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Y Francia dijo no

Artículo publicado el 1/6/2005 en ABC

Por X. Pérez Llorca
miércoles 01 de junio de 2005, 17:18h
¿Recuerdan la última campaña electoral?, sí la del referéndum por la constitución europea. ¿Tienen presentes los argumentos del sí?. Admito de entrada que probablemente los percibí mal; y los digerí peor, me sonaron a consigna vergonzante: “no podíamos dar la espalda al progreso europeo; teníamos que apoyar la iniciativa de los motores de Europa; era el momento de ser tan europeista como el que más”. En resumen: había que votar que sí para no pasar por paletos desagradecidos.
Y mira por donde, han venido los franceses, europeos viejos donde los haya, a decir que va a ser que no. ¡El Papa se ha vuelto hereje!.

En serio: a la vista del referéndum francés, sería un buen ejercicio de pedagogía política analizar los discursos de la campaña electoral española. Revisar tanta retórica hueca y tesis sin fundamento. Sin remontarme en el tiempo, el pasado domingo (electoral en Francia), un reconocido comentarista político se refería a los abanderados del no como “nacionalistas de vía estrecha, populistas de izquierdas y oportunistas como Laurent Fabius”. Destaco la frase, no por original, si no por todo lo contrario: por ser lugar común del discurso “europeísta” al uso.

Califiquense como se quiera a los promotores franceses del rechazo a la constitución europea, pero prestemos atención a los resultados: 70% de participación electoral (42% en España) y 55% de voto negativo. Eso en términos democráticos, quiere decir la mayoría de un país.

¿Son los franceses nacionalistas de vía estrecha?. Me parece más probable que sean gentes que hace diez años sabían cuales eran los socios comunitarios y hoy no saben ni cuantos son los miembros de la Unión Europea. Quizá sean personas que no entiendan porqué la Unión Europea se está convirtiendo en una especie de federación intergaláctica, que se expande sin que nadie explique donde estarán sus fronteras. Sí, quizá esos temores correspondan a nacionalistas de vía estrecha; pero los pueblos para subsistir necesitan referentes identitarios bien definidos.

Aunque me fastidie reconocerlo, este asunto de la constitución europea, ha evidenciado que en España seguimos teniendo motivos para quedarnos pasmados ante lo francés: afortunadamente ahora en España disfrutamos de un régimen de libertades públicas, incluso desde el gobierno se articula un discurso europeísta, cartesiano, de progreso; pero ... queda en la consigna, no ofrece contenido y solo genera indiferencia (42%). Por contra nuestros vecinos, ya sean nacionalistas de vía estrecha, populistas de izquierda ó socialistas oportunistas, tienen el atrevimiento de pensar, disentir y decir que no.

Que Cataluña forme parte de la francofonía, me parece un mal chiste. Que el aprendizaje del francés sea una prioridad en los planes de estudios de nuestros alumnos (si alguien lo tomase en serio) sería tan anacrónico que ni intentándolo se conseguiría. En fin, de todas las imitaciones y replicas francófonas de las que son capaces nuestros dirigentes políticos, la que me gustaría ver aplicada es el fomento de la tolerancia: el respeto por la opinión del otro.

¿Es imaginable en España que durante nuestro pasado referéndum un dirigente del partido socialista, hubiese jugado un papel similar al que ha desempeñado Laurent Fabius en Francia?.

¿Verdad que no?. Pues a mi me parece que no es más europeo el que mejor brinda al viento, si no quien mejor encarna los valores racionalistas que definen la identidad europea. Y por esa razón el no francés, me parece mucho más europeísta que el sí español. Vds. perdonen.

X. Pérez Llorca
Abogado y editor de EL LLOBREGAT.

Artículo publicado el 1 de Junio de 2005
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