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Política económica europea errática

Por Fernando Martín
miércoles 23 de julio de 2014, 13:48h
La decisión adoptada por el Banco Central Europeo el pasado 2 de mayo, al rebajar en un cuarto de punto el precio oficial del dinero hasta colocarlo en su mínimo histórico del 0,50 por ciento se antoja insuficiente.
Esta medida sólo permitirá detener temporalmente la apreciación del euro y difícil-mente abrirá el flujo del crédito a las pymes europeas especialmente castigadas por la crisis.

Una encuesta del BCE concluye que alrededor del setenta y cinco por ciento de las pymes españolas han visto incrementado los tipos de interés de sus préstamos en el primer trimestre, se ha exigido la prestación de mayores garantías y también se ha procedido a la reducción de crédito para circulante. En principio para abordar la crisis financiera y económica se debería efectuar un análisis de proyección, atendiendo a los problemas estructurales de la economía mediante el conocimiento de los ciclos acaecidos en el pasado. El problema estructural de primer orden en la economía española es su elevado nivel de endeudamiento, principalmente con el exterior, centrado en el sector bancario y a corto plazo. Asimismo, el descenso de la demanda de nuestros clientes potenciales, Alemania, Francia y Portugal, unido a la apreciación del euro contra el dólar han empeorado considerablemente las exportaciones. Si a ello se añade la contracción de la demanda interna y la imposibilidad de depreciar la moneda para favorecer las ventas al exterior el panorama no augura precisamente optimismo. Además, los países de nuestro entorno, destino principal de nuestras exportaciones, implementan medidas en materia de política económica similares a las aquí aplicadas, basadas en la austeridad.

Se concluye, por tanto, que tan sólo a través de un giro radical en la política económica europea, fundamentalmente la monetaria, podría vislumbrarse la salida del túnel. De no ser así, continuarán las medidas de ajuste centradas en la retracción del consumo y el descenso de los salarios. Planes de recorte como los referidos ahuyentan a los inversores ante el temor al impago de la deuda soberana. Por otra parte, la dilación en el proceso de reestructuración del sector financiero desemboca en una restricción del crédito por parte de empresas y particulares, lo que limita su capacidad para efectuar inversiones y, con ello, reactivar la economía.

En cuanto al Banco Central Europeo su actuación debería equipararse a la de la Reserva Federal de Estados Unidos, alejándose de tensiones inflacionistas que no se registran en el momento presente. Así, la compra de deuda pública a largo plazo y la inyección de liquidez en el sistema resultan prioritarias. Por otra parte, el argumento del organismo regulador europeo argumentando que una incompatibilidad con sus estatutos impide la actuación al modo de la Reserva Federal no se sostiene, dado que el programa de compra de cédulas hipotecarias es factible como así se ha demostrado desde 2009; sin embargo, el mismo debería acometerse de forma masiva para inyectar liquidez.

En conclusión, se trata de cambiar el rumbo de la política económica europea basada única y exclusivamente en la austeridad, apostando por el crecimiento, y a nivel nacional concluir la reestructuración del sistema financiero, estabilizar el mercado de la vivienda, y una reforma fiscal y de la administración pública en profundidad.||


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