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Flexibilizar el déficit público

Por Fernando Martín
miércoles 23 de julio de 2014, 13:48h

La elevada tasa de paro recogida en la última encuesta de población activa, del veintiséis por ciento, representa una señal de extrema gravedad.

Al incremento del número de familias con todos sus miembros en paro en España, se suma el porcentaje de desempleo juvenil más alto de los registrados en la Europa de los veintisiete, los nuevos parados y aquéllos de larga duración que han agotado sus prestaciones.

El tejido empresarial español se basa fundamentalmente en la pequeña y mediana empresa que, en fases de auge, generan mucha ocupación y, en ciclos de crisis, comportan una masiva destrucción de empleo. En ese aspecto, el gobierno debe transmitir mensajes y acciones positivas e inmediatas a PYMES y autónomos con objeto de recuperar la financiación. Resulta evidente determinar que, si el crédito no llega a las PYMES, no se generará empleo. Por tanto, se debe materializar la preocupación por estos sectores por parte de las administraciones públicas de forma eficaz y sin más demora.

Además, la capacidad innovadora de las empresas españolas ha resultado afectada en gran medida, situándose por debajo de países de nuestro entorno.

A esta incertidumbre se suman otros sectores privados en fase de reestructuración, como el bancario, donde se deben acometer en las entidades nacionalizadas los planes de ajuste impuestos por Bruselas, como exigencia tras haber recibido cuantiosas ayudas económicas. En este aspecto, hasta que no concluya el proceso de reajuste en el sector, difícilmente fluirá el crédito que precisa la economía real para que se incremente la demanda interna.

Asimismo, las empresas públicas y la administración local serán objeto de recortes, mediante la supresión de duplicidad de competencias entre las diferentes administraciones. Todo ello, con la finalidad de reducir el déficit público.

Las medidas de recorte y ajustes impuestos, resultan de la exigencia de cumplimiento del déficit público de las diferentes administraciones públicas. Ahora bien, estas limitaciones abocan exclusivamente a políticas económicas de austeridad, sin crecimiento. Se produce además, un efecto retorno sobre las propias economías de los países que las imponen; sirva a modo de ejemplo reseñar Alemania, donde los sucesivos planes de ajuste implementados en países de su entorno han provocado una reducción del PIB nacional de un 0,5% el último trimestre del pasado año.

Ante la recesión económica en España, ya por quinto trimestre consecutivo, urge establecer un frente común de los países sujetos a severas medidas de recorte del déficit, para solicitar una flexibilidad en el cumplimiento del mismo.

Así, en 2013, se debe cumplir un déficit público del 4,5% a final de año. Si a ello sumamos la desviación del correspondiente a 2012, que pudo situarse próximo al punto porcentual, las medidas de recorte continuarán indefinidamente y, en consecuencia, su traslación sobre la merma de calidad de los servicios públicos primordiales como sanidad, educación y protección social.

En conclusión, resulta fundamental conseguir un aplazamiento en la consecución de los límites de déficit público para no asfixiar más la maltrecha economía real.||

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