Un pronto repaso del callejero sanboyano nos lleva a una conclusión: en las profesiones de los ilustres vecinos con derecho al recuerdo histórico faltan los empresarios, los creadores de riqueza…
Sí, hay algunos terratenientes y hasta hombres de ciencia y artistas, pero en la placa con el nombre y apellidos, la profesión de empresario o industrial escasea. ¿Por qué acaso, no los ha habido o incluso no los hay…?
Demagogias al lado, nuestra población sí tuvo industrias manufactureras importantes del textil: Massalleras, Dubler, Güell y otras. Pasó su tiempo y en su interior resistieron medianas empresas que cultivaron los nichos de mercado: medallas, artículos ortopédicos, carros y carrocerías, aromas industriales, panificadoras vanguardistas. Hoy los polígonos recogen las migas de lo que fue una alta proporción de empleados y residentes en las industrias locales.
Abundan las zonas de almacenaje y aparcamientos, de poco empleo pero faltan la industria intensiva o la de I+D. Para ponerle remedio el poder municipal ha intentado tomar sus iniciativas, la última encargar al prestigioso IESE un plan de relanzamiento económico. Pero como ocurre en Italia (Lombardía-Veneto) y Alemania es necesario contar con un Lobby empresarial del todo real e inclusivo y cuando se constituya todas: las gestiones, planes y recomendaciones, cundirán con mucho más provecho que con el dirigismo tecnocrático.
Aún sin placas en el callejero, han “nacido” en nuestra ciudad marcas de equipamiento deportivo, industrias cárnicas, transporte y cuidados sociosanitarios, de hostelería, editoriales y consultoras.
Pero deberían ser mejor atendidas a nivel concreto, porque solo ellas nos pueden crear empleo no subvencionado. Y atención, muchas se han ido, y las que se fueron ¿volverán?. Faltan nombres y apellidos de empresarios en el nomenclátor del callejero sanboyano, esto es una carencia muy significativa para una ciudad con pocas iniciativas industriales propias. Y donde la mayoría de los empleados lo son por cuenta ajena y deben desplazarse a otras localidades para trabajar, dando a la ciudad un perfil excesivo como de “ciudad dormitorio”. Nos corresponde otro calificativo para el futuro.