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Con las manos manchadas de tinta

Atrapar las cosas un segundo antes de que desaparezcan

Por David Aliaga Muñoz
miércoles 23 de julio de 2014, 13:48h
Nació en Extremadura y con apenas unos meses sus padres se trasladaron a Barcelona. Con nueve años regresó a Plasencia y en 2005 se instaló definitivamente en Cataluña. Álex Chico es, además de profesor en El Prat del Llobregat, uno poeta humilde, honesto y talentoso. Este año ha publicado Un lugar para nadie y nos citamos en una cafetería de la calle Mallorca de Barcelona para charlar sobre el poemario.
Álex Chico fotografiado por Pedro Gato.
Álex Chico fotografiado por Pedro Gato.
Viste una camisa gris de hechura convencional y lleva un pañuelo oscuro enroscado al cuello sin que parezca haberse molestado en que caiga de una forma u otra. En Barcelona acaba de llover y, a juzgar por el aspecto del cielo, volverá a hacerlo en breve. Pero cuando se nos acerca el camarero, Álex Chico le pregunta “¿Fuera aún está mojado?”. Pide un cortado con sacarina. El poeta responsable de los versos que componen Un lugar para nadie prefiere los espacios abiertos. Sin embargo, la voz que narra su poesía parece estar contemplando lo ya vivido por la ventana, desde la calma de su estudio en el interior de un piso del barrio de Gracia. Nacido en Plasencia, reside en Barcelona y trabaja en El Prat como profesor de lengua y literatura castellana en el instituto Ribera Baixa.

Cuenta el municipio del Baix Llobregat entre sus profesores a uno de los jóvenes poetas más honestos y talentosos de las letras hispanas, al que precisamente su empleo le permite mantener los pies en el suelo. Me cuenta que cuando regresó de la presentación de su primer poemario en Extremadura, volvía henchido de ego. Había presentado La tristeza del eco ante más de un centenar de personas, lo habían entrevistado en la televisión regional… “Y un alumno me dijo, ¿qué poemario? ¿La tristeza del feto?”. Con su tercera obra, Un lugar para nadie, Chico nos sitúa en la francesa Quai Lices Berthelot o a orillas del Duero en Portugal, pero también en la Verneda. Y, digo yo, en El Prat o en L’Hospitalet. Porque el extremeño tiene la capacidad de que sus versos desprendan el perfume que cada lector quiera oler. “Se trata de escribir sobre lo que uno conoce, para poder hablar del otro”, explica. Busca en la honestidad la capacidad de dialogar y empatizar con el lector: “Ser capaz de que una experiencia privada me comunique con un lector que no conozco es mi gran estímulo”.

Yo mismo me encontré hablando con la voz de sus versos frente al edificio de la avenida Miraflores de L’Hospitalet en el que me crié cuando Chico escribe sobre ese piso en la Verneda en el que vivió y que contempla desde la calle, habitado por unos desconocidos, desprendiendo una luz distinta de la que alumbraba el salón en el que había cenado con su familia. Tal vez usted pase de la mano de Chico por delante del piso de Sant Boi, El Prat o Torrelles en el que ya no reside. Un lugar para nadie es “una reflexión sobre la identidad en relación con el lugar y la escritura”.

Escenarios y palabras que desprenden un aire de decadencia. El esplendor perdido de la Francia que siglos atrás fue capital del mundo, el Oporto de las fachadas desconchadas y las viejas sentadas junto al portal, el extrarradio de Barcelona… “Tengo una fijación con esos lugares”, admite. Las referencias a ellos “refuerzan la idea de que uno está escribiendo sobre lo que ya no tiene”.

“Escribir es un ejercicio de resistencia”, define. Con su literatura, Chico intenta “atrapar las cosas un segundo antes de que desaparezcan. Sujetarlas antes de que la decadencia culmine en desaparición”. Atesorar el recuerdo de quienes fuimos, dónde lo fuimos y junto a quién lo fuimos antes de que nuestra memoria perezosa no sea capaz de traérnoslo al presente.

Aunque su propuesta está muy cercana a la narrativa –algunos de sus poemas podrían fácilmente convertirse en relatos–, no está despojada de cierto intimismo. “Huyo del tópico de la poesía confesional”, aclara. Al contrario, quiere demostrar que “también es posible hacer ficción en verso”. Y durante un rato charlamos sobre los poemas épicos. ¿Cuántas personas se sorprenden al enterarse de que la Odisea no está escrita en prosa?

Si no entiende sus versos como un desahogo o una confesión, entonces quiero saber si hay una voluntad explícita de dirigirse a un lector. “Sería una idiotez decir que no he pensado en el lector, pero no escribo pensando en publicar”. Cuando se sienta frente al folio o a la pantalla del ordenador, dialoga consigo mismo. Insiste en que a través de la exploración de uno mismo es como puede conectarse con otra persona.

Con todo, aunque en lo emocional y en lo plástico Un lugar para nadie resulta cercano al lector del extrarradio de Barcelona –incluso aquellos que no han viajado nunca al extranjero–, tal vez sea menos digerible la cantidad de referencias literarias que Chico incorpora al texto. Se lo planteo y me responde que no le da miedo a que “lo referencial puede dificultar la comprensión” de lo que explica.

Aprovecho para preguntarle por el sustrato de su poesía. ¿De dónde bebes? “Últimamente he estado leyendo mucho a Simic y Zagajewski”. Me nombra también a Eduardo Moga y a dos narradores: Modiano y W. G. Sebald. En el poemario además encontramos epígrafes de escritores del panorama barcelonés como Laia López Manrique, Fernando Clemot, Juan Vico…, a los que cuenta entre sus amigos.

Y yo sigo a lo mío. Se me va a enfriar el té. Aunque no le dé miedo, una sobrecarga de referencias a autores y obras que tal vez sean desconocidos para el lector, el excesivo juego metaliterario, puede hacer que se pierda. Además, está tan de moda que hay quienes empiezan a tenerle alergia. Chico no. O no del todo. “El experimento me convence si aparece la voz del autor. Tiene que formar parte de ti. En cambio, si se trata de un ejercicio de lucimiento, no”.

En su caso, huelga decir que las referencias llegan a confundirse con su propia voz, que están tan integradas en su discurso que llega a tomar prestados versos completos aunque, de nuevo la honestidad de Chico, se detenga a atribuir autorías y elogios en la última página del volumen.||

Posdata
Regresa el SLHAM. El colectivo de poetry slam de L’Hospitalet inaugura esta semana su nueva temporada, después del éxito de las anteriores convocatorias. Con Dani Orviz a la cabeza y el bar Oncle Jack como escenario, la ciudad podrá disfrutar una vez más de los versos y la interpretación de algunos de los slammers más destacados de la escena barcelonesa. El encuentro tendrá lugar el 10 de octubre y contará con Amadeo Rojo como artista invitado. Octubre teatral en el Baix Llobregat. La actividad teatral no cesa en la comarca.
El pasado 4 de octubre el teatro Mercè Rodoreda de Sant Joan Despí acogió la representación de la obra Bona gent, protagonizada por Mercè Arànega i Àlex Casanovas bajo al dirección de Daniel Veronese. Sólo dos días después, Mercè Sampietro y Eduard Iniesta presentaron sus 9 maletes en el teatro Núria Espert de Sant Andreu.||
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