Vivimos en una sociedad plural. Económica, social, cultural e ideológicamente diversa. Eso es lo que nos muestra el resultado de las últimas elecciones: un parlamento fragmentado, en el que -y esto es importante- las lógicas tradicionales no suman mayorías.
Desde el eje ideológico izquierda-derecha, ningún bloque suma los suficientes apoyos. De la misma manera que en Catalunya, desde la lógica soberanismo-federalismo, ninguna de las dos concepciones cuentan con un apoyo ciudadano mayoritario como para imponer su visión. Está claro que si queremos salir de este atolladero hay que romper esas lógicas tradicionales. Buscar la transversalidad política y social. En definitiva, innovar.
Y en este contexto aparecen formaciones de aparente modernidad que cargan contra los partidos históricos y abogan por un nuevo tiempo, pero que son incapaces de salir de sus propios esquemas mentales y muestran en poco tiempo lo peor de la vieja política: sectarismo, incapacidad de diálogo, hiperliderazgo, funcionamiento vertical, no aceptación de la crítica....Paralelamente se nos pretende etiquetar de tradicionales a quienes realmente hemos innovado en la práctica: rompiendo las viejas lógicas, dialogando con nuestros diferentes para alcanzar acuerdos y explorando hasta el final y de manera sincera las posibilidades de un pacto que sume una verdadera mayoría social, que sólo puede ser transversal.
Esa es, a mi modo de ver, la verdadera nueva política. Y esa es la que proponemos las mujeres y hombres socialistas de este país. III