El Llobregat

Descubre cómo la Unión Europea ha transformado L'Hospitalet y el Baix Llobregat en solo 40 años

A PORTADA

Laura García Martínez | Viernes 05 de septiembre de 2025
En el 40 cumpleaños de la adhesión de España a la UE, L’Hospitalet y el Baix Llobregat presumen de mejoras gracias a la ayuda europea. Los fondos estructurales de la Unión han financiado infraestructuras esenciales pero muchos se han desaprovechado por la mala gestión.

Hace cuatro décadas, L’Hospitalet y el Baix Llobregat empezaron a escribir el que seguramente ha sido y está siendo el mejor capítulo de su historia. ¿Por qué el mejor? Porque este pasado 12 de junio de 2025 se han cumplido los 40 años exactos de la firma del tratado de Madrid que supuso la adhesión de España a la Unión Europea (UE), un gesto crucial para el futuro desarrollo económico, social y urbano del país. Resulta incuestionable que la pertenencia a la Europa comunitaria solo ha aportado beneficios al territorio que se han traducido en cambios palpables en la vida cotidiana de sus ciudadanos, de la mano del desembarco de fondos de ayuda, normativas y programas europeos que han impulsado con fuerza la modernización y la cohesión local.

Quizá tenemos la idea de la Unión Europea como algo lejano, algo frío, complicado de entender, muy político… Pero lo cierto es que la política europea afecta directamente en nuestro día a día y rige nuestras normas. Por lo tanto, a en la práctica, la imagen de “Bruselas” como institución no está tan desconectada de nuestras vidas cómo podríamos llegar a pensar. La Unión Europea es, y ha sido desde aquella firma en junio de 1985, un actor que ha transformado nuestros municipios: infraestructuras, financiación, comunidad, cultura, valores…

El impacto, según Guardans

Ignasi Guardans, abogado y ex-eurodiputado catalán, resume con precisión el impacto de la UE en el Baix Llobregat y L’hospitalet: “Europa ha sido el socio invisible que ha hecho posible la transformación silenciosa pero profunda de todo el territorio”. Y no exagera. Desde 1986, los fondos estructurales europeos han financiado la renovación de infraestructuras esenciales, la regeneración urbana y proyectos medioambientales que han cambiado la fisonomía de municipios como El Prat, Sant Boi, Cornellà o Sant Feliu, por ejemplificar.

Ignaci Guardans

Guardans recuerda algunos ejemplos concretos: “En El Prat, la conexión intermodal tren/AVE-metro-aeropuerto; en Sant Boi, proyectos de eficiencia energética y la rehabilitación de las Termas Romanas; y en Cornellà, programas de empleo juvenil que ayudan a la inserción laboral”. Además, destaca la mejora en accesibilidad y movilidad para personas con discapacidad, fruto de la legislación y financiación comunitarias.
El también ex-eurodiputado barcelonés Jordi Cañas aporta una mirada crítica pero constructiva sobre la ejecución de estos recursos: “España siempre ha adolecido de una incapacidad por parte de los ayuntamientos y entes locales para saber gestionar adecuadamente los fondos europeos”. En muchos casos, se ha ejecutado menos del 60% de lo disponible y, en el caso del fondo de recuperación post-Covid-19 Next Generation, solo un 30%, lo que Cañas califica de auténtico “desastre”.

Falta de visión estratégica

Este diagnóstico apunta a la necesidad de mejorar la formación técnica y la capacidad de gestión en los municipios: “La UE tenía programas de formación para que los funcionarios pudiesen gestionar bien los fondos, pero no siempre hemos sabido aprovecharlos”. La falta de planificación a largo plazo y de visión estratégica también afecta la capacidad de transformar esas oportunidades en realidades tangibles. Y esta es un poco la clave de la Unión Europea. Cañas destaca: “La Unión Europea siempre tiene la mirada en el futuro, trata de anticiparse a los retos que aún están por venir” y pone entre los ejemplos la ley pionera de la IA o el cargador único, asuntos que hoy en día son una realidad normalizada en nuestro presente pero que, en su momento, sonaban a extraterrestres.

Jordi Cañas

Más allá de los grandes proyectos, la UE regula aspectos cotidianos que afectan a todos los ciudadanos: “Entre el 70% y el 90% de la legislación básica y más importante proviene de Bruselas y luego los estados miembros adaptan sus normativas a estas directivas”, explica Cañas. Desde el uso obligatorio de cargadores USB-C, pasando por la regulación de pesticidas o el etiquetado de alimentos, hasta la garantía de derechos del consumidor o las normativas de movilidad, Europa actúa como garante de derechos y árbitro neutral.

Aportaciones con baja visibilidad

Sin embargo, la visibilidad de estas aportaciones sigue siendo baja: “¿Qué se puede hacer para reforzar ese vínculo con Europa? Hay que visibilizarlo, hacer que la gente sepa que este proyecto se está haciendo, está financiado por la UE”, plantea Cañas. Este reto de comunicación es crucial para que los ciudadanos sientan a Europa como un proyecto propio y cercano. En los fondos europeos es el gobierno central quien los reparte y los municipios quienes los gestionan. Muchas veces son “medallas de éxito” para los partidos, si se consigue llevar a buen puerto un proyecto financiado por la UE, y en cambio, cuando hay una una mala gestión o aplicación se culpa a “Europa”, algo que hace que los ciudadanos no sean conscientes de hasta qué punto la UE está detrás de una obra o una iniciativa positiva y se vea como algo más lejano, algo que repercute en la especial desafección política que hay en las propias elecciones europeas.

Guardans insiste en que la UE se construye desde abajo: “Los municipios del Baix Llobregat han sido actores importantes en la innovación en políticas sociales, en el estímulo a la participación ciudadana y en acciones de sostenibilidad urbana”. La colaboración entre ciudades europeas, el hermanamiento local y la integración de la perspectiva europea en la gestión municipal han permitido aprovechar mejor las oportunidades. El Baix Llobregat, con su pasado industrial y su actual diversidad económica, ha sabido transformar espacios degradados en entornos más habitables y sostenibles, como la recuperación del entorno del río Llobregat o la modernización de la planta de tratamiento de aguas residuales de Sant Joan Despí, ambos proyectos apoyados por la UE.

400 millones en Next Generation

Con una estrategia proactiva, la comarca del Baix Llobregat ha sido una de las más exitosas en la captación de ayudas europeas. Hasta febrero de 2024, el territorio había recibido casi 400 millones de euros en el marco del Plan Next Generation. Buena parte de este éxito se debe a la creación de una Oficina Comarcal de Proyectos Europeos, que da soporte técnico y estratégico a las pymes para acceder a financiación en digitalización, sostenibilidad e industria 4.0.

La relación entre la UE y este territorio no es nueva. A lo largo de las últimas cuatro décadas, L’Hospitalet y el Baix Llobregat han recibido el impulso de múltiples programas europeos, que han dejado una huella profunda en su infraestructura, economía y cohesión social. En 2006, la planta desalinizadora de El Prat, construida con fondos de cohesión de la UE, cubrió el 65 % del coste total y que garantiza el suministro de agua a buena parte del área metropolitana. También el Trambaix, el tranvía que une L’Hospitalet, Cornellà y Sant Feliu fue cofinanciado indirectamente con fondos europeos, mejorando la movilidad sostenible.

Tecnología y Parc Agrari

De la UE también recibimos 1,2 millones de euros en el programa IgualBaix, que ayudó a integrar laboralmente a colectivos vulnerables como jóvenes, mayores de 45 años, mujeres e inmigrantes. Y fondos también para programas de I+D en el Parc Mediterrani de Tecnología, donde se creó un polo de innovación en Castelldefels junto a la UPC y otras entidades. Además, la iniciativa europea FoodCLIC – Parc Agrari, para preservar el Parc Agrari del Baix Llobregat, reforzando su gestión sostenible, inclusiva y cultural.

Y quizás lo más destacado es la transformación de la industria, con una inversión prevista de 170 millones de euros, un plan que busca modernizar la industria hacia la digitalización y la movilidad eléctrica.

15,8 millones de euros en vivienda

La transformación también ha llegado a la vivienda. En febrero de 2025, el Área Metropolitana de Barcelona firmó convenios por valor de 15,8 millones de euros (dentro de un plan más amplio de 100 millones en fondos europeos) para la rehabilitación energética de 1.823 viviendas, muchas de ellas en L’Hospitalet y el Baix Llobregat. Esta actuación prioriza la eficiencia energética, el confort de las familias y la reducción de emisiones, en línea con los objetivos climáticos de la UE.

La experiencia de L’Hospitalet y el Baix Llobregat demuestra cómo los fondos europeos pueden ser motores de cambio real. Desde el abastecimiento de agua hasta la movilidad urbana, la digitalización industrial o la rehabilitación energética de viviendas, la UE ha contribuido a construir ciudades más verdes, cohesionadas e innovadoras. El territorio se erige así como un modelo europeo de transición ecológica y digital, capaz de aprovechar las oportunidades del presente para asegurar un futuro más justo y sostenible.

El reto de acceder a los fondos

Los municipios coinciden en que, a pesar de los logros, el acceso a los fondos europeos sigue siendo un reto: “Muchos programas europeos están diseñados pensando en grandes ciudades”, afirman desde Sant Boi. En Sant Just Desvern las fuentes consultadas también señalan “la complejidad burocrática y la carga administrativa” como barreras para municipios medianos.
De cara al futuro, las prioridades están claras: transición energética, cohesión social, vivienda y digitalización. Basagañas lo resume así: “Solo una Europa fuerte y unida puede tener protagonismo en el nuevo orden mundial”. Y desde Sant Boi lanzan un mensaje contundente: “Europa está en nuestros barrios, en los proyectos que mejoran nuestra calidad de vida (...). Porque una Sant Boi mejor también pasa por una Europa más fuerte y cercana”.

Así que, cuarenta años después, Europa sigue construyéndose desde lo local. En Sant Boi y Sant Just Desvern, los valores europeos de sostenibilidad, justicia social y participación ciudadana están más vivos que nunca. Lo que empezó en Bruselas en 1986, hoy se traduce en parques, escuelas, movilidad verde y oportunidades para la juventud del Baix Llobregat.

Democracia frente a los populismos

Los ex eurodiputados Jordi Cañas e Ignasi Guardans coinciden en los grandes retos que enfrenta la UE: reforzar la democracia frente a los populismos, aumentar la autonomía estratégica en un mundo complejo y proteger la justicia social para que nadie quede atrás. Para el Baix Llobregat y L’Hospitalet, esto implica seguir apostando por la innovación, la cohesión social y la participación ciudadana.
Guardans concluye: “Europa debe dejar de ser algo de fuera y pasar a ser algo que hacemos juntos”. Solo así la Unión Europea seguirá siendo un motor de progreso y bienestar para las generaciones presentes y futuras. III

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