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A la comarca le faltan antenas

Por Joan Carles Valero
miércoles 23 de julio de 2014, 13:48h
Los avances tecnológicos y su rápida adopción social (en España hay 107 móviles por cada cien habitantes) nos sitúa en plena Sociedad de la Banda Ancha, un concepto desarrollado por el doctor Joan Francesc Fondevila. La pantalla del móvil, ese cetro de la modernidad que te da el poder de la omnipresencia y la ubicuidad, se ha convertido en la más importante de nuestra era, dejando en la cuneta la del ordenador, la televisión y a mayor distancia, la pantalla del cine.
Nuestra vida líquida fluye por los dispositivos móviles gracias, entre otras razones, al traslado sostenido de contenidos y servicios a la red, lo que implica una demanda “in crescendo” de ancho de banda, cuyo proceso de “commoditización”, como la electricidad, el agua y el gas, se producirá a largo plazo por la lentitud en el despliegue de una infraestructura que resulta costosa. Pero la garantía de recepción de los contenidos y la perfecta cobertura de nuestro móvil es una exigencia por parte de los ciudadanos, que vivimos con total naturalidad la ósmosis entre la tecnología garantizada, los contenidos y los servicios asociados.

Velocidad de internet de burro
Barcelona, flamante capital mundial de la telefonía móvil al haber conseguido ser la sede del Mobile World Congress, es paradójicamente una de las 44 poblaciones del litoral catalán que sufre cada verano deficiencias en su cobertura. Los turistas que visitan la Sagrada Familia y el barrio Gótico no comprenden por qué sus celulares no reciben señal, ni que les resulte imposible acceder a más información de la obra de Gaudí desde sus “smart phones”. Tampoco entienden que se interrumpan sus conversaciones y que la velocidad de internet sea de burro cuando logran acceder para intercambiar imágenes, audio y videos. Los vecinos, sin embargo, están lamentablemente más acostumbrados a los cortes de conexión o simplemente a que sus terminales indiquen una deficiente cobertura, cuando no nula.

Seis poblaciones del Baix Llobregat sufren también de problemas de acceso a la red desde los móviles por el escaso número de antenas que tienen instaladas las operadoras, cuando el número de usuarios no cesa de aumentar. Se trata de Castelldefels, Corbera, El Prat, Gavà, Sant Vicenç dels Horts y Viladecans, municipios donde es frecuente que las conversaciones se corten cuando se establece contacto, porque en muchos barrios no hay ni cobertura.

Los ayuntamientos temen las protestas
La situación no es nueva. El Colegio de Ingenieros Técnicos en Telecomunicaciones de Cataluña lleva varios años denunciando que la existencia de problemas normativos impide a las operadoras el despliegue de sus redes en estas localidades. El aumento en la transferencia de datos a través de teléfonos móviles y conexiones inalámbricas a internet contribuye a saturar las capacidades existentes y la cobertura se colapsa.

Hace unos años ocurría lo mismo en cada partido del Barça en el Camp Nou: cien mil personas con móviles en sus bolsillos saturaban las redes, hasta que el Ayuntamiento de Barcelona y las operadoras apostaron por resolver la situación dando mayor cobertura a la zona de Les Corts. La misma solución se ha aplicado al área de Fira de Barcelona desde que la zona de Montjuïc acoge cada año el Congreso Mundial de Telefonía Móvil (Mobile World Congress).

Según el Colegio de los “telecos”, algunas poblaciones, como Sant Boi, Sant Feliu, Sant Vicens dels Horts y Torrelles, han mejorado en los dos últimos años sus infraestructuras de redes para los móviles. Sin embargo, en el resto de municipios, las deficiencias, lejos de solucionarse, empeoran.

Los ayuntamientos, empezando por el de Barcelona, deberían facilitar el cambio de tendencia y corregir las deficiencias en este campo, pero temen las protestas vecinales. Y es ahí donde también se ve necesaria una mayor concienciación de los ciudadanos que, como en tantas cosas, practicamos una doble moral al exigir facilidades de acceso a la tecnología y al tiempo nos negarnos a facilitar la instalación de antenas y repetidores cerca de nuestros hogares, de colegios, de parques públicos, etcétera. Cuando la vida cotidiana en el siglo XXI está sometida a un constante bombardeo de ondas, desde nuestras cocinas de inducción y microondas a nuestros propios móviles. Pero el miedo a la protesta ha propiciado que el número de antenas no creciera en proporción al incremento de la actividad móvil. Operadoras y Ayuntamientos deberán ponerse las… antenas para adaptarse a los nuevos tiempos. Ahora, que los Consistorios acaban de iniciar un mandato, es una buena ocasión para abordar soluciones. ||
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