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El Papa en la prisión

Por Mossèn Xavier Sobrevía
miércoles 23 de julio de 2014, 13:48h
Es poco conocido que Benedicto XVI, el domingo 18 de diciembre, entró en la cárcel de Rebbbia en Roma. Se reunió con los presos en la capilla, rezó, les habló y respondió a sus preguntas.

Siguiendo la senda iniciada por el Papa Juan XXIII, que se “escapó” por sorpresa del Vaticano, en una acción inimaginable hace más de 60 años, y se fue a visitar a los encarcelados en la prisión del Trastevere en Roma, los siguientes papas siempre han visitado a los presos. Podemos recordar, especialmente, el encuentro de Juan Pablo II con el pistolero turco que le intentó asesinar, Ali Agca.

El Papa actual, en esta ocasión, dijo que “allí donde hay un hambriento, un extranjero, un enfermo o un preso, allí está Cristo”, y recordó cómo el “Hijo de Dios también vivió la experiencia de estar en la cárcel”. Quiso resaltar que “los presos son personas humanas que merecen, pese al crimen que hayan cometido, ser tratados con respeto y dignidad”. La rabia, la ira o el dolor, a veces, nos pueden dificultar mantener el respeto debido a todos, incluso a aquellos que hayan cometido las más graves maldades. Puede se puede pensar que no merecen respeto ni dignidad. Pero la dignidad intrínseca que tenemos por ser persona, no se pierde. Con nuestros actos se puede perder o adquirir una cierta dignidad, pero no la que tenemos por ser humanos. Por lo tanto, la ambigüedad de la palabra dignidad nos obliga a estar muy atentos para entenderla bien.

También los reclusos tomaron la palabra y explicaron su situación al obispo de Roma. Éste dijo estar “conmovido” por la amistad que le habían demostrado, respondió a las preguntas que le hicieron y les animó a “seguir adelante” pese a lo que algunos puedan decir de ellos. El estigma que puede arrastrar toda la vida, una persona que haya estado en prisión, puede ser una “pena” añadida muy injusta.

Benedicto XVI quiso dar un mensaje de esperanza y expresó que “querría poder escuchar la historia personal de cada uno pero no me es posible. He venido para deciros que Dios os ama”. Unas palabras que, viniendo del Papa, recordarán para siempre.

Pero la visita del Papa a los presos no es un hecho aislado. En nuestro entorno, casi todos los obispos, en fechas cercanas a la Navidad, visitan la cárcel y muchas veces celebran la santa Misa. Así se viven las palabras de Jesús, en el capítulo XXV de san Mateo, “estuve en prisión y vinisteis a verme”. ||
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