890, tras la muerte de Joan Güell, su hijo y heredero, Eusebi, decidió poner fin a los problemas sindicales en la empresa cerrando la fábrica de Sants para probar suerte en los terrenos de la Masía de Can Soler. Allí instaló la nueva factoría y llevó a cabo un experimento con el fin de alejar a los trabajadores del movimiento obrero de Barcelona: construir casas, comercios y servicios alrededor de su puesto de trabajo para que no tuviesen que desplazarse a la gran ciudad. De esta forma, el patrón se convertía en una especie de padre para sus empleados.

Esta idea resultó ser muy fructífera para el empresario catalán. Con la concentración de los trabajadores alrededor de unos servicios ofrecidos por el propio patrón – el bar, el teatro, el mercado, etc. – no solo se evitaba su relación con el sindicalismo externo, sino que parte del sueldo que les pagaba volvía a manos de Eusebi Güell a través del gasto que los vecinos de la colonia hacían en los establecimientos, que también eran propiedad del empresario.

Un ensayo antes de construir la Sagrada Familia

Eusebi Güell no fue el único que utilizó como experimento la colonia. Su amigo Antoni Gaudí vio en el poblado un laboratorio de pruebas donde desarrollar técnicas que después podría emplear en la que sería su gran obra: la Sagrada Familia.

La libertad económica y de tiempo que le dio el empresario catalán para construir la iglesia de la colonia le permitió poner a prueba su idea de diseñar un templo religioso como si fuese una obra hecha por el mismísimo Dios. Quería basarse en la fuerza de la gravedad para crear edificios que se aguantasen gracias a su propio peso, en lugar de los tradicionales contrafuertes. Para eso creó una figura que posteriormente veríamos repetida en todas sus obras: el paraboloide hiperbólico, que permitía construir estructuras que aguantasen mucho peso utilizando solo unas pocas columnas.

Uno de los objetivos de Gaudí era homenajear al entorno en el que se edificó esta cripta, por lo que decidió construirla usando materiales que camuflasen el edificio y cuyos colores recordasen a aquellos presentes en la naturaleza. Además, incluyó pequeños guiños, como los vitrales en forma de piña, por los pinos que la rodeaban, o los ventanales exteriores con forma de gota, representando la lluvia.

El proyecto de Gaudí consistía en un templo de dos plantas. El piso más bajo tenía que albergar la cripta que hoy conocemos, destinada a las liturgias de los trabajadores, mientras que el de arriba, mucho más luminosos y ambicioso, sería el lugar en el que los miembros de la familia Güell celebrarías sus misas, bodas y bautizos. Pero la tardanza para iniciar su construcción – el arquitecto invirtió diez años únicamente en diseñar el proyecto – y las constantes derramas económicas para subvencionar la construcción desembocaron en una ruptura de la relación entre Gaudí y la familia Güell una vez que los herederos del empresario, Santiago y Claudi Güell, se hicieron con el control de la fábrica.

Gaudí solo llegó a construir la planta inferior, la cripta que hoy conocemos, que actualmente está en manos del Consorcio de la Colonia Güell, una entidad pública formada por el INCASOL, el Consejo Comarcal del Baix Llobregat y la Diputación de Barcelona, propietarios del templo. También participa el Ayuntamiento de Santa Coloma de Cervellò.

El patrimonio cultural de la cripta de Gaudí
La cripta, igual que el resto de la colonia, ha pasado por diversas manos a lo largo de su existencia. Durante la Guerra Civil, los anarquistas colectivizaron la fábrica y la utilizaron para tejer uniformes para el ejército republicano. Tras la contienda, las instalaciones volvieron a manos de los Güell, que en 1943 la vendieron a la familia Bertrand y Serra. Pero en 1973, con la crisis industrial, los nuevos propietarios cerraron la fábrica y pusieron todo a la venta. Por primera vez, los trabajadores pudieron ser dueños de la casa en la que vivían.

“Desde el 1973 hasta principios de los 90, cuando se creó nuestro consorcio, la parroquia se encargó del mantenimiento y conservación de la cripta. El cura era quién enseñaba la iglesia a los pocos turistas que venían”, explica Andrés Andrés Jara, responsable técnico del Consorcio de la Colonia Güell.

La entidad realizó una fuerte inversión en 2002 para mejorar el acceso al templo y poder abrirlo para su uso. “Firmamos un convenio con la Iglesia Católica mediante el cual se permite la celebración de actos litúrgicos, pero siempre fuera de los horarios de su uso prioritario, que es el de las visitas culturales y turísticas”, señala Andrés Andrés.

Como patrimonio de la UNESCO, los símbolos del Modernismo presentes en la cripta de Gaudí, junto con el resto de la Colonia Güell, deben ser difundidos. En esta tarea trabajan desde el consorcio, tal y como explica el responsable técnico de la entidad: “El poblado es un lugar idílico, muy tranquilo. Por eso queremos fomentar un turismo responsable que no masifique y que no moleste a los vecinos que viven aquí”.

Pero la Covid-19 también ha afectado al turismo de la colonia. En 2019 consiguió su récord de visitantes, con casi 93.000. El año siguiente, cuando estalló la pandemia, la cifra bajó hasta los 23.000. El principal motivo fue la pérdida del turismo extranjero, que antes del estado de alarma suponía el 56% de las visitas.

El futuro de la Colonia Güell

La incertidumbre que continúa generando la pandemia, especialmente en el caso del turismo extranjero, ha llevado a la entidad propietaria de la cripta a replantearse su estrategia. “Queremos reorientarnos, con ayuda del Consorcio de Turismo del Baix Llobregat, a una población más local”, señala Andrés Andrés, quien también nos recuerda que este cambio de rumbo puede funcionarles, ya que la comarca del Baix Llobregat cuenta con casi un millón de habitantes y potenciales visitantes de la colonia.

Desde el consorcio han aprobado un plan de inversiones para llevar a cabo reformas en el recinto de la cripta con el fin de mejorar la estructura y adaptarla a los planes que tenía en mente su creador. “Queremos mejorar la integración de la cripta con su entorno, ya que Gaudí la diseñó usando esos materiales y colores con esa finalidad”, recuerda el responsable técnico del consorcio.

Pasear por la Colonia Güell nos hace olvidar por un momento que vivimos en el 2021 para dejar volar la imaginación y sentirnos como si hubiésemos viajado cien años atrás. Aunque, para todos aquellos que quieran realizar este viaje de una forma más vivida, tienen una oportunidad para hacerlo, porque cada año, la Asociación Modernista recrea durante un fin de semana cómo era la vida de los trabajadores de la fábrica. Los vecinos se visten con ropa de principios del siglo XX y escenifican diferentes actividades de la vida cotidiana en la colonia ¡Incluso algunos simulan ser los mismísimos Eusebi Güell y Antoni Gaudí visitando la cripta! De este modo, el tercer fin de semana de cada octubre, se reaviva la curiosidad por una de las joyas escondidas en el Baix Llobregat: la Colonia Güell.

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