No olvidamos a Siria e Irak

“Caminamos en una oscuridad donde no se ve una salida y sólo Cristo puede dar esperanza a los corazones”. Esta idea transmitió el Patriarca Gregorio III de la iglesia Católica Greco-Melquita y presidente de la Conferencia Episcopal Católica de Siria, durante su viaje a España el pasado 4 de noviembre, invitado por la fundación “Ayuda a la Iglesia Necesitada”, para presentar el Informe Libertad Religiosa en el Mundo 2014.

El Papa Francisco, a principios de agosto insistió “a la comunidad internacional para que proteja a todas las víctimas de la violencia en Irak” tras la reanudación de las operaciones militares estadounidenses en el país. Muy contundente es la carta que, también a principios de agosto, los obispos de Europa mandaron al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. “La situación de los cristianos y de las otras minorías religiosas en Irak es totalmente inaceptable. La comunidad internacional está llamada a poner fin a esta tragedia con todos los medios legítimos posibles”, recogía. Por otra parte, los Obispos europeos evidenciaron la necesidad urgente de “emprender medidas humanitarias concretas para responder a la situación desesperada de niños, mujeres, ancianos y de tantas personas que han perdido todo para huir de la muerte y que ahora corren el riesgo de morir de hambre y sed”.

“La tragedia que está sucediendo en el norte de Irak, no solo pone en peligro la convivencia multicultural que es parte integrante de nuestro mundo globalizado, sino que constituye también un riesgo para los cristianos en una región en la que habitan desde los albores de la cristiandad, y cuya presencia es apreciada y necesaria para la paz a nivel regional y mundial.” Por último, se manifiesta que “la Iglesia católica en Europa está cerca de todos aquellos que han sido obligados a huir de sus propias casas o están viviendo momentos de miedo y terror. Se compromete, concretamente, a cumplir gestos de solidaridad con ellos a través de iniciativas ya en curso”. Unos párrafos que nos recuerdan nuestro deber de solidaridad.