Pese a que los datos del paro siguen tímidamente disminuyendo, la excesiva temporalidad de los contratos evita mejorar la situación de una infinidad de familias que continúan sin salir de la extrema vulnerabilidad. Pan para hoy; hambre para mañana. Sin embargo, aun así, representan la cara optimista de una sociedad que sigue ahogando a tantas otras familias que ven como no solo no encuentran empleo, sino que su situación empeora a medida que pasa el tiempo de paro. No es suficiente afrontar el mercado laboral con la experiencia que uno aporta, no es suficiente ir a las oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal o al Servei d’Ocupació de Catalunya a ver las ofertas, no es suficiente acudir a los servicios municipales… Es aquí en donde el asociacionismo está dando respuestas a cada vez más gente en situación de extrema necesidad.
Casi la mitad consigue trabajo
El programa L’Hospitalet Acull, que nace de la colaboración entre la Associació Benestar i Desenvolupament (ONG declarada de Utilidad Pública e independiente de cualquier partido político y religión) y la Asociación de Vecinos de Collblanc – La Torrassa (primera asociación de vecinos organizada en la segunda ciudad de Cataluña desde su creación en 1971), ha presentado el balance del año 2015 y que sirve como radiografía de la situación real de muchas de las familias, en este caso, hospitalenses. En total, el programa ha dado respuesta a 416 personas lo que representa un incremento de un 30% respecto al año anterior. El dato más representativo, en cambio, es la capacidad de inserción laboral que han logrado y que asciende hasta un 40% de las personas que acuden al programa, un 5% más que en ejercicio anterior. “La valoración del año es muy buena porque nos ha permitido incrementar nuestro impacto. Pero lo que nos avala y lo que nos hace ilusión, sobre todo, es la el de la gente que ha encontrado trabajo”, dice Elena Sala, coordinadora del programa L’Hospitalet Acull.
Según Sala, el incremento de las personas que acuden se debe a un agravio en las dificultades de muchas familias. De hecho, reconoce que hubo una lista de espera de entre dos y tres meses en la principal vía de acceso al programa: Servicios Sociales del Ayuntamiento de L’Hospitalet. “Ya se ha podido resolver, pero vemos como la situación de las familias no solo no es comparable a la de las familias de 2014 sino que están empeorando. Trabajamos con familias en situación de extrema vulnerabilidad”.
Con 500 euros al mes; o nada
Tanto que en un 48% de las personas que acuden no tienen ningún ingreso, mientras que en un 60% de los casos todo el núcleo familiar vive con 500 euros al mes. En este sentido, por lo que se refiere al perfil más común que se desprende de los datos del programa, suelen ser personas de entre 35 y 55 años, en un 53% mujeres (bastante equilibrado en cuestión de sexos); en un 60% de origen inmigrante lo que no evita destacar que ha incrementado la asistencia de población nacional en un 66% respecto al año anterior. El 70% de los usuarios tienen hijos a cargo y, en relación al rango formativo, un 73% cuenta con baja formación, una caída destacada en comparación con el año pasado que llegaba al 95%. Quiere decir que ha habido un notable incremento de personas con alguna diplomatura o más formación. “En un 33% de los casos no han tenido contactos previos con Servicios Sociales: son personas de clase media que han topado con la crisis y que se encuentran desamparados”, dice Elena Sala.
Personas como el hospitalense Jaume Oliveras, uno de los ejemplos de éxito del programa. “El programa está genial y ya no solo en el aspecto laboral, sino con todas las campañas solidarias que realizan”, explica. Oliveras llegó al programa derivado de Servicios Sociales tras cuatro años de búsqueda de trabajo, interrumpidos, simplemente, por algunos contratos temporales. Tras su paso por el programa ha conseguido romper con esta temporalidad con un trabajo, además, que responde a su pasión: “Yo soy hijo de Pagés y siempre me ha gustado la jardinería, aunque he hecho de todo. Soy una persona que me ha gustado aprender de todo, pero mi pasión son las plantas y la jardinería”.
La injusticia de la edad
Ejemplos como el suyo mantienen el optimismo de personas como Migue García, amante de la cocina, todavía en búsqueda de trabajo. “Económicamente estoy bastante mal y me dijeron ves a la Asociación de Vecinos a ver si podemos avanzar, porque claro ahora si no trabajas en 90 días no te dan la ayuda de los 55 años, que antes era a partir de los 52. Entonces no tengo trabajo, no tengo ayuda, no tengo nada. Y la edad influye mucho. Cuanto tienes 20 años te pones y si buscas encuentras. Pero ahora, con 56 años como yo, para encontrar trabajo te las ves y te las deseas”, explica García resignado, precisamente, semanas después del congreso celebrado en la ciudad sobre los parados mayores de 45 años. “Aquí he encontrado alicientes. Te ayudan y te dirigen a vacantes que conocen. Quiero que, como mínimo, me den una oportunidad para poder demostrar. Pero si no te dan ninguna opción, aunque no lo digan, por la edad, no puedo demostrar nada. Piensan que no valemos y nos consideramos igual de jóvenes que cualquiera”.
Miguel García ha encadenado diferentes contratos temporales a través de los planes de ocupación del Ayuntamiento, entre ellos, en los mercados de Collblanc y L’Hospitalet, los cuales no han sido, de momento, suficientes para que el hospitalense encuentre la estabilidad suficiente: “Por lo que se refiere al Ayuntamiento, no me puedo quejar. Han contado conmigo y, además, he hecho cursos”.
Seguramente no haya una clave del éxito única, pero, según Elena Sala, “la combinación de metodologías de inserción laboral con la acción social de trabajo comunitario funciona, así lo hemos demostrado con la ayuda de la base social del barrio y los contactos de los vecinos. Podemos trabajar con este mercado laboral oculto que es el boca a boca”, explica.
Un valor añadido que, sin duda, pone al programa en una tendencia al alza, algo que, sin duda, tendrán que gestionar: “Tratamos de no morir de éxito. Un proyecto de nuestras características necesariamente se tiene que trabajar desde la proximidad y con un trabajo muy individualizado. Nunca podremos atender a 2.000 personas. Tenemos que crecer en horizontal, es decir, con diferentes delegaciones y en red; pero nunca en vertical”.