Estadísticas e informes reflejan que la edad a la que los menores desarrollan su primer acceso a internet y las nuevas tecnologías sigue disminuyendo. En ese sentido, se estima que el uso del ordenador entre la población infantil, comprendida entre diez y quince años, es prácticamente universal. Además, el uso de teléfonos inteligentes y tabletas, por parte del colectivo de menores, también crece.
La tecnología se ha convertido en elemento fundamental en la vida de los jóvenes. Son los llamados nativos digitales, nacieron y crecieron en la era de la red de redes.
En el entorno educativo, uno de los principales retos consiste en que los niños utilicen internet para sus procesos de aprendizaje, dado que a partir de los nueve años se estima que la mayoría de ellos ya lo han incorporado plenamente, sobre todo a su tiempo libre.
No obstante, cabe señalar que los educadores de etapas infantiles advierten que, si bien el sonido, la imagen o el movimiento pueden comportar aspectos muy atractivos para los niños, a edades tempranas necesitan experimentar más el desarrollo psicomotriz y el contacto real con la naturaleza y los objetos.
Desde la perspectiva pediátrica, ser un analfabeto digital supone una barrera para el futuro, por lo que es necesario que los menores sepan manejar las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), y que sus progenitores conozcan el uso adecuado de las mismas para poder llevar a cabo el necesario proceso educativo.
El principal problema que conlleva la utilización de los nuevos medios de comunicación radica en el uso desmesurado de los mismos. Así, diversos estudios demuestran que los menores invierten un tiempo excesivo ante dispositivos electrónicos, en defecto de otras actividades que resultan fundamentales para el adecuado desarrollo, como las actividades deportivas y al aire libre, el juego tradicional, y las relaciones sociales con otros menores o con los padres.
Asimismo, la capacidad multitarea que desarrollan los nativos digitales les conduce a dedicar el menor tiempo posible a una labor determinada, con el riesgo de ser menos productivos, presentar dificultad para concentrarse y preferencia a cambiar rápidamente de un tema a otro. Por tanto, entre las carencias se apuntan el aprendizaje de competencias analíticas e intelectuales, con independencia de la rapidez para procesar la información que reciben.
En la edad adolescente, los menores son mucho más celosos de su intimidad y, en ese caso, el mayor riesgo es ser acosado o ser acosadores, además de la adicción a las pantallas.
Por otra parte, la posibilidad de que el uso continuado de las nuevas tecnologías esté generando cambios en la estructura del cerebro de los niños se ha debatido, de forma reiterada entre los expertos. Así, se considera que se produce una importante estimulación del trabajo de zonas cerebrales dedicadas a la toma de decisiones y la resolución de problemas, como consecuencia de la plasticidad del cerebro. No obstante, los datos recabados en esta fase inicial no permiten extraer conclusiones a medio o largo plazo de carácter general.
Por tanto, se debe prestar una atención especial a los menores en edad preadolescente en relación al tiempo que dedican a las TIC y, especialmente, al acceso de información inadecuado para su edad, requiriendo para ello la supervisión de un adulto.