Las Navidades están a la vuelta de la esquina y nos traerán, como siempre, grandes momentos con la familia y amigo, pero también excesivas comilonas. ¿Sabías que en estos días podemos engordarnos hasta cuatro kilos? Las comidas de empresa se suman a las celebraciones con la familia en mesas, en las que no faltan los suculentos aperitivos, irresistibles turrones y polvorones, y los cócteles.
Cuando aún no se han acabado las celebraciones, empezamos a arrepentirnos y el 31 de diciembre formulamos ese repetido propósito de ‘este año iré al gimnasio’. Para que podamos disfrutar de las fiestas sin demasiados excesos os presentamos los mejores consejos para las comidas navideñas que nos ha facilitado Rosa Ordoyo, nutricionista de la Clínica Dorsia.
Antes de empezar, un apunte: no vamos a convertir la Navidad en unas sesiones controladas de alimentación; simplemente queremos disfrutar de los manjares, sin sentirnos pesados y agobiados. La propuesta es que nos mantengamos en nuestro peso, en el que queramos, cometiendo pequeños ‘delitos’ pero sin pasar todos límites.
Lo que NO deberías hacer
- Abusar del dulce. Reserva los bombones, turrones y polvorones para los días señalados. Así los cogerás con muchas más ganas. Recuerda que si has comido bien, no tendrías que caer siempre en el plato con más azúcar.
- Los embutidos sí, pero con cuidado. El maravilloso plato de entremeses que siempre apetece, sobre todo si es ibérico, tiene muchas calorías. Además los precocinados que le acompañan son ricos en grasas saturadas.
- El alcohol: el enemigo. En las Navidades, nos pasamos el tiempo brindando, casi siempre con copas llenas de vino, cava o vermut, eso sin hablar de los chupitos digestivos y de los cócteles (que substituyen al café). Nos gustan sí, y no vamos a dejar de brindar, pero el alcohol también engorda (aunque no lo parezca).
- No te saltes comidas. Típico: llega la noche del 25 de diciembre y como has estado todo el día comiendo y bebiendo, no tienes hambre. Siempre es mejor tomar algo ligero que suprimir una comida, pues eso desestabiliza nuestro cuerpo.
- El problema de la generosidad. En estas fiestas, tendemos a pensar que ‘la gente se va a quedar con hambre’ y aparecen unos platos rebosantes ante unos comensales que están saciados. Y cuando somos nosotros los comensales tendemos a repetir, alegando que “está tan bueno”. No pasa nada por quedarse con ganas, sin atiborrarnos.
Lo que SÍ deberías hacer
- Diseña un menú con antioxidantes, pues contrarrestan los efectos adversos del alochol, la grasa y el azucar. Una apuesta genial es una ensalada con granada, aguacate, arándanos, uvas rojas, cerezas, nueces y pasas.
- La fruta y la verdura siempre reinan. Configura una bonita fuente de frutas para adornar la mesa, y verás como se sentirán tentados por una manzana verde con piel o por unas uvas. La lechuga, el canónigo, la recula o la endivia son muy acertadas como base para un plato de marisco frío. Piensa en una buena presentación para introducir estos alimentos tan saludables y necesarios para nuestro organismo.
- El pescado es la mejor opción y si quieres carne, apuesta por la de ave (un buen pollo o pavo). El pescado al vapor o al horno contiene proteína y minerales y no tienen calorías.
- Mejor cocinar con poca sal. Así favorecemos la retención de líquidos y la hinchazón.
- Sácale el máximo partido a la conversación y come despacio. Saborea cada bocado, y disfrutarás más de cada plato.
- Sal a pasear cuando puedas. Después de los banquetes, anímate a dar un paseo o volver a casa caminando (si la distancia lo permite). Cuando nos excedemos en la comida, nos sentimos cansados y preferimos estar sentados en el sofá con la manta: ERROR. Es mucho mejor ir a caminar, con tranquilidad y disfrutando del ambiente navideño, así facilitaremos la digestión.
- Bebe mucho agua entre las comidas. Será la forma de que caigamos, con demasiada frecuencia, en nuestra copa de vino o de cava.
Lea la noticia completa en BellezaActiva.com