Viladecans no solo acaba de encender la llama de la Navidad; va más allá. Va a ensamblarla detalle a detalle, con la complicidad de toda la ciudad. Como si cada vecino, cada comercio y cada entidad sostuvieran una pieza distinta pero que encajen entre sí, el municipio entero se va a volcar en construir estas fiestas como un gran puzle compartido bajo un lema que lo dice todo: “En Viladecans, una Navidad muy nuestra”. Y en ese “nuestro” cabe mucho más que luces, pesebres y villancicos: cabe teatro de calle, cultura, comercio local y mucha, mucha ilusión.
La Navidad de Viladecans arrancó oficialmente el pasado 26 de noviembre de la mano de tres hadas, cuando el árbol gigante de la plaza de la Vila se iluminó como la primera ficha sobre un tablero imaginario. A partir de ahí, las piezas del Belén local han ido sucediéndose y encajando: los dioramas de la Torre Baró, la iluminación callejera (que este año se alarga hasta la medianoche) y doce figuras gigantes en tres dimensiones que parecen vigilar a los transeúntes, conchabadas con el ir y venir de la ciudad. “Esta va a ser una Navidad de proximidad, muy nuestra y a la vez de todos”, como la ha definido la alcaldesa de Viladecans, Olga Morales.
La campaña gráfica navideña municipal y la cartelería refuerzan esa idea coral: vecinos y comerciantes aparecen dentro de cajas de regalo, mostrando productos, recuerdos y pequeños rituales navideños. No es solo una imagen; es una declaración de intenciones. La Navidad, en Viladecans, no se consume: se comparte y se construye entre todos. “Apostamos más por la cultura, el teatro en la calle y la comunidad que por la iluminación”, ha explicado Morales, en un guiño a las entidades locales, los botiguers y restauradores y, como no, a los ciudadanos.
Con estos mimbres, una de las piezas centrales del puzle vuelve a ser el festival Al Carrer Nadal, que celebra su cuarta edición del 28 al 30 de diciembre. Dieciséis espectáculos y cuatro instalaciones artísticas convertirán plazas y calles en escenario abierto, con propuestas de teatro, circo, magia, acrobacias, clown y música. Ocho de ellas serán itinerantes, para que la sorpresa se desplace y el público no tenga que buscarla: la magia pasa a su lado. “La edición de invierno de Al Carrer es mucho más familiar que la de verano, se hace en horario diurno pensando justamente en las familias”, ha puntualizado Xavier Campón, director del certamen.
El festival apuesta mayoritariamente por compañías nacionales, sin renunciar a la mirada internacional con la presencia de Kiai (Francia) y One Shot (Bélgica). Desde el humor crítico de “Bye Bye, Confetti” de La Baldufa Teatre —Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud— hasta el vértigo acrobático de “Pulse” o la complicidad barroca de “Gran Sonata”, el programa se despliega por la plaza de la Vila, la Rambla Modolell, el parque del Torrent Ballester y otros rincones que estos días laten distinto.
El impulso al tejido comercial local se refuerza estas fiestas en la ciudad con una nueva emisión de Bonos Vilawatt: 3.720 bonos que permiten a sus portadores gastar 50 euros pagando solo 25 en casi 300 establecimientos. Un incentivo que no solo aligera el bolsillo, sino que añade otra pieza al puzle: comprar en casa también es una forma de celebrar. La seguridad, además, se refuerza con patrullas a pie en el eje comercial durante toda la campaña. “El comercio y la restauración local ofrecen muy buenas ideas para regalar”, ha reconocido la alcaldesa. Incluso la gastronomía y la literatura van a encontrar su encaje en la Viladecans de la Navidad contagiosa: obradores que reinventan el turrón —con reconocimientos nacionales incluidos— y cuentos infantiles de autoras locales donde el Tió se convierte en protagonista literario.
Para hacer todavía más interesante este cubo de Rubik nadalenc en Viladecans se acabará el año por todo lo alto: con las Campanadas Infantiles, el desfile del Home dels Nassos, el Tió Gigante, Els Pastorets, conciertos solidarios y recitales de villancicos que van a ir completando el collage, milímetro a milímetro. Sin prisas, pero sin pausas.
El postre del puzle llegará nada más comience enero. El Campamento Real en los jardines de Can Modolell y la Cámara Real en la Torre Baró —con videomapping protagonizado por la estrella de Navidad y que este año "cambia de historia", como ha avanzado la teniente de alcalde de Sostenibilidad Social y Servicios a la Ciudadanía, Irene Reus— invitarán a vivir la espera de los Reyes Magos como una experiencia inmersiva. La Cabalgata del 5 de enero, con escuelas de baile locales y puntos inclusivos para personas con discapacidad, volverá a recordar que la ilusión no entiende de edades.
Cuando todas las piezas encajen, la imagen navideña de la ciudad será tan original como nítida. En su marco invernal, Viladecans no presumirá de una Navidad espectacular y fosforescente con deslumbrantes luces led, pero sí de una Navidad común construida con “más intensidad” que nunca, ha asegurado Olga Morales. Y quedará para los retos un puzle colectivo donde cada gesto y cada detalle cuenta y donde, al final, lo importante no es la foto completa, sino el proceso de armarla individualmente y, a la vez, juntos. “Todos suman”, ha subrayado la alcaldesa.