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Mercabarna ambienta la nueva propuesta de Espinosa | Laura Latre
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Mercabarna ambienta la nueva propuesta de Espinosa | Laura Latre

Una historia de amor: De Polseres Vermelles a Mercabarna

miércoles 19 de noviembre de 2014, 22:39h
Por Elena Macián - Con la colaboración de Sala 1 - Revista Digital de Cine http://revistasala1.com/
Pocas veces un cortometraje disfruta de tantas atenciones como Pitahaya, la vuelta a la dirección cinematográfica del guionista catalán Albert Espinosa tras la comedia romántica No me digas que te bese porque te besaré, estrenada en el año 2008. “Lo de No me pidas que te bese… fue una aventura. Nunca fue una profesión para mí, yo no soy director: soy guionista.

Pero cuando hay historias, como la de No me pidas…, de chicos especiales, o ésta, que es la historia de un niño, las puedo conectar mucho con cosas mías, y entonces me lanzo”, explica Espinosa, y añade: “Yo creo que, al final, cuando tienes una historia pequeñita, como era ésta, no la puedes estirar para hacer un largo, un libro o una serie. Era una historia que tenía desde hace tiempo sobre un niño que se perdía y que tenía que elegir cosas importantes de su vida, y me daba un poco igual: he hecho cine, teatro, películas… Y pensé: ‘Por qué no hacerla en corto’. Y cuando descubrí Mercabarna pensé que era el momento. También quería cambiar un poco después de 4 años haciendo Polseres Vermelles”.

El éxito de Pitahaya no es debido a que el cortometraje, formato apreciado por cineastas, críticos y cinéfilos pero olvidado por todos los demás, se esté finalmente haciendo un hueco entre el gran público. Es porque el nombre Albert Espinosa es una garantía de éxito sea cuál sea el producto al que vaya asociado (y va asociado a muchos: películas, series de televisión, libros y obras de teatro).

La afición por Albert Espinosa y su positividad incluso ha cruzado el Atlántico. Polseres Vermelles ya tiene su remake americano, Red Band Society, emitida por la cadena HBO, y Pitahaya ha ganado el premio al Mejor Cortometraje Narrativo en el UrbanWorld Film Festival en Nueva York, uno de los festivales cuyo palmarés está automáticamente clasificado para optar a una nominación al Oscar. “Saber que eres una de las 44 personas en el mundo que pueden conseguirlo te hace muy feliz. De 20.000 o 30.000 cortos al año, poder ganar uno de los 44 festivales que te dan el pase…”, dice Espinosa, para quien volver a casa con la estatuilla sería “un sueño”.

Y es que Pitahaya cuenta, en sus casi 15 minutos, con todas las bazas con las que Espinosa consigue meterse al gran público en el bolsillo: un niño que no es como todos los niños y que se plantea reflexiones más propias de una persona adulta; una historia blanca y tierna, un cuento, el de un niño que se pierde y decide ser valiente; una simbología fácilmente reconocible –esa fruta tropical, la pitahaya, y su forma de corazón, acentuada gracias a la perspectiva en el cartel del cortometraje-; una buena banda sonora y una reflexión optimista y para todos los públicos, marca de la casa.

Escenario y patrocinio: Mercabarna
Además de una cobertura mediática fuera de lo común, Pitahaya también goza de un patrocinio privilegiado: el del Ajuntament de Barcelona y el de Mercabarna, escenario del cortometraje y casi un personaje más. Como escenario, Mercabarna es una apuesta interesante. “Yo tenía la idea desde hace años, buscaba sitios, pensaba en qué ciudad podría rodarla, dónde se puede perder, y quería que tuviera un aire un poco Nouvelle Vague… Un día me dijeron que había un sitio que se llamaba Mercabarna, fui y me enamoré”, dice Espinosa. En el preestreno del film, que tuvo lugar en el antiguo Mercat del Born de Barcelona (ahora Centre Cultural El Born), añadió: “Tuve la sensación de descubrir un lugar que vivía de día, vivía de noche, donde había muchas historias tiernas, y un día me encontré con un colegio que iba por la mañana a hacer una visita, los seguí y me fascinó cuando descubrieron la pitahaya.

Todos los niños se quedaron mirándola, no sabían si era un corazón en llamas, si era una fruta o si era una flor… Y tuve la sensación de que ahí estaba una parte del corto que todavía no había escrito”. Un corto en el que destacan las actuaciones de sus protagonistas, el consagrado Francesc Garrido (Smoking Room, Mar Adentro) y Rubén Sánchez, que con sólo 10 años es la auténtica revelación del cortometraje.

Las cámaras no eran una novedad para el joven actor, que ya formó parte del reparto de La estrella, de Alberto Aranda, en el año 2013.

El futuro
En los últimos cinco años, Albert Espinosa ha escrito y dirigido dos obras de teatro: El fascinante chico que sacaba la lengua cuando hacía trabajos manuales (Teatre Lliure, 2009) y Els nostres tigres beuen llet (Teatre Nacional de Catalunya, 2012); ha escrito otra, El gran secreto, el pequeño secreto (Teatre Nacional de Catalunya, 2009); ha escrito el guión del largometraje Héroes (2010); ha sido creador y guionista de la serie de televisión Polseres Vermelles y ha publicado tres libros, Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo (2010), Si tú me dices ven, lo dejo todo… pero dime ven (2011) y Brújulas que buscan sonrisas perdidas (2013). En marzo de 2015 publicará el próximo, del que afirma que es muy distinto a lo que ha hecho anteriormente. “Sí que quiero hacer una película del libro de marzo. Creo que es un cambio respecto a todo lo que he escrito antes y sí que me gustaría poder rodarlo. Ya hay conversaciones con productoras americanas e italianas para poder hacer la película, y realmente me entusiasmaría. Ojalá el libro de marzo se pueda convertir en una película en junio, pero la incertidumbre siempre está ahí y nunca sé lo que haré”.

En El mundo amarillo, su primer libro, en el que habla de lo que le enseñó la lucha contra un cáncer que le robó una pierna, un pulmón y parte del hígado, Espinosa hablaba del shock que sintió cuando le dijeron que estaba curado. “Me quedé helado. Fue extraño. Lo que mejor sabía hacer en la vida era luchar contra el cáncer y ahora me decían que estaba curado”. Ahora, casi 20 años después, afirma, con optimismo que lo caracteriza, que lo que mejor se le da es “intentar ser feliz. Creo que ser feliz es imposible pero que intentar serlo es lo más importante que hay en la vida. Creo que se me da bastante bien intentarlo, y creo que la vida se basa en la incertidumbre, en que te pasen cosas… Y esto se demuestra ahora en el corto: era un corto pequeñito y de repente se ha convertido en algo muy gordo. La incertidumbre siempre está ahí, nunca sabes cuál es el proyecto que puede funcionar.

Podría haber hecho una peli de millones de euros y que nunca hubiera llegado a ningún sitio. Creo que es bonito arriesgarse, y hacer cosas aunque la gente te diga: ‘Quizá ya no es tu momento, ¿no? Tienes que hacer cosas mucho más grandes’. Pero me apetecía hacer una cosa pequeña”.
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