Sant Boi ha vuelto a convertirse este largo puentredel 11 al 14 de septiembre en un gran escenario a cielo abierto. Durante cuatro días, el ya mítico Festival Altaveu ha desplegado su magia y ha recordado por qué, después de 36 ediciones, sigue siendo una de las citas musicales más queridas y esperadas de Cataluña y la reina de los festivales del Baix Llobregat.
El arranque del Altaveu 2025 fue de película: la producción Sail on, Sailor! puso a Brian Wilson y a The Beach Boys en el centro de la plaza de l'Ajuntament, reinterpretados con cariño y frescura por músicos de la propia ciudad. La gente llenó cada rincón, coreó, bailó y se dejó llevar por un homenaje que olía a salitre y verano californiano.
Pero la gran sacudida llegó con Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, que convirtió la céntrica plaza que alberga la Casa de la Vila en un hervidero de kinkidelia, sudor y fiesta colectiva. No hubo hueco para la indiferencia: el público se entregó al ritmo hasta la última nota. Minutos después, Pau Vallvé bajó el tempo con las canciones de Agorafília, provocando uno de esos silencios que solo se dan en los conciertos verdaderamente emocionantes, cuando miles de personas escuchan en calma.
Los Jardines del Ateneu se convirtieron en territorio de descubrimiento: Cantes Malditos mezcló flamenco jondo y blues pantanoso como si Delta y Andalucía se dieran la mano, mientras que Remei de Ca la Fresca agitó conciencias con su propuesta radical. Allí también nacieron nuevos nombres para el futuro: Vecinos, Bons Nois, Koré y Mapache Gris, que se ganaron al público y dejaron claro que el relevo generacional está en marcha.
Para quienes buscaban intimidad, el Teatro Cal Ninyo ofreció refugio acústico. Allí, artistas como Caracazador o Violeta Veinte demostraron que a veces una voz y una guitarra son suficientes para llenar un escenario de magia.
El espíritu familiar tuvo su momento con Altaveu en Familia y el desenfadado concierto de Punkgrossos, que transformó la plaza en un patio de recreo sonoro donde niños, padres y abuelos compartieron pogo y sonrisas.
Los Premios Altaveu añadieron el toque de reconocimiento y memoria, premiando a artistas como Momi Maiga, Lucía Fumero o los históricos Los Sírex, recordando que el festival no solo celebra la música, sino también a quienes la hacen posible.
En total, 8.000 personas han disfrutado de esta edición, que ha vuelto a demostrar que el Altaveu es mucho más que un festival: es un espejo de la ciudad, una cita para descubrir, sentir y compartir y dejarse empapar por todo tipo de músicas. Durante el recién concluido festival, Sant Boi ha sonado a libertad, a riesgo y a creatividad durante cinco días, y ya empieza la cuenta atrás para la próxima edición, que como siempre, tratará de superar a su antecesora..