Un gobierno ha de tener siempre presente que gobierna para los ciudadanos. Puede parecer una obviedad, pero muchos gobiernos, especialmente cuando se perpetúan en el poder, tienden a olvidarlo. Esto es lo que está sucediendo en L’Hospitalet.
Tras 40 años gobernando la ciudad, el PSC de Núria Marín ha acabado confundiendo el Ayuntamiento con su propio cortijo y su acción de gobierno no está centrada en las necesidades de los hospitalenses.
De este modo, el gobierno de Núria Marín acaba de adquirir una nave industrial por 700.000 euros para que una empresa privada monte una sala de música en vivo al lado de su actual local, motivo por el cual el ayuntamiento ha pagado un sobrecoste de 83.680 euros, según datos de los propios técnicos municipales. A esto habrá que sumarle lo que cueste la reforma del local y la subvención anual que ya tienen comprometida de 70.000 euros. En resumidas cuentas, un montón de dinero público para beneficiar a una empresa privada.
Esto es un agravio para el resto de empresas de la ciudad que no recibirán jamás semejante ayuda de su Ayuntamiento y que están acostumbradas al desdén del gobierno municipal (sin ir más lejos, una empresa con medio siglo de historia en L’Hospitalet tuvo que marchar porque el gobierno de Núria Marín se obcecó en quitar la zona de carga y descarga de su calle). Sin embargo, el agravio es, ante todo, con el conjunto de los ciudadanos de L’Hospitalet que ven las carencias de los barrios o de los servicios sociales mientras los limitados recursos del Ayuntamiento son derrochados en los caprichos de la alcaldesa.
Y esta es la cuestión: los recursos del Ayuntamiento hay que administrarlos con prudencia porque provienen del trabajo de los ciudadanos. Mientras Núria Marín se gasta dinero público en una sala de música en vivo de una empresa que imaginamos afín, sube un 22% los servicios integrales más económicos de la funeraria municipal, el servicio al que necesitan recurrir las personas con menos recursos. La política es una cuestión de prioridades y está claro que las de Núria Marín no son las necesidades de los ciudadanos de L’Hospitalet. III