Tras 40 años gobernando L’Hospitalet, da la impresión que al PSC le aburre la ciudad. Se pasan el día fantaseando con otra ciudad fastuosa de grandes artistas, deportistas de elite o lo que se le antoje a la alcaldesa, mientras desatienden la realidad de L’Hospitalet.
Y así aplican la ley de accesibilidad, de cualquier manera, con desdén, talando árboles indiscriminadamente, sin molestarse en informar a los vecinos ni buscar alternativas. Normal que los vecinos se indignen.
L’Hospitalet es una ciudad de personas trabajadoras que tienen que ver cómo se dedican sus impuestos (no olvidemos que el PSC subió el IBI casi un 30% en los peores años de la crisis) a proyectos quizá vistosos pero poco realistas mientras la calidad de vida de su barrio se estanca o se degrada.
L’Hospitalet creció de aluvión con un urbanismo anárquico y por eso es una ciudad compleja, densa y con una población diversa. No se puede gobernar pensando en salir en los periódicos día sí y día también, sino en atender las necesidades de los vecinos, en mejorar la calidad de vida de los barrios. Esto implica estar encima de las pequeñas cosas, prevenir los conflictos cotidianos, trabajar en pequeñas pero continuas intervenciones que poco a poco hagan la ciudad más confortable. Un banco en una plaza, una rampa en una cuesta, aprovechar la ocasión para arrancarle una zona verde al cemento...
En Santa Eulalia, por ejemplo, teníamos la oportunidad de darle una nueva vida a la plaza Camilo José Cela, siempre desangelada, escondida entre callejones. Podíamos haber ejecutado la zona verde planeada desde 1976 sin echar a nadie de su casa si a Núria Marín le hubiese dado la gana arañar algo los recursos de, por ejemplo, el Distrito Cultural que tanto la encandila.
C’s ha propuesto repetidas veces adquirir el solar que da a la calle Santa Eulalia y que hubiese oxigenado esa calle tan transitada, pero el gobierno de Núria Marín ha hecho lo imposible para evitarlo. La política es siempre una cuestión de prioridades.III