Viladecans

El poderoso Joan Amat vuelve a casa desde el siglo XIX... y la encuentra convertida en museo

Ana Ruiz | Viernes 06 de octubre de 2023
Ca n’Amat conserva los espacios originales en los que habitó el patriarca de la saga cuando fue alcalde de la ciudad en 1854. Los visitantes pueden recrear con una tableta la vida de una familia acomodada de la burguesía rural de la época y sus objetos cotidianos.

Echar una siesta el sábado por la tarde. Muchos de los lectores estarán de acuerdo que se trata de uno de los momentos más plácidos y felices de la semana. Y es un ejemplo realmente inteligente para entender de qué va eso del bienestar. ¿Acaso los hombres y mujeres del XIX se echaban la siesta? El antropólogo Luis Miguel Narbona, el autor de este ejemplo tan clarificador de la historia, el de poder echarte o no una siesta, aprovecha para comparar éstos, nuestros tiempos, con los que recrea el renovado museo Ca n’Amat de Viladecans. “El XIX en Viladecans o cualquier otro municipio del Delta del Llobregat no fue precisamente sinónimo de buenos tiempos, todo lo contrario. Las condiciones de vida eran durísimas, implacables”.

Lo fueron incluso para Joan Amat, el gran terrateniente de la época en Viladecans, y la vida del cual es el hilo conductor de la exposición y recorrido que cualquier visitante puede encontrar en el museo Ca n’Amat de Viladecans. Amat es también prototipo del selecto grupo de poderosos que gestionaban tierra y haciendas. Hasta los 16 años trabajó en el campo con su abuelo. Supo lo que significaba el trabajo duro antes de sumar las herencias recibidas por parte de diferentes ramas familiares procedentes de Molins de Rei, Gavà y Viladecans. Con ese aval material reconstruyó la casa familiar y cimentó sus años de poder. Además de gran propietario rural, fue alcalde de Viladecans en 1854 y una especie de patricio y mecenas para los lugareños. Financió la reforma del matadero o el cambio de las campanas de la iglesia.

Pero además de doblar el lomo sin queja y disciplina, Joan Amat sufrió en carne propia una de las realidades más dramáticas de hace dos siglos: la elevadísima mortalidad infantil. Perdió a tres hijas, las que parió su primera mujer, que también murió. Todas ellas comparten nombres delicados y elegantes. La madre fue Maria Anna Ametller y las pequeñas, Francesca, Caterina y Dolors. Pues eso, que si las cosas fueron duras para Joan Amat, es fácil imaginar lo terribles que fueron para aquellos que trabajaron en sus tierras. Eran otros tiempos, afortunadamente. Pero un trocito de esa etapa preindustrial del Baix Llobregat, y especialmente de Viladecans, se conserva entre las paredes de Ca n’Amat.

Si el turista extranjero, el estudiante de secundaria, la familia con niños pequeños o cualquier ciudadano de la comarca del Baix Llobregat con ganas de conocer su entorno más próximo llama a la puerta del Museu de Viladecans, entrará en una sala inmersiva. Allí una proyección interactiva con imagen envolvente recibe al visitante que desea sumergirse en el pasado histórico de la ciudad, desde los mamuts hasta nuestros días. Allí permanecerá unos minutos en pie recorriendo con la mirada y el sonido siglos de historia.

El audiovisual arranca en la época prehistórica, reconstruye el momento de los mamuts, recorre la evolución económica y productiva de la humanidad, camina por la memoria y llega finalmente a nuestros días. Después del audiovisual, el visitante podrá subir hasta la primera planta del actual equipamiento municipal para adentrarse en la planta noble donde los Amat desarrollaron su vida cotidiana.

A través de una tableta, que conectará con diferentes objetos de las también diferentes estancias, el visitante “dará vida a los objetos y recreará los espacios de la casa”, explica el antropólogo Luis Miguel Narbona, también técnico municipal del Museo de Viladecans. Hay alguna sorpresa más esperando al visitante. Esta visita interactiva la podremos hacer acompañados de la mano virtual de fantasmas del pasado. Se trata del mismísimo Joan Amat; su tercera y última mujer, Eulàlia Aimar o uno de los hijos de ambos, Gabriel y Josepa. Solícitos y callados, una de estas sombras de otro tiempo esperará que hagamos click en el dispositivo electrónico para iniciar el recorrido. “Tú puedes escoger uno de estos personajes que te guiará por todas las estancias y te las explicará según su punto de vista”, aclara el director del museo, Manuel Luengo.

Si escoges a Amat, tendrás la visión de la casa relacionada con “el poder y los bienes, la riqueza y la preponderancia social”. Eulàlia será la voz de la gestión doméstica, el estrecho espacio reservado a las mujeres o los matrimonios de conveniencia. Gabriel te dará pistas de cómo vivía el hereu y Josepa, la hija, del limitado modelo educativo ideado para ellas, aunque formara parte de la élite dominante.

Precisamente, su madre Eulàlia impulsó la construcción de una escuela exclusivamente para niñas, con el apoyo, eso sí, de su marido Joan. Las pequeñas apenas recibían formación en el Viladecans del siglo XIX y los únicos ámbitos formativos a los que acudían ofrecían competencias en costura u otras labores vinculadas a la vida doméstica. ¿La pérdida de las tres hijas que Joan Amat tuvo con su primera mujer Maria Anna podría explicar esta implicación a favor de la educación de las niñas? ¿Ese dolor y memoria sobre los Amat pudo de algún modo impulsar la financiación de la escuela? No hay evidencias para afirmarlo. Pero apenas sabemos de los sentimientos de los que nos precedieron.

Lo que sí está claro es que los hombres y las mujeres de la familia Amat, las réplicas virtuales que propone el museo a través de la tableta, analizarán de forma diferente la casa que compartieron. Eulàlia y Josepa, obligadas a ocupar el segundo círculo de poder. Joan y Gabriel, educados para el poder.

Hemos dejado para el final a la última sombra de la familia Amat, que también nos podrá conducir a través de las estancias de la casa de esta familia patricia. Es Paquita, la minyona. Además de compartir con sus señoras el sesgo de género, aportará el de clase. Sus ojos serán los del subordinado; su mirada, la de los abajo.

Los historiadores tienen muy clara la ubicación de la habitación de la minyona en casa de los Amat porque el habitáculo conserva el timbre que sonaba cuando los amos la requerían. Por cierto, la segunda mujer de Joan Amat fue una de sus criadas, Teresa Balletbó, de la cual enviudó sin descendencia. ¿Un matrimonio forjado en el amor? Joan Amat bebía del tradicionalismo de gran impronta conservadora en el ámbito rural de la época. Y las diferencias entre clases sociales eran insalvables; la distancia, casi estamental. ¿Un señor y una criada casados legalmente?

Más allá de los cuentos de las telenovelas actuales sobre amores interclasistas, las evidencias históricas apuntan a brutales servidumbres por razón de sexo y clase. Así que sorprende la pareja Teresa-Joan. “Pudo haber amor”, admite Luengo. O, sencillamente, un señor acostumbrado a hacer su voluntad y de fuerte personalidad pudo hacer frente sin problemas a los convencionalismos de la época. Respecto a este aspecto de la vida de Amat, tampoco contamos con evidencias históricas que expliquen su elección matrimonial.

Más preguntas: ¿Por qué Viladecans decidió montar este museo? “Porque conservamos la casa, mobiliario del siglo XIX y XX, murales originales en las paredes del salón, un bañera de la época, una comuna que conecta con un pozo ciego…y la oportunidad de poner luz sobre parte de la historia contemporánea de Viladecans”, responde el director del Museo de Viladecans. El impulso definitivo al proyecto se produjo en 1994. Otra Eulàlia, la última de los Amat, murió ese año y cedió a través de su testamento al ayuntamiento de la ciudad la casa familiar que durante casi dos siglos ocupó las actuales instalaciones del museo. Fue la última de la saga y nieta del patriarca..III

En busca del pasado conjunto

Es una de las propuestas que los responsables del museo de Viladecans ponen sobre la mesa y valoran impulsar en colaboración con todos los actores implicados: crear un itinerario museístico conjunto en la comarca. El Museu i Parc Arqueològic Mines de Gavà nos ofrece pistas sobre el neolítico en lo que hoy es el Baix Llobregat. Las termas romanas de Sant Boi hacen lo propio respecto a la expansión de Roma hasta el río Llobregat. En Castelldefels, el museo de la piratería dibuja la estampa histórica de las poblaciones costeras siempre a la defensiva ante la llegada de piratas durante la edad moderna.

Y ahora, Ca n’Amat, en Viladecans, se sumerge en la época contemporánea, justo antes del estallido industrial. Se trataría de diseñar una visión conjunta, un itinerario coherente y un único ticket para visitar las diferentes sedes museísticas. Es una propuesta aún en ciernes con el objetivo último de ofrecer también un itinerario pedagógico a las jóvenes generaciones de la comarca. Estudiantes de primaria y secundaria podrían así acercarse al pasado del Baix Llobregat, más allá del conocimiento de la realidad industrial, urbana y metropolitana de hoy.

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