Internet ya está totalmente extendida entre nuestros menores, y se debe enseñar a utilizarla, ya que todo depende del uso que se haga de las nuevas tecnologías.
Dicho estudio concluye que las familias con ingresos más bajos utilizan menos la red, y esto les resta oportunidades en un mundo interconectado, donde la economía y la educación es digital. Hay un crecimiento sostenido en el uso del móvil, internet y los ordenadores, pero es diferente entre las chicas, que tienen más móviles que los chicos. Quizás por una cuestión de tranquilidad para los padres de las chicas, por el hecho de que dispongan de dicho dispositivo.
Resulta fundamental que nadie se quede atrás en el acceso, pero se debe profundizar en cómo se utilizan las nuevas tecnologías. A los padres nadie les ha enseñado a gestionar el uso de las pantallas por parte de sus hijos, y se debería proporcionar la formación sobre esas herramientas para enseñar a educar en su uso.
Así, la educación de los padres es uno de los grandes retos que están afrontando las sociedades más digitalizadas. Hay cuestiones relacionadas con la socialización de los niños en las redes, quienes desarrollan unas conductas artificiales para encontrar la aprobación por parte de dichas redes. No existe una educación digital para los niños.
Se debe reflexionar a nivel de país para considerar qué es lo apropiado en dicho entorno, para bloquear amenazas y establecer herramientas de seguridad. En definitiva, desarrollar medidas de concienciación sobre cómo podemos ayudar a limitar el acceso a determinados espacios a nuestros hijos, ya que el uso de las redes estamos acostumbrados a que sea completamente abierto, y quizá hay que crear espacios más cerrados.
Existe toda una industria que pretende demostrar que cuanto antes se acostumbre a los niños al uso de las pantallas, serán más listos, y teorías que intentan rebatir esas afirmaciones. Esta por descubrir qué consecuencias tendrán en el cerebro de los niños en desarrollo, esas olas de digitalización tan tempranas.
Resulta paradójico que los hijos de directivos de las compañías más tecnológicas van a colegios donde no tienen pantallas y los alejan de la tecnología, para desarrollar otras habilidades que no necesariamente tienen que ver con el uso de la misma, como la convivencia, la sociabilidad, la creatividad y las relaciones. Se debe entender para qué sirven las nuevas tecnologías, estudiar los beneficios del uso de pantallas, y tras ello adoptar decisiones basadas en datos.
Por otra parte, la frustración es algo que hay que enseñar a sobrellevar, estamos en una dinámica hiperconsumista en la que tenemos lo que queremos, evitamos los conflictos, y existe poca tolerancia a la frustración. Este es el tipo de habilidades en el que hay que educar a las nuevas generaciones, para enseñarles a sobrellevar los momentos de la vida de forma adecuada.
Necesitamos que toda la sociedad se involucre en nuestra digitalización para que primero sea humanista, es decir, que esté centrada en las personas, y que seamos capaces de reaccionar ante los riesgos y retos como la exposición de los menores al uso excesivo de las pantallas.
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