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Manolo Guerrero: “Hemos reivindicado mucho para Cataluña. Llegados aquí, no era esto lo que pretendíamos”
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Manolo Guerrero: “Hemos reivindicado mucho para Cataluña. Llegados aquí, no era esto lo que pretendíamos”

viernes 01 de septiembre de 2017, 03:13h
El Baix Llobregat y L’Hospitalet ha sido, en el pasado siglo XX, un territorio de acogida de miles y miles de emigrantes nacionales que, desde otras regiones de España, acudían al ámbito metropolitano de Barcelona en busca de nuevas y mejores oportunidades.

Entre estas regiones, Extremadura fue una de las que más sufrió, junto a Andalucía y Murcia- la desbandada de sus gentes. No es de extrañar, pues, los lazos de hermandad que progresivamente se fueron creando entre nuestras ciudades y los municipios de origen. Por poner algún ejemplo, El Prat de Llobregat está hermanada con el municipio de Garrovillas de Alconécar (Cáceres), mientras que Sant Boi lo está con Azuaga (Badajoz).

De allí es, precisamente, Manolo Guerrero, natal del municipio extremeño y emigrante a Sant Boi, en 1964, con tan solo 14 años. Guerrero preside ahora la Federación de Asociaciones Extremeñas en Cataluña (FAEC) que, pese a que tiene la sede formal en Barcelona, cuenta con una oficina en la ciudad baixllobregatense. Desde aquí, la actividad social y política –en paralelo a la aportación cultural- ha sido incesante desde los últimos años de la dictadura franquista gracias a la constitución de la Unión Extremeña de Sant Boi, en 1959.

“La máxima expresión fue en los años 1968-1970. La Unión Extremeña fue un caso curioso debido a la avalancha tan grande de gente de Azuaga. Hicimos una reproducción del Cristo del Humilladero, muy venerado, que todavía está en frente de la tumba de Rafael Casanova”, explica Guerrero en el canal de podcast ‘Trozos de Vida, Trozos de Radio’ de Manolo Garrido, colaborador de El Llobregat. Las procesiones, de hecho, reflejan “la auténtica desvandada” que hubo en Azuaga; mientras allí se quedaban sin nazarenos, músicos ni mujeres con peinetas en las procesiones, Sant Boi se llenaba de los mismos. “Me sorprendió la oscuridad de Sant Boi, acostumbrado a vivir en un pueblo muy blanco y de calles anchas, cercano a Andalucía. Pero me adapté enseguida. Llegamos montones de amigos. Encontrarte aquí a los amigos del colegio o del instituto y reiniciar la amistad que teníamos fue muy positivo”.

Muy comprometidos
Aquella generación sería la que tiraría adelante la entidad con el objetivo personal “de encontrarte con los tuyos, como punto de unión; aglutinar a los originarios y mantener usos y costumbres”. Pero la realidad fue que las entidades extremeñas no fueron solo cultura y folklore, sino que tuvieron un papel activo en el desarrollo político y social de Cataluña ya desde los últimos años de la dictadura. “En la predemocracia éramos más activos que otras entidades de Sant Boi; hemos tenido un peso específico en la sociedad santboiana”, recuerda Guerrero, que explica que fueron la primera entidad en pedir –con carta formal- poder dar clases en catalán.

“Trabajábamos en fábricas, como yo en Siemens, con un movimiento sindical importante y estábamos muy comprometidos. Participaron, entonces, en numerosas manifestaciones por la Reforma Agraria, contra centrales nucleares extremeñas, pero, también, con otro tipo de concentraciones vinculadas a Cataluña, como la primera Diada del 11-S de 1978, en Sant Boi: “Cuando empezamos y surgió el modelo social y político, reivindicamos cosas muy importantes para Cataluña como la amnistía, libertad y Estatut de Autonomía. Era el principio para empezar a funcionar. Participamos muchos extremeños, los foráneos de aquel movimiento. Fuimos los de fuera los que jugamos un papel determinante”, explica Guerrero.

Ahora, cuarenta años después, así ve el actual momento catalán: “Una vez recorrido este camino, una vez llegados aquí, no era esto lo que pretendíamos. Pretendíamos una Cataluña abierta; lo que somos, que se nos admita como contribuidores a la cultura catalana, hecha, en parte, de aportaciones de otros pueblos. La cosa, en cambio, ha ido desgraciadamente por unos derroteros que rompe estas ilusiones”, dice, preocupado por la división que sufre la actual sociedad catalana: “En algunas familias o entre amigos no se puede hablar de ciertos temas políticos; y eso es muy triste”.

Más que jotas y cocidos
Con el periodo democrático y el auge de los partidos políticos, los diferentes miembros se fueron ubicando en ellos como mecanismo de transformación: “Los partidos vinieron a hacer proselitismo a la Unión Extremeña para llevarse a mucha gente”. Inevitablemente el papel de estas entidades cambió. En cualquier caso, Guerrero realza el papel ciudadano y por la comunidad de estas entidades, más allá de su vínculo con Extremadura: “Lo más importante es que no desaparezcan. Nos gustaría que pasaran a ser entidades ciudadanas, como lo que venimos ejerciendo, imbricadas en sus pueblos y aprovechar todo el potencial que tenemos […] Lo nuestro no era solo recordar que era la jota y el cocido”.

Con el objetivo de hacer visible la riqueza extremeña en Cataluña, la FAEC organiza cada año las Jornadas Extremeñas en Cataluña que, de nuevo, este año se ha celebrado en el Parc Nou de El Prat de Llobregat. III

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