Cualquiera que haya visitado recientemente Castelldefels podrá comprobar el lamentable estado de sus calles.
No se trata simplemente de una planificación urbanística que durante años hizo que se creciera de manera caótica sin plan de ciudad, sin dotar a los barrios de los servicios y equipamientos que todos necesitamos, sino que incluso, en el propio diseño de las calles, no se tuvo suficiente altura de miras para dotar las calles de la amplitud necesaria.
Ahora, vemos como muchas aceras son deficientes, en mal estado, sin accesibilidad para aquellos que la necesitan. Palos de luz, árboles o farolas cortan el paso en muchas ocasiones.
Aceras levantadas por árboles que no son propios para un entorno urbano, cables de teléfono que vienen y van de un lado a otro de la calle creando una telaraña que no sólo daña a la vista afeando la ciudad, sino que llegan a provocar molestias a los vecinos.
Durante muchos años, el crecimiento desmedido no tuvo fin. Las grúas marcaban el “skyline” de la ciudad que desaparecieron antes de estallar la burbuja inmobiliaria, no por ser precavidos, sino porque el suelo urbanizable en Castelldefels había llegado a su fin.
Todavía hay proyectos que siguen generando incertidumbre en el vecindario, como es el proyecto de urbanización de Can Vinader que podría convertir el entorno del Castillo en un nuevo muro de piedra y cemento que rodearía el castillo. Nuevas viviendas que sustituirían los árboles y el entorno natural del que todavía hoy gozamos. Se deben buscar fórmulas para poder conciliar el entorno natural que tenemos con los espacios que la ciudad requiere para poder seguir creciendo.
Cierto es que ya son demasiados los vecinos que tienen que abandonar nuestra ciudad porque no pueden pagar los elevados precios de alquiler y venta de la vivienda. Una nueva burbuja inmobiliaria ha llegado a la ciudad sin que el gobierno municipal plantee una sola propuesta para que esas personas, vecinos de Castelldefels de toda la vida, no tengan que marcharse a vivir fuera.
La ciudad necesita un gobierno que se ponga manos a la obra. Que se recuperen espacios para vivienda a precio asequible, o bien, que se busquen fórmulas de colaboración público-privada para poner en circulación viviendas de grandes tenedores que pudieran estar vacías. Hay que darle soluciones ya a muchos jóvenes que para acceder a una vivienda han de marchar fuera, o a los cientos de personas mayores que con una pequeña pensión no pueden llegar a final de mes. III