Ambas crecieron en un entorno donde el fútbol femenino aún no tenía la visibilidad actual. Gala recuerda que, en sus primeras ligas: “Era difícil encontrar un equipo femenino para jugar, de hecho la liga era mixta porque no había equipos suficientes.” Nicole lo resume con otra frase contundente: “No había tantas referentes, teníamos que abrir camino y demostrar que las chicas también podemos jugar a fútbol.”
Gala pasó por clubes como Marianao-Poblet, Molins de Rei, Cornellà y Fontsanta-Fatjó, llegando a competir en la máxima categoría catalana. Su evolución estuvo marcada por jugar contra rivales más mayores: “La mayor parte de mi etapa en el fútbol base la he jugado con gente mayor que yo, y tuve que aprender que no por eso tenía que jugar con miedo.”
Nicole también recuerda sus inicios en el fútbol base: “Empecé en Santo Ángel, luego pasé por Castelldefels, Viladecans y finalmente el CE Europa. Cambiaba de posiciones según lo que el equipo necesitaba: de punta, lateral o extremo.” Esta versatilidad le permitió desarrollarse y evolucionar tanto física como tácticamente. Una de sus experiencias más formativas fue jugar un año con chicos de su edad: “Al principio pensé ‘¡ay, qué vergüenza!’, pero enseguida me sentí parte del grupo y eso me ayudó a crecer mucho como jugadora y como persona.”
Gala Corbacho añade otra anécdota que refleja la competitividad del fútbol base: “Recuerdo un partido en que perdimos 7-0 y aun así me fui contenta a casa, porque me había divertido y aprendido mucho. Aprender a disfrutar el fútbol fue clave para mi crecimiento,” reafirma.
La oportunidad de cruzar el Atlántico llegó en momentos distintos, pero con el mismo propósito: seguir creciendo como futbolistas y personas. Gala tenía 18 años cuando recibió la oferta: “Sentía que necesitaba un cambio, y ese fue mi punto de inflexión para decir: lo voy a hacer.” Fue la agencia Keystone quien gestionó su proceso, con vídeos y un currículum futbolístico como carta de presentación.
Nicole, también con 18 años, recuerda los nervios y la ilusión del momento: “Me contactaron a través de vídeos y un showcase. Al principio dudaba, porque era un paso muy grande, pero al final pensé que era una experiencia que no podía dejar escapar.” No se arrepiente.
Ambas se fueron solas, aunque pronto descubrieron que no estaban tan lejos de casa: coincidieron con otras españolas en sus equipos universitarios. “La noche anterior a irme lloré muchísimo, pero mis padres me apoyaron y me dijeron que, si realmente no quería, estaba bien dar un paso atrás. Eso me dio confianza”, explica Nicole Navarro.
Los primeros meses en Estados Unidos no están siendo fáciles. Gala lleva poco más de un mes. Vive en Council Bluffs, en Iowa, y estudia y juega en el Iowa Western Community College. La jugadora reconoce que “los primeros días fueron difíciles. Es una vida totalmente distinta. Sobre todo a mí me costó el idioma, pero por suerte me adapté muy rápido.” Nicole coincide: “Lo que más cuesta al principio es el idioma y estar lejos de la familia. Pero a la vez te abre mucho la mente, aprendes a valorar cosas que antes dabas por hechas.” Nicole recuerda con humor y como una anécdota cuando tuvo que improvisar para comunicarse: “No sabía cómo decir ‘aspiradora’, así que empecé a hacer ruidos y gestos, y ellos entendieron. Nos reímos un montón y me ayudó a romper el hielo.”
Nicole lleva en Estados Unidos desde el verano de 2022, tres años ya, y ha vivido en Nebraska y en West Virginia, concretamente en Huntington. Actualmente juega en el Marshall Women’s Soccer, con el 10 a la espalda.
El fútbol también era distinto en el Baix Llobregat. Gala lo define sin rodeos: “En España es todo mucho más técnico, y aquí todo es físico. Si quieres destacar, necesitas resistencia y fuerza.” Nicole añade: “Cada entrenamiento se vive como si fuera la final más importante de tu vida. Esa intensidad es lo que más me sorprendió” relata.
En Estados Unidos, ambas jugadoras baixllobregatinas notaron enseguida la diferencia en la importancia social y económica que allí se da al deporte femenino. Gala destaca: “Se les da muchísima importancia a todos los deportes, tenemos todas las instalaciones con las máximas actualizaciones posibles. Nunca nos falta de nada.”
Nicole la complementa con matices: “En España hemos avanzado mucho, pero todavía falta. En EE.UU el fútbol femenino tiene visibilidad real y apoyo de la gente. Es increíble jugar y sentir que todo el esfuerzo se valora”. Nicole cuenta que su club le regaló las botas y que recibe cuidados y servicios incomparables: “Es una pasada. Por ejemplo, nos han dado unos sujetadores deportivos con GPS que miden lo que corremos, lo que aceleramos, lo que paramos, el latido del corazón… Todo nuestro rendimiento”.
“Visión de juego y golpeo” asegura Gala, que juega de extremo, son sus mayores cualidades. Nicole, por su parte, es una pichichi nata que juega “de 9”: “Yo vine aquí y mis dos primeros años gané las nacionales en el Junior College, dos años seguidos y me llevé un anillo y el último año fui MVP del torneo (la mejor jugadora) y fue una pasada. Marqué el gol de la final. Fue todo genial y de ahí fiché por el equipo de Huntington en el que estoy ahora”.
La lejanía con el hogar no es fácil. Gala admite que lo más echa de menos “es la familia y el poder ir a los sitios andando sin depender de un coche.” Nicole coincide: “Lo más duro es estar lejos de los míos, pero a la vez eso me ha hecho crecer como persona y valorar lo que tengo.”
Ambas revelan que la experiencia las está marcando. Gala apunta que ha aprendido a ser más independiente y organizada: “Ahora cocino, limpio, estudio y entreno sola. Esto te enseña a valerte por ti misma.” Nicole lo resume así: “Aquí he descubierto hasta dónde puedo llegar cuando me esfuerzo. Eso me lo guardo para toda la vida.”
Aunque disfrutan de la aventura americana, ninguna de las dos se ve allí a largo plazo. Gala lo ratifica sin rodeos: “Me está gustando mucho la experiencia pero EE.UU no es un sitio donde vivir, así que, sin duda, volveré a España.” Nicole, más abierta a nuevas posibilidades, no descarta probar un futuro profesional en América, pero con prudencia: “Si llega una oportunidad, la valoraré. Pero lo importante es salir de aquí con una carrera universitaria y experiencias que me abran puertas.”
Ambas sueñan con dejar huella. Gala confiesa que le gustaría “ganar los campeonatos nacionales aquí (con el Iowa Western Communituy College) sería una experiencia única y muy difícil de igualar”, admite. Nicole aspira a seguir vinculada al fútbol de manera profesional
La reflexión final de Gala glosa todo lo que significa este viaje para ellas: “No busques lo fácil, aunque lo difícil no guste o cueste al principio, merece la pena la sensación de satisfacción cuando logras lo que tanto has luchado. Todo esfuerzo a la larga tiene recompensa”. Nicole agrega un consejo para las que vienen detrás: “Que nunca piensen que el fútbol es solo cosa de chicos. Si tienen un sueño, que lo persigan, porque vale la pena. Tú no te vas a otro sitio teniendo la decisión clara, siempre vas a tener miedo, pero lo que tienes que hacer es hacerlo con miedo, el fracaso es no intentarlo”, enarbola como bandera. III
| Deportistas universitarias de altura |
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Gala Corbacho y Nicole Navarro viven una rutina exigente. Gala estudia business y Nicole quiere ser profesora. Por su parte, Gala explica: “O estás en clase, o estás en el gimnasio, o estás entrenando. Y cuando no haces nada de eso, tienes que hacer deberes. Aprendes a gestionar tu tiempo y tu vida por completo.” Nicole añade: “Aquí el deporte universitario está súper estructurado. Tenemos vestuarios, campos, recuperación, fisioterapia y nutrición especializada. Te valoran como deportista y como estudiante.” |