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El rincón lila

Por Olga Puertas Balcell
lunes 10 de septiembre de 2018, 17:08h
Llegó el acto de presentación del Altaveu 18 y el Festival con 30 años de existencia. Pugna por autodefinirse, por singularizarse tal vez entre los cientos de festivales catalanes que compiten entre sí.

Altaveu se financia con dinero público sin un patrocinio exclusivo de marca: en Vic, Badalona y Tarrasa, sus festivales ya han conseguido el provecho y la regularidad postfestival asegurándose la conexión con entidades musicales locales.

Este podría ser el reto del nuevo programador J. Turtós, proveniente del Mercat de Vic, que ha conseguido influir en los programadores de la Plana. Mancomunar los esfuerzos y no hacer una “festa major” bis, con propósitos electoralistas, podrían ser algunas de las conclusiones de la breve mesa redonda donde ante escaso público se habló de asuntos gremiales.

En el salón contiguo, principió el ritual de los premios otorgados con sus letanías, fotos y sonrisas estereotipadas y por supuesto sobreabundancia de videoclips con una performance en el escenario consistente en reproducir el cartel de este año en una modelo que paciente se sometía al mimético maquillaje.

Los carteles y videos habían superado las normas de publicidad sexista a buen seguro.

Una asistía sin mucha atención y con poca sorpresa a las diferentes entregas con sus aplausos formales; hasta que apareció la voz encarnada en Adriana Beltrán una profesora de literatura, treintañera, recitando su verso “No te deseo” que le dio la victoria en el último campeonato de slam poetry de Valencia. Con una dicción y fonética impecable, quisiera remarcar también lo inteligible de su imprecatorio-recitado y su calidad textual, a la moda de la poesía cotidiana en verso libre.

Este año el certamen había centrado su publicidad en la “voz” tratando de premiar a grupos de raperos que con la agitada situación política han gozado de una efímera fama. Ya al principio uno de ellos entre butacas nos recitó un soniquete en clave política.

Pero Adriana dispone de sentido literario y fuerza escénica y ha participado en reuniones de slam poetry en Sant Boi siendo ganadora en esta lucha, inspirada en los “rounds” del boxeo USA y en la que ella fue seleccionada para la final de Valencia que también ganó.

Así pues la Adriana de negro, magra y con cabello rizado, ganó con su mensaje feminista, de gesto pautado y clave bien lila.

No es necesario el reniego, lo malsonante para ganarse la atención del público. Adriana era la prueba, porque los aplausos que le dedicaron eran sinceros, valiosos para alguien que no canta, que va a la escena sin música, ni imágenes, solo con su voz.

Esa voz que va más allá de las siete octavas si se quiere, educada, reclamante como pretendía Roy Hart o Wolfsohn: “Gritad pero que se os entienda”.

Su rival poético, fue ganador durante tres años del “Campeonato slam poetry” pero ayer no consiguió conmover con su verso matemático; aunque se moviera entre las butacas para reforzar el efecto.

Se sabe desde hace años que la poesía vende y atrae a jóvenes, hora era de que llegará su fuerza al Altaveu. Es posible que su fuerza se incremente con los “Talleres literarios” previstos en una moción municipal.

Adriana Beltrán, es de trato fácil, tiene ascendencia aragonesa y se la siente con este interés por el texto que ahora al preparar un recopilatorio de sus versos, esta preocupada por el lenguaje inclusivo.

Este hallazgo en un Festival desnortado me hace concebir esperanzas de mejora y de reducción del gasto del dinero público y es que la poesía es barata porque solo necesita de la voz.

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