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Tirsa: En nada será pasado, mito y nostalgia
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Tirsa: En nada será pasado, mito y nostalgia

Por Pablo Planas, de Crónica Global

viernes 12 de diciembre de 2014, 03:51h
Malas noticias para los amantes de los melocotonazos, también dichos melómanos. Tirsa es un nombre hebreo que significa “ella es mi solaz”. Y el Tirsa es la coctelería que cerrará sus puertas el próximo 31 de diciembre.
Al parecer, la revisión del contrato de arrendamiento aconseja el persianazo del insuperable establecimiento del señor Manel Tirvió.

Hay dos formas de llegar hasta allí, sobrio o ebrio. Todos los taxistas de confianza de Barcelona saben perfectamente dónde está y aunque L’Hospitalet del Llobregat parezca más lejano y exótico que las Quimbambas (población de la provincia de Provincia de Las Tunas, en Cuba) también se puede ir en metro, que es una manera de viajar incómoda y sucia pero relativamente barata e insuperable en términos de velocidad. Hay que bajarse en la estación de Santa Eulalia de la línea roja. No tiene pérdida.

La paciencia del señor Tirvió y la de sus empleados es infinita. Al doctor Trilladas y a Miquelarena les encanta el Tirsa. Sobre todo tocar las pelotas con el punto de la clara de huevo del pisco sour y no tomar el taxi que piden para devolverse a sus guaridas.

Ni las estrictas normas en contra del tabaquismo dañaron la afluencia de una parroquia, más dudosa que distinguida, que se apelotonaba los viernes en la barra como los japoneses en un karaoke, sin la más mínima contención. El emplazamiento es excepcional porque se encuentra en el cruce exacto de dos coordenadas. Está lo suficientemente lejos para el turismo mirado desde el Ensanche, pero a una distancia no disuasoria desde la perspectiva del dipsómano aficionado. Eso y que durante un tiempo quedaba “cool “ hablar de L’Hospitalet y glosar la melopea del medio gintonic. Pijerías de Barcelona.

La realidad es que en esa coctelería el personal luce pajarita, el dueño es un diplomático caballero, el servicio, exquisito y los servicios están limpios. Si a eso se añade que pueden preparar cualquier estupidez que se le ocurra a un mamarracho con el libro de Kingsley Amis bajo el brazo, desde un bloody mary a deshoras a cualquier cosa que lleve Malibú, Pippermint y zumo de piña, el éxito propagandístico está garantizado, lo que es inversamente proporcional a la prosperidad comercial. La combinación con las herramientas e instrumentos adecuados con la maestría y hábitos implantados por el propietario hacían el resto.

En nada será pasado, mito y nostalgia, como el boxeo en el Barçalles, las aglomeraciones en el Bailén 28 y los toros en la Monumental. Se acaba un mundo que era peor que el de nuestros padres pero bastante bueno visto lo que viene, de lo que el Zurich fue pionero.

El crack de 2008 ha repercutido en el aumento del consumo de toda clase de espirituosos, digestivos, destilados y derivados. Existe una “cultura” del alcohol que es pura basura. Se han perdido las formas. Hay “compañeros” de puntos etílicos que el día menos pensado te dejan solo a mitad del segundo whisky. No diremos nombres.
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