Ahora que lo peor de la crisis ya ha pasado, afloran los problemas que nunca han dejado de existir y que han formado parte de las propias causas de la crisis. La precariedad, el acceso a la vivienda, el fracaso escolar, la desigualdad, la ineficiencia, la corrupción.
Y todo con el agravante de que la fórmula para salir de la recesión ha sido, precisamente, bajar el poder adquisitivo de las clases medias y trabajadoras.
Los viejos partidos, sin embargo, pretenden seguir igual y, cómodos en su sillón, se limitan a esperar para volver a las andadas como si nada hubiese pasado.
En L’Hospitalet, por ejemplo, el PSC de Núria Marín parece que ha estado haciendo tiempo para volver a alimentar la burbuja inmobiliaria.
Otros partidos, a pesar de ser nuevos, viven instalados en la permanente agitación y confían todo a lograr ocupar algún día el sillón presidencial como si todo se limitase a eso.
En Cs no nos engañamos, gobernar es importante, no en balde quien ha de ejecutar las políticas ha de creer en ellas, pero es más importante tener claras las reformas que se necesitan.
En Cs aspiramos a lograr el respaldo de la ciudadanía para gobernar, pero mientras tanto, no nos quedamos de brazos cruzados. Presionamos para conseguir las políticas que necesitan los ciudadanos, por eso no pactamos sillones, sino medidas.
Los viejos partidos se resisten, pero al final se consiguen avances útiles para los ciudadanos. Por ejemplo, en la Comunidad de Madrid se acaba de aprobar la ley impulsada por Cs para que los libros de texto sean gratuitos y de préstamo a partir del curso 2018-2019. Los acuerdos de investidura que hemos ido firmando con unos y otros sirven para dar estabilidad y avanzar en las reformas necesarias.
En los sitios donde no hay forma de llegar a acuerdos, Cs desde la oposición presionamos para poner en el centro de las prioridades políticas las reformas que de verdad inciden en el bienestar de los ciudadanos, ejemplo es nuestra acción política como Grupo Municipal de L’Hospitalet. III
Si (
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