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Jordi Évole, ganador del Premio Aguas Cristalinas

“El follonero que devolvió el periodismo al prime time”

“El follonero que devolvió el periodismo al prime time”

Siempre lo ha dicho: “me considero más periodista que humorista, soy más de leer el diario que de contar un chiste”. Pese a darse a conocer públicamente como El Follonero -personaje que caracterizaba para ‘Una altra cosa’ de Andreu Buenafuente y que ha dejado inolvidables momentos televisivos-, la faceta humorística de Jordi Évole (Cornellà de Llobregat, 1974) es casi una excepción en su trayectoria profesional.
“El Terrat buscaba personal, me presenté como periodista… ¡y me cogieron como guionista de Buenafuente! ¡Y yo era su fan!”. Era el año 2000. Con la productora catalana, a la que se mantiene vinculado, cerraba su primera etapa periodística, en donde había hecho de locutor deportivo de partidos regionales de fútbol (“cantaba los goles de Tercera para abajo, como el Pubilla Casas, desde el teléfono del bar”) para el programa Carrusel Catalunya (Radio Barcelona) y en donde tuvo su primer contacto televisivo en Viladecans Televisió. Bendito periodismo local y de proximidad. Sus mentores decían que ya apuntaba maneras y pasó por las redacciones de Telecinco y Cadena SER antes del fichaje por El Terrat.

De la redacción a la grada y de la grada a la calle
De guionista se pasó a la grada y se convirtió en el portavoz crítico del espectador, de la audiencia, de la gente. ¡Buenafuente! Cuando la voz se oía entre el respetable, ya se sabía que a partir de entonces podía pasar cualquier cosa. La improvisación marcaba su discurso; con naturalidad y con cierta chulería. Así se convirtió en un atractivo fijo, y sino que se lo digan a Jarabe de Palo: “¿Eso qué es? ¿El disco nuevo? Eso es lo de siempre, hombre. Siempre haces lo mismo, cuarenta años haciendo lo mismo. Desde La Flaca no haces nada, tío. Pero si a mí me gustan! Lo que pasa es que en vez de Jarabe de palo son Jarabe del mismo palo”. Con este gag preparado saltó a los zappings y El Follonero se hizo famoso a nivel nacional.

Évole dio, entonces, el salto a la calle. Todavía desde la grada de Buenafuente y ya en La Sexta, nace Salvados. Lo hace con una serie de entregas temáticas dedicadas a las Elecciones Generales de 2008, a la Iglesia, a la Eurocopa y a los toros. El éxito fue tal que en su segunda temporada ya pasó a ser un programa semanal.

Desde entonces, Salvados se ha convertido en un espacio crítico, de referencia periodística, que ha devuelto el periodismo al prime time, en este caso, de los domingos. Según Víctor M. Amela, conocido crítico televisivo, “Jordi Évole dignifica el oficio de periodista: su Salvados (La Sexta) es un programa que empezó medio en coña y que hoy es de visión obligada, por la agudeza, amenidad y eficacia con que desentraña y nos cuenta lo que pasa”. Así lo recoge en La Contra que le dedicó La Vanguardia hace más de dos años. Y es que lo único que no ha cambiado en la evolución de Salvados son las camisas de cuadros de Évole.

La broma ha perdido peso en favor de la labor crítica y el relato de historias, propio del periodismo. El prestigio que se ha ganado el programa, gracias a la inexcusable figura de Évole, ha permitido que pasaran por sus manos las primeras figuras políticas del país, incluso el entonces imputado Jaume Matas –ahora en prisión- que confió en el programa para ofrecer su versión. El equipo ha viajado por los puntos más conflictivos de las relaciones internacionales, ha recuperado, con la colaboración de medios locales, la historia silenciada del metro de Valencia y ha jugado, con gran ironía pero con un importante transfondo social, con lo que hasta ahora nadie se ha atrevido: el Golpe de Estado del 23-F. Su falso documental, formato olvidado en la televisión nacional, levantó las alabanzas, por un lado, de todos aquellos que quieren romper con el secretismo del 23-F y, por otro, las críticas de los que se mantienen firmes en su trinchera de no remover el pasado.

Nueva firma: Jordi Évole
Con todo, Jordi Évole es ahora su firma. El periodista ha olvidado al personaje que le lanzó a la fama y si en cualquier caso Évole es follonero no es para hacer reír, sino para levantar las vergüenzas en lo político, en lo económico y, en definitiva, en lo social. Lo es en Salvados, pero también en El Periódico y allí por donde va.

De becario a maestro cornellanense
Aquel becario que conectaba en Reus con la voz de voces, Iñaki Gabilondo, ha madurado y ya está entre los mejores del momento. Con el maestro convertido en mito, el becario es ya maestro aunque mantiene la humildad del buen ciudadano del extrarradio: “No tengo conciencia de influir en nada en nadie. Intento olvidar que pudiese pasar esa responsabilidad porque podría condicionar y llevar a no hacer cosas por el qué dirán”.Con este espíritu, Évole ha exportado cornellanismo por donde ha ido. “Ejerzo el cornellanismo”, reconoce a Joaquim Roglan, mientras recuerda como escuchaba a los Estopa tocando la guitarra en un descampado.

Évole ha sido galardonado innumerablemente: los Ondas, los Iris, Premio Nicolás Salmerón de Derechos Humanos, Òmnium de Comunicación; el Internacional de Periodismo Manuel Vázquez Montalbán, el Estatal del Trabajo Social. Ahora lo hace el Baix Llobregat, donde nació, donde creció y donde ahora sigue viviendo pese a ser una de las figuras periodísticas más exitosas del momento. IIl

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