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Las Vacaciones

¿Una oportunidad para descansar o una obsesión para alienarnos?

Por Mossèn Pere Rovira
miércoles 23 de julio de 2014, 13:48h

Comienzan las vacaciones, tiempo deseado por muchas personas. Me pregunto, si también es ¿tiempo aprovechado?. En ocasiones, creo que nos planteamos estos meses con cierta obsesión. 

Parece que estos días sean la solución de todos mis cansancios, agobios, “stress”, rutinas, responsabilidades… La cruda realidad vuelve muy pronto y emerge la decepción.
Las vacaciones son necesarias y son una buena oportunidad para recuperar aspectos de las relaciones interpersonales un poco abandonadas durante el resto del año. No me refiero a las vacaciones desenfrenadas por un placer inmediato que algunos quieren fomentar y vendernos, donde el precio a pagar es muy alto: el otro día murió un joven polaco en Ibiza que, borracho y con posible consumo de drogas, se lanzó al mar sin medir sus consecuencias.


Durante el año, los matrimonios y las familias se encuentran con dificultades para abrir espacios que rebajen las tensiones laborales, académicas y domésticas, propias del día a día. Propiciar un clima de diálogo, de intercambio y de revisión de la vida al interior del núcleo familiar sería una buena oportunidad para robustecer el vínculo relacional y corregir las deficiencias observadas.


Pienso que las vacaciones son un fiel reflejo de todo aquello que durante el año se ha vivido, lo contrario sería promover una visión ingenua de la realidad. Querer “alienarnos” en las vacaciones de las carencias del año -vaciedad, rutina, aburrimiento, miedo a las responsabilidades, soledad…- es un autoengaño nocivo. No busquemos en las vacaciones lo que el resto del año no hemos sabido, ni querido, ni podido construir: ¡Hagamos! de estos días un tiempo de renovación, de oxigenación, de profunda gratitud, de disfrute responsable y compartido con aquellas personas que amo y que forman parte de mi sociedad particular: matrimonio, familia y amigos. Los abuelos no pueden convertirse en un estorbo y en un lastre que resignadamente acepto; tristemente, cada vez hay más abuelos que son dejados en residencias para dejarnos tranquilos durante las vacaciones.
¡No facilitemos! que el mes de septiembre sea el mes de las “depres” post-vacacionales, ni de los divorcios en masa, ni de los agotamientos estériles, ni de una cuenta corriente anémica, etc.


Algunos pensaréis que soy un ingenuo por promover unas vacaciones más de calidad que de cantidad, de descanso renovador más que de hiperactividad turística, de un gasto equilibrado más que de un despilfarro descontrolado, de una oportunidad para curar heridas más que de un placer egocentrista, de una mirada agradecida a toda mi realidad más que de una sensación insaciable de diversión… En fin, hagamos de las vacaciones lo que son: 15 o 30 días (entre los 365 del año) de descanso profesional o académico, nada más.

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