Pere, mi amigo, se cala su boina vasca cada jueves y vamos de tapas y chicoteo al Euskal Extxea en el Born. Es un ritual al que se abonó, tras una estancia laboral en Zarauz de años. Vino impregnado de vasquismo: allá su hijo fue a una ‘Ikastola’, jugó al frontón y fue admitido en una sociedad gastronómica. Su mujer conoció los medios efervescentes feministas vascos. Los dos se admiraron por el proceso patriota vasco.
En sus visitas me explicaban maravillas y se sorprendían de la tibieza del nacionalismo catalán. Ahora él, se pasma de que Urkullu haya desaconsejado la vía independista unilateral y recomendado no apartarse de la legalidad a nuestros dirigentes, resumiéndolo así: “La independencia en el siglo XXI es imposible...”.
Mientras comemos algunas tapas regadas con chacolí, ambos jugamos a los tópicos entre País Vasco-Cataluña. Ellos hablan claro y pueden ser hasta violentos en su rotundidad. Nosotros no.
El concierto foral se lo han ganado con sus luchas: las guerras carlistas, guerra del 1936, la lucha etarra. Falso, todas las guerras las han perdido y sus ventajas fiscales han sido una reedición (1981) de los pactos del sector Neguri de negocios con la casta madrileña, siempre torpe en el cálculo a largo plazo. Hoy su cupo es un “cuponazo” que no se revisa desde el 2011 en plena crisis y que esta a su favor, desde entonces.
Tarradellas, habló despectivo de un “Territorio poco romanizado…” para explicarse las sangrientas peculiaridades terroristas vascas, de las que sufrimos horrores como los: de Vic, Hipercor, asesinato de Lluch y otros. Hasta que Carod, en 2004, mediante su “acuerdo”, logró “disminuir”.
Pujol no vio ventajoso el sistema foral y lo consideró anacrónico. Años después sus sucesores comprobaron su error. Hoy el concierto, provoca reparos en la UE por su injusto sistema y a C’s y expertos del tema también.
Seguimos comiendo y bebiendo cuando un mutuo amigo vasco, nos palmea y suelta ante nuestra sorpresa por lo de Urkullu: ¡Os faltan cojones y además siempre vais con retraso de tan modernos que os creéis…¡ Y poco más nos dice, yéndose a saludar en vasco a unos conocidos. Ambos nos miramos y tatareamos una canción vasca que aprendimos en los salesianos: “Que no somos de aquí que somos de Bilbao. Por eso llevamos chápela a medio lao…”. Nos sonreímos y salimos, Pere se guarda rápido su boina en el bolsillo. Menos mal.