Consejo Europeo de mínimos

Se ha tratado de adoptar soluciones temporales sin abordar con la suficiente contundencia los problemas económicos que aquejan la moneda común.

De los asuntos de especial gravedad destaca el elevado porcentaje de desempleados, que adquiere serios matices especialmente en los jóvenes. La destrucción de puestos de trabajo provocada por la recesión se agudiza ante la ausencia de políticas diferentes a las implementadas hasta el momento presente, a lo que se añade la ínfima tasa de crecimiento prevista para el año próximo.

Se ha considerado que la creación de empleo se produce para crecimientos del Producto Interior Bruto superiores al 2 por ciento. Por ello, si no se registran valores similares, difícilmente se invertirá la tendencia de destrucción de empleo, además de promover la creación de empresas y permitir la existencia de las hoy presentes, acuciadas por la escasa demanda y la dificultad de financiación.

Prácticamente se ha tratado de forma tangencial la implicación del Banco Europeo de Inversiones en la reactivación del flujo del crédito a las pequeñas empresas.

Por tanto, el Consejo Europeo debería haber aprobado estímulos inversores para mejorar las precarias condiciones de las pequeñas y medianas empresas, además de combatir el desempleo.

Asimismo, los países europeos que apuestan por la consolidación fiscal y las políticas económicas de austeridad, se han resistido a admitir que única y exclusivamente por esa vía no se conseguirá revertir la situación de crisis.

En cuanto al proyecto de unión bancaria europea no se ha materializado el mismo con la intensidad requerida en los procesos de reestructuración de los sistemas financieros que coexisten en la actualidad.

Al margen de los asuntos antes citados, se ha adelantado la disposición de 6.000 millones de euros para reducir el paro juvenil en los dos próximos años, cifra considerada altamente insuficiente para tasas de desempleo del 57 por ciento. Además, se estudiaron mecanismos de prevención de crisis bancarias encaminados a impedir la vinculación directa de los problemas del sector bancario y los de endeudamiento público.

En definitiva, las expectativas suscitadas por la reunión del último Consejo Europeo una vez más se han visto malogradas, evidencian con ello el evidente desfase existente entre los problemas que afectan a los ciudadanos europeos y la escasez de medidas eficaces precisas para solucionar los mismos.||