La hora de los alcaldes

Viene de atrás. Es algo que pude comprobar cuando, hace 10 años, empecé a relacionarme con concejales y alcaldes debido a mi trabajo como corresponsal en el Baix Llobregat y L’Hospitalet (30 consistorios, en total). Pese a que vivíamos en el espejismo económico [1998-2008, bajo los mandatos de Aznar y Zapatero, fueron tiempos de construir pisos], existía una flagrante desafección ciudadana por la política: se asociaba a élites corruptas, desvergonzadas, competitivas y cínicas. “Mientes más que un político”, era un chascarrillo habitual en corrillos de todo tipo. La foto de las Azores, símbolo de la injustificada entrada española en la Guerra de Iraq, había sacado a la gente a la calle en 2003.

Volvamos a la política local. Como pasa en cualquier profesión, uno puede encontrarse de todo entre los ediles de nuestra comarca. Ahí estaban, ya entonces, desde el nuevo triunfador que miraba por encima del hombro, hasta el concejal que se esforzaba en dar una buena imagen de sí mismo y de la institución a la que representaba. Yo siempre escuchaba más a estos últimos: “Sabemos que nuestra imagen está devaluada, pero no es justo que se nos asocie a nuestros partidos ni a nuestros líderes: nosotros somos los verdaderos representantes de los vecinos, todos queremos lo mejor para nuestro municipio”, solían repetir, como en un bucle, antes de remachar: “A los alcaldes y concejales se nos valora más que a ministros y diputados”.Les escuchaba más porque, al menos, parecían tener claro que su misión era servir al pueblo, y no a la inversa.

Si aceptamos que los alcaldes y concejales son los políticos en los que a priori más puede confiar el pueblo, ha llegado el momento de exigir a nuestros sirvientes que hagan algo y que lo hagan ya. Los datos socioeconómicos que recoge el texto principal de esta página son escalofriantes.

Como máximos representantes de los municipios, es la hora de que los alcaldes usen sus contactos (altos cargos de partidos políticos, Govern de la Generalitat, Gobierno de España) para rescatar la economía del Baix Llobregat. Es la hora de los alcaldes. ||