Impresiona

Impresiona que los presentadores de “El tiempo” en la televisión hablen tanto, de un modo tan parecido y puedan decir tantas cosas coherentes sin poder ser entendidos, que abunde tanta demagogia cuando se habla de matar a seres humanos antes de nacer, que la paz en África sea triturada por tantos intereses económicos, que estemos tan comunicados y escuchemos poco, que dediquemos tan poco tiempo a oír nuestro interior.

Impresiona que se hable tan poco de Europa en la campaña de las elecciones europeas, que se margine a la filosofía y a la religión de la enseñanza, que los periodistas no contrasten las informaciones que difunden, que la gente tenga tan poco espíritu crítico, que los indignados con el gobierno no aporten alternativas, que se haga tan poco para ayudar a las mujeres que están embarazadas.

Impresiona la capacidad de sacrificio por los hijos, el empeño de los mejores deportistas, las “ofertas” de las compañías de móviles, el escaso compromiso político por acabar con el hambre en el mundo, que se llame arte a cualquier extravagancia, que la Iglesia sea tan mal conocida, que la música “mueva” tanto dinero.

Impresiona que la principal causa de muerte entre los jóvenes sea el suicidio, que nos acostumbremos tan fácilmente a las guerras de tantos países, que el paro supere el 25% de la población activa, que pocos políticos se preocupen por el envejecimiento de la población, que se oculte la participación de millones de personas en la Misa dominical.

Impresiona que sigamos degradando el medio ambiente después de tantos avisos, que el ADN de la célula tenga tanta información, que aún pensemos en los demás tan poco, que una mujer sea presionada para abortar, que nos conformemos ante los abusos del capitalismo.

Impresiona la ilusión de los niños, la confianza en Dios de quien se confiesa, la belleza de la verdad, el atractivo de lo morboso, la repetición de tantos tópicos, la exigua preocupación por la felicidad y lo que pasa después de morir.

Impresiona como se impone la dictadura del “relativismo moral”, que para algunas cosas se exija reconocer los Derechos Humanos y para otras se niegue la ley moral natural inscrita por Dios en la conciencia de cada hombre, como la lectura de un libro nos provoca emociones, como se impide el derecho de los padres a educar a los hijos según sus convicciones, como la muerte se ha convertido en un tabú.

Impresiona que tantas cosas hayan dejado de impresionarnos para solamente apenarnos.