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Distancia abismal entre macroeconomía y economía doméstica

Por Fernando Martín
miércoles 23 de julio de 2014, 13:48h
El nuevo curso en materia económica se anuncia con la proyección de un crecimiento económico estimado en España para el próximo año de siete décimas.
Dado que los analistas consideran que la creación de empleo precisa de una tasa mínima del PIB del dos por ciento, difícilmente se podrá reducir el porcentaje de desempleo registrado en la actualidad. Asimismo, la continua destrucción de pequeñas y medianas empresas ante la ausencia de crédito, y la carencia de medidas fiscales favorables que les permitan subsistir, impide generar empleo por esta vía. Si a esto sumamos el incumplimiento sistemático del plan de pago a proveedores por parte de las distintas administraciones públicas, la perspectiva no resulta en absoluto halagüeña. En el sector bancario se prevé que partir del 31 de diciembre no se requiera ampliar el plan de rescate solicitado de 41.000 millones de euros, que permitía hasta un límite máximo de 100.000 millones de euros. En este sentido, el mismo se destina a sanear los balances internos de las entidades financieras y, a pesar de haber recurrido a dinero público para dicho rescate, el crédito sigue sin fluir hacia las empresas y particulares que lo precisan, y si lo hace, es con un notable endurecimiento de las condiciones exigidas para su acceso. Por tanto, urge finalizar el proceso de reconversión del sector bancario y destinar su función, entre otras, a prestar dinero como factor fundamental para reactivar la economía. En el ámb ito de la Unión Europea, el acontecimiento más determinante en la tendencia de la política económica ha venido marcado por las recientes elecciones legislativas alemanas. La victoria de la canciller alemana Merkel, aunque sin obtener la mayoría absoluta, promete mantener a priori la austeridad como arma fundamental. Aún así, resultaría deseable que una gran coalición con los socialdemócratas incidiera en hacerle abandonar dicha tendencia por otra, que apueste por el crecimiento y aumento de la demanda interna y, por ende, una mejora en las exportaciones de nuestro país. Tras las elecciones alemanas asuntos aparcados como la unión bancaria europea y la creación de eurobonos resultan prioritarios. Su implementación no debería demorarse lo más mínimo, con objeto de trasladar una imagen de armonización fiscal en nuestro continente, máxime cuando los centros de poder económico se están trasladando con mayor contundencia hacia los países emergentes. En el ámbito de los organismos internacionales con poder de decisión como el FMI, el BCE y la Comisión Europea, entre otros, no se debería incurrir en continuas contradicciones en el análisis de la situación económica de los países sometidos a continuas políticas económicas de recorte. Así, el pasado verano la propia Comisión Europea tras alabar las medidas de ajuste implementadas en España y considerar que no se precisarían otras tan drásticas, anunciaba días después la necesidad de rebajas salariales y reformas en el sistema de pensiones. Supongo que los denominados “hombres de negro” de la Troika que integra estos organismos y, con cierta periodicidad nos visitan, desconocen la situación dramática en que se encuentran un elevado porcentaje de familias españolas y la reducción salarial ya acometida en la mayoría de sectores por imposición exterior.

Incluso la Unión Europea anunció que probablemente se consideraría un nuevo método de cálculo más apropiado y favorable para determinar el objetivo de déficit público y, posteriormente, aplazó la decisión hasta que se conociera su impacto preciso para todos los Estados miembros. Una paradoja más de las múltiples en que incurren quienes a la postre disponen de mecanismos eficaces para revertir la actual crisis que acaba de cumplir un lustro.||
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