La necesidad de descanso o desconexión de nuestro ritmo de trabajo o doméstico se están convirtiendo, en la sociedad actual, en una terapia cada día más obsesiva. Las vacaciones o el “finde” son deseados y programados con enorme interés y grandes desembolsos económicos.
Siendo necesarios y útiles estos tiempos de descanso, yo quiero compartir con vosotros las siguientes reflexiones: ¿de dónde nace este cansancio, que no sólo es físico? ¿qué significa la “cotidianidad”? ¿qué motivaciones me mueven en el día a día? ¿la rutina y el aburrimiento son síntomas preocupantes, sobre todo entre los más jóvenes?
Que vivimos “tensionados” y “estresados” en nuestras ocupaciones diarias es un hecho asumido por todos. ¿Dónde encontraremos el auténtico descanso? No quisiera ser un filósofo, pero el verdadero descanso viene dado por experimentar el gran tesoro de la paz contigo mismo y con tu realidad, dicho de otra forma, aceptar con gratitud “mi verdad”: humilde, sencilla y cotidiana.
Como ejemplo, tenemos estas próximas vacaciones de la Semana Santa. Muchos ven en ella una ocasión para evadirse y buscar unos días de desconexión; de hecho llevan organizándola con mucha antelación.
La Semana Santa es algo más que unas celebraciones piadosas cristianas, es algo más que el cumplimiento de un calendario litúrgico, es algo más que unas tradiciones populares enraizadas en la cultura de los pueblos, es la respuesta que el ser humano necesita encontrar, más allá de sensibilidades emotivas. Volveremos de las vacaciones y nos encontraremos con la misma, inalterable y tozuda realidad. Jesús nos invita al auténtico reposo. III