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Apuesta por ti mismo

Por Joan Carles Valero
miércoles 23 de julio de 2014, 13:48h
Enloqueciendo por la salud mental. La crisis está causando estragos en nuestra salud mental. Las consultas por ansiedad, depresión o cuadros de estrés crecen de forma alarmante entre los médicos de familia de nuestros ambulatorios y entre los especialistas de los hospitales de la comarca.
El desempleo y la incertidumbre, también entre los que tienen trabajo por el miedo a perderlo, son ahora las principales causas de ese sufrimiento. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica en un estudio reciente que entre el 76 y el 85% de los casos graves de enfermedades mentales no recibieron tratamiento en el año anterior. El Baix Llobregat no se libra de formar parte de esas estadísticas.

Afortunadamente, ante ese cóctel explosivo para el bienestar de la mente, Sant Boi se ha marcado como objetivo convertirse en un referente de la salud mental catalana al tiempo que atrae a la ciudad empresas y centros de investigación para mejorar el tratamiento de los enfermos mentales. El antaño “pueblo de los locos” se convierte ahora en la ciudad catalana de la salud mental después de acoger, desde hace más de 150 años, el primer “manicomio”. Ahora se trata de poner en positivo esa experiencia mediante la constitución de un clúster o agrupación de Salud Mental con el objetivo de que converjan en Sant Boi la investigación, la enseñanza y la curación de las enfermedades mentales. El clúster se plantea como una concentración geográfica de empresas, servicios e instituciones interconectados que comparten los retos estratégicos de la asistencia, la formación, la investigación y la creación de sinergias.

La marca de Sant Boi
“Sant Boi ha sido tradicionalmente el pueblo de los locos. Ahora queremos que sea el pueblo de la salud mental, algo de lo que estamos orgullosos y que queremos que la gente de fuera vea, como nosotros, en positivo”, explica el alcalde de Sant Boi, Jaume Bosch. La marca de ciudad también hace referencia a esta vinculación: “Locos por Sant Boi”.

En Sant Boi hay actualmente tres centros dedicados a la salud mental: Germans de Sant Joan de Déu, las Germanes Hospitalàries del Sagrat Cor de Jesús Bennito Menni y la FUndació Orienta. Con la constitución del clúster en salud mental, que tendrá su sede en el palacio de Marianao, Sant Boi será referente en salud mental con la organización de congresos internacionales, que ya se han comenzado a desarrollar, la instalación de empresas relacionadas con el sector y de centros de investigación. El clúster también forma parte del Health Universitat de Barcelona Campus (HUBc), una alianza que engloba a treinta entidades dedicadas a la formación, la investigación y la transferencia de conocimiento en el terreno de las ciencias de la salud.

Una de las iniciativas del Clúster de Salud Mental es que la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de Sant Boi comienza este mes de enero un curso de 500 horas de experto en salud mental en la infancia y la adolescencia. El temario se podrá seguir a distancia mediante un curso virtual. Las sesiones presenciales tendrán lugar en Sant Boi y Vitoria y se emitirán en directo y en diferido (mediante videoconferencia).

Protección solar y otros consejos para jóvenes
Hablando de salud mental, nada mejor para la sociedad que la prevención entre los jóvenes. Recientemente he visto un video motivador, inspirador, que dan ganas de disfrutar de la vida… Buscarle un sentido a la vida y a las relaciones es, a juicio de los expertos, lo que mejor nos ayudará a protegernos del estrés y a vivir plenamente. El vídeo es una canción muy conocida que partió de un poema-discurso de Mary Theresa Schmich publicado en una de sus columnas del Chicago Tribune en 1997. Lleva por título “Todo el mundo es libre de usar protección solar”. Y dice así:
“Señoras y señores, poneros protector solar. Si tuviera que daros sólo un consejo para el futuro de vuestras vidas, os diría: poneros protector solar. Los beneficios del protector solar han estado probados científicamente, mientras que el resto de los consejos que os voy a dar no tienen más base fiable que la de mi errática experiencia. Son estos:
Disfrutar del poder y la belleza de la juventud. No entenderéis el poder y la belleza de la juventud hasta que se haya disipado, pero creedme, en el plazo de veinte años, veréis fotos vuestras y entenderéis cuántas posibilidades teníais a vuestro alcance y cómo era de fabuloso vuestro aspecto. No estáis tan gordos como os pensáis. No estéis preocupados por el futuro, o preocuparos, pero sabed que preocuparse es tan efectivo como intentar resolver una cuestión de álgebra masticando chicle. Los problemas más importantes de vuestras vidas serán los que nunca se os pasaron por la cabeza, aquellos que te dejan de piedra cualquier martes a las 4 de la tarde.

Cada día haced algo que os dé miedo
Haced cada día algo que os dé miedo, como cantar. No juguéis con los sentimientos de los demás, ni toleréis que jueguen con los vuestros. Relajaros haciendo deporte, no perdáis el tiempo con la envidia; a veces se gana y a veces se pierde. La carrera es larga y al final sólo competiréis con vosotros mismos. Recordad los elogios recibidos y olvidad los insultos. Si lo conseguís, decidme cómo lo habéis hecho.

Conservad las viejas cartas de amor, y tirad los recibos bancarios. Estiraros, no os sintáis culpables si no sabéis qué queréis hacer en vuestras vidas. Las personas más interesantes que he conocido no sabían qué querían hacer en sus vidas a los 22 años. Algunos, todavía no lo saben a los 40. Tomad mucho calcio, sed amables con vuestras rodillas, lo echaréis en falta cuando os fallen.

Puede que os caséis o no, puede que tengáis hijos o no, puede que os divorciaréis a los 40 o no, puede que bailaréis como descosidos en vuestras bodas de plata o no. Haciendo lo que hagáis, no os congratuléis demasiado ni os censuréis en desmesura, porque tenéis las mismas opciones que todos los demás. Disfrutad de vuestro cuerpo de todas las formas posibles que podáis, no tengáis miedo de hacerlo o de lo que otros puedan pensar: es el mejor instrumento que jamás tendréis.

Aceptad verdades inalienables
Bailad, aunque sólo sea en el salón de vuestra casa; leed las instrucciones, aunque no las sigáis. No leed revistas de belleza, porque sólo os harán sentir feos. Conoced a fondo a vuestros padres, no sabéis cuándo marcharán para siempre. Sed amables con vuestros hermanos, son la relación con vuestro pasado y probablemente estarán con vosotros en el futuro. Entended que los amigos vienen y van, pero manteros unidos con los pocos que tengáis auténticos. No os desvinculéis de algunos lugares y costumbres, porque cuando más mayores seáis más lo necesitaréis.

Viajad, aceptad algunas verdades inalienables: los precios siempre subirán, los políticos siempre mentirán y vosotros también os haréis viejos. Y cuando os hagáis viejos, recordaréis que los precios eran razonables, que los políticos eran nobles y que los jóvenes respetaban a los más mayores. No haced bestialidades con vuestro cabello, porque cuando tengáis 40 años parecerá que tenéis 85. Reparar cuidado en qué consejos os dan y sed pacientes con aquellos que os los den. Los consejos son una forma de nostalgia, darlos es una manera de recuperar desechos del pasado, limpiar las cosas feas y reciclarlas para hacer que tengan más valor del que tienen, pero creedme, poneros protección solar.

Recuperar la conciencia, el primer paso
Decíamos al principio de estas líneas que el estrés está presente en muchos trastornos y enfermedades. El ritmo de vida actual, la competitividad, la amenaza de la crisis económica, las incertidumbres en asuntos importantes nos provoca estrés. Todos estamos rodeados de presiones. Y eso afecta a nuestra salud mental. Andrés Martín, biólogo y máster en Administrador de Empresas, además de psicólogo, es un especialista en el combate contra el estrés. Aboga por el cambio de conciencias.

Pero ¿cómo reducir el estrés? Antes de responder, recordemos que el estrés es un mecanismo que se activa ante las emergencias y también ante las situaciones amenazantes a que nos enfrentamos en nuestra vida cotidiana. En definitiva, es una reacción que nos ayuda a tratar con las emergencias, que en la naturaleza suelen durar poco tiempo. Pero nosotros no somos como las cebras, que siempre van a beber agua a los riachuelos, donde suelen esperar para darles caza las leonas y todos los demás carnívoros. Cuando las cebras ven o huelen a las leonas, corren presas de un tremendo estrés. Sin embargo, cuando el peligro ha desaparecido, porque ni huelen ni ven la amenaza, pastan tranquilas e, incluso, vuelven a ir tranquilamente a beber agua al mismo arroyo sin pensar si de nuevo estará la leona. Todo lo contrario que hacemos los seres humanos, que nos pasamos la vida pensando “y si ocurre….”. Los “y si” nos estresan igual que las situaciones reales de peligro. “Y si pierdo el trabajo, y si me deja mi pareja, y si no encuentro ningún empleo….

La felicidad de las cebras
Nosotros no olvidamos, como las cebras, y tenemos permanentemente en la cabeza nuestras preocupaciones, lo que hace activar en nuestros organismos el mecanismo de emergencia con mucha facilidad. Pero la buena noticia es que podemos mejorar nuestra capacidad para tener una experiencia mejor ante las amenazas.

Cuando vivimos de forma demasiado intensa acontecimientos externos como dificultades para llegar a fin de mes, desempleo, problemas de pareja, el tráfico, las incertidumbres de la vida moderna etcétera, se activa de forma natural una reacción interna, un mecanismo de defensa, que nos empuja a luchar o a huir, como ocurre en la naturaleza cuando, de repente, te aparece un oso. La reacción física la activa la presencia de la adrenalina y del cortisol. Si esa situación se da a menudo o de forma intensa se produce un desgaste. Precisamente, la palabra estrés viene del desgaste de los materiales en la ingeniería y los biólogos la tomaron prestada para explicar lo que ocurre a las personas por la reacción ante una situación de amenaza, real o mental.

Contra la forma de vida de sufrimiento
El desgaste o estrés se manifiesta físicamente con dolores musculares, problemas cardio-vasculares, dificultades en el sueño, problemas digestivos, sexuales. En suma, malestar en todo el cuerpo, porque la naturaleza empuja a que reaccionemos con todo el organismo ante una situación de peligro. Estos síntomas dan lugar, en ocasiones, a comportamientos autodestructivos, aislamiento, sedentarismo, comer en exceso o darle demasiadas vueltas a la cabeza ante lo que ocurre.

Todo ello nos lleva a encontrarnos que un problema externo provoca una reacción interna que, a su vez, produce un desgaste en nuestro organismo y puede derivar en un comportamiento insano, incluido el mayor consumo de tabaco, alcohol, drogas, etcétera. En suma, nos lleva a una mayor ineficacia personal e incluso a la ansiedad, depresión y, en algunos casos, la hiperactividad. También provoca enfermedades cardíacas y mayor riesgo de padecer cáncer. Así es como se forma una tormenta perfecta, ya que de una situación externa creamos una reacción interna excesiva que va acompañada de un comportamiento poco sano que lleva, de forma ineludible, a una experiencia de vida que se puede definir como de sufrimiento.

Debemos hacer algo por nosotros mismos
¿Qué hacer para tratar este síndrome? La experiencia del estrés es de la mente y del cuerpo. Puede ir en las dos direcciones para provocar una vida de sufrimiento. ¿Qué podemos hacer para mejorar en nuestra salud? Andrés Marín aconseja, primero, hacer algo por nosotros mismos, además de buscar ayuda. El apoyo médico lo tenemos que complementar con una mayor conciencia de lo que hacemos y unas mejores y más saludables prácticas.

El primer paso para lograr la plena conciencia tiene que ver con estar atento, tener la mente en lo que estamos haciendo. Los chinos usan dos ideogramas: uno indica la capacidad de estar presente, en el aquí y en el ahora; y el otro tiene que ver con el corazón, con vivir la capacidad de vivir la vida con el corazón. Técnicamente, Marín lo define como “prestar atención de forma particular al momento presente y además de hacerlo conscientemente y sin juzgar si lo que está pasando está bien o mal, hacerlo aceptando lo que está pasando como parte de la realidad”.

Habilidades para combatir el estrés
Esta actitud ante la vida se facilita con cuatro habilidades, factores de apoyo o actitudes. Primero, describiendo la realidad, para ser capaces de darnos cuenta de lo que nos pasa y ser capaces de explicarlo. Eso nos facilitará estar con una mayor conexión con la realidad. La segunda es disminuir el piloto automático, ese mecanismo que nos permite, por ejemplo, conducir nuestro vehículo mientras pensamos en otra cosa. Ese tipo de actividad, a la larga, nos desconecta de lo que ocurre porque tenemos la cabeza en otro sitio. Esos despistes provocan un aumento de accidentes de tráfico.

Suspender los juicios es el tercer factor de apoyo para iniciarse en el combate contra el estrés. Nuestro sistema nervioso está construido de forma que cuando ocurre algo, rápidamente evaluamos si nos gusta o no, si es bueno o no para nosotros. Pero esos juicios también nos llevan a juzgar constantemente cómo deberían ser las cosas y cuestionarlas tal y como son. Por lo tanto, esos mecanismos nos separan de lo que está ocurriendo, cuando lo prioritario es ver las cosas como son. De nada sirve preocuparse en cómo deberían ser las cosas. El último factor y no por ello menos importante, es la capacidad de no reaccionar. En suma, detener la tendencia a la impulsividad.

El triángulo de la atención
El triángulo de la atención nos ayudar a darnos cuenta de lo que está ocurriendo, de forma que seamos conscientes de nuestros pensamientos, de nuestras sensaciones corporales y de nuestras emociones. Cuando somos conscientes de lo que ocurre en un momento dado, nos damos cuenta de lo que nuestra mente está pensando, cómo reacciona nuestro cuerpo y qué sentimos. Es el encuentro con el ansiado equilibrio. A medida que capturamos ese momento, es cuando podemos decir que vivimos con plenitud. Así, ponemos en marcha mecanismos de autorregulación, porque orientamos la atención a lo que pasa, aquí y ahora, y nos conecta con la verdadera realidad. Alcanzamos entonces momentos con plenitud y conciencia plena. Y el equilibrio es la base de la comodidad personal, de estar a gusto con la vida que vive. Y en ese punto nade la salud y la eficacia personal. Por lo tanto, la atención que acepta la realidad nos lleva a la salud.

La parte crítica está bien que esté presente en nuestras vidas, pero no la podemos poder delante, dominando nuestra existencia, por delante de lo que está ocurriendo. La parte crítica nos ayuda más a proyección de futuro y no tanto por lo que nos pasa en el presente.

Aceptar no supone resignarse
Muchas personas en paro por una crisis que no han creado padecen estrés. Un estrés que nace antes de ser despedidos y durante el desempleo. Pero son legión los que también sufren el estrés por la amenaza de pérdida del trabajo. ¿Cómo aceptar la realidad? ¿Qué hacer?

Marín subraya que aceptar es distinto de resignarse. El hecho de aceptar lo define como un movimiento temporal para ver la realidad que hay y ver qué posibilidades nos da esa realidad. La aceptación da a las personas energía, la misma como conectar con el suelo que pisa. La resignación, sin embargo, es abandono, tirar la toalla y dar las cosas como definitivas. Adquirir conciencia plena ayuda a aceptar la realidad como medio para aprender a vivir con lo que hay que no se pueda cambiar.

Cuidar la calidad de la mente
En el caso de una persona que pierde el trabajo, el experto aconseja que primero hay que darse cuenta de lo que ha ocurrido y ver qué cosas se pueden mejorar para enmendar errores. Pero lo fundamental es que la tensión que generará el estrés en el organismo, se pueda combatir mediante mayores cuidados personales para estar en mejor condición para encontrar otro trabajo. Los mecanismos de autorregulación naturales, innatos, se ponen en marcha a partir de tomar conciencia de lo que ocurre.

Otra ventaja tiene que ver con poner en marcha un cierto control de calidad de la mente. Hay un modo mental orientado a la acción y a la resolución de los problemas. Es el modo que nos ayuda a hacer listas de cosas que hay que hacer, yendo de un sitio a otro, a prever lo que viene después. Este modo lo tenemos muy entrenados desde el colegio y nos ha permitido, por ejemplo, desarrollar la tecnología. Sin embargo, la calidad de vida nos viene determinada de la capacidad del ser humano de plantear problemas y buscar soluciones.

Hacerse amigos de sí mismos
Pero ésa no puede ser la única utilidad de la mente. Es necesario combinarlo al modo mental orientado al ser y al estar, que nos permite recuperarnos y renovarnos. Disfrutar de actividades como el deporte, una conversación, las relaciones afectivas, pasear por la naturaleza, hacer yoga, etcétera. Todo lo que tenga que ver con el milagro de la vida que uno disfruta. Este modo orientado al ser es muy interesante para resolver el estrés. En definitiva, hacerse amigos de sí mismos, para cuando salgamos al mundo podernos enfrentar a las amenazas con más recursos.

Gloria García Labanda y Andrés Martín recomiendan que el entrenamiento orientado en ese sentido logra la reducción del malestar, la ansiedad, la depresión y la hostilidad. En suma, disminuir las sensaciones negativas y la somatización, que es como el cuerpo vive esas emociones. El estrés baja un 20-30% después de aprender a vivir el momento de una forma distinta. Esto se debe a dos mecanismos: no reaccionar impulsivamente a lo que nos ocurre y aprender a ver cuáles son las causas del estrés y comprobar si se puede hacer algo o es que tendremos que aprender a convivir con esas emociones. El otro mecanismo es incorporar rutinas saludables o elementos de recuperación, cultivar emociones positivas que nos den alegrías, porque la vida moderna no suele dárnosla. Incorporar cosas que nos llenen y den alegría y ser capaces de estructurar rutinas de recuperación para afrontar los desafíos son los consejos definitivos para ganar la batalla al estrés.||
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