La mejor app mundial de 2016 es de Gavà

Desde San Francisco a Bangalore y desde Berlín a Caracas, este año la mejor aplicación mundial es catalana. Exactamente de Gavà, en el Baix Llobregat. Su nombre es Sharing Academy: una plataforma que permite a estudiantes universitarios encontrar y ofrecer clases particulares entre compañeros. De un total de dieciséis participantes, esta iniciativa ha brillado en la décima edición de los Mobile Premier Awards (MPA), que se celebran anualmente en Barcelona coincidiendo con el Congreso Mundial de Móviles.

Un reconocimiento mundial, valorado por un prestigioso jurado internacional, que según Jordi Llonch, cofundador y CEO de la empresa, implica “que el trabajo que estamos haciendo tiene un sentido”. Sin embargo, asegura que “nuestro objetivo no es ganar premios, ni salir por las noticias, sino darle una solución a los estudiantes universitarios que tienen un problema”. Un problema, insiste, “que alguien tenía que resolver” y que detectó cuando empezó a cursar sus nuevos estudios de Multimedia y la asignatura de programación se le resistió.

Según un estudio que ellos mismos realizaron a 570.000 estudiantes universitarios de Catalunya, a la hora de preparar un examen, el 91% confía especialmente en un compañero que haya estudiado exactamente la misma asignatura, en el mismo grado y en la misma carrera. Por esta razón, la aplicación, que ha sido muy bien recibida en toda España, ya está presente en 50 universidades de un total de 83. Pero hay algún truco más: ganarse la confianza del usuario.

“Casi todos nuestros usuarios me conocen personalmente: la gente confía en las personas. Ellos confían en nosotros porque nos ven como un compañero suyo, alguien que ha pasado por lo mismo que están pasando ellos”, explica Jordi Llonch.

Un claro ejemplo de emprendeduría en una época donde está de moda serlo. No obstante, el camino no ha sido fácil. “Trabajar de gratis en tus tiempos libres, por las noches, incluso sabiendo que a lo mejor no va a dar resultado” son solo algunas de las condiciones, que puntualiza Jordi Llonch. Para las cuales, asegura, “no todo el mundo está preparado”, ya que, hoy en día, “la gente no valora la cultura del esfuerzo”. Por eso, nos revela el requisito indispensable: la pasión. “Si lo haces solo por los números existen más probabilidades de que no vaya bien”, asegura el joven.

La fuerza de compartir
A sus diecisiete años ya tenía claro que quería volar. Y aunque los test de orientación vocacional demostraran lo contrario, no cesó. Años más tarde, se encontraba trabajando como piloto de línea aérea en Austria y volviendo a las aulas universitarias. Esta vez, para hacer algo completamente distinto: Multimedia. “Quería despertar en mí esa faceta artística que tenía abandonada, como un hobby”, recuerda Llonch. Un hobby que “acabó sirviéndome para detectar que las cosas se tienen que hacer de otra forma” y le hizo abandonar los altos vuelos para volcarse por completo en lo que meses después sería Sharing Academy.

Desde entonces, en su vocabulario no existe un yo, sino un nosotros. A partir del primer día, Jordi Llonch ha contado con el apoyo tanto de Incubio, la incubadora de startups, como de su equipo. Y aunque, durante años “me enseñaron a competir en la educación”, hoy está seguro de que “juntos llegamos más lejos”. Por esta razón, antes de ni siquiera pensar en este proyecto, Llonch creó su propia comunidad estudiantil a través de un blog en el que compartía su “conocimiento sobre casos prácticos y ejemplos de mi vida real para que otros lo aprovecharan de manera gratuita”. Así, de la fuerza de compartir, nació “casi de forma orgánica” Sharing Academy, un proyecto ambicioso que en este 2016 aspira convertirse “en líderes de clases particulares en España”, y durante el próximo año esperan con muchas ganas “preparar la expansión internacional”. III