Hablamos con el filósofo hospitalense Antonio Fornés sobre su nuevo libro, en el que propone una aproximación a la materia de manera divulgativa y amena.
“¿Que para qué sirve la filosofía? Pues realmente para nada”. Nada más empezar, Antonio Fornés deja caer la bomba, sin paños calientes. El escritor hospitalense nos habla de su último libro, Viaje a la sabiduría, que propone un acercamiento a la materia a través de pequeños episodios o cápsulas filosóficas, inspirados en el programa ‘Viaje al centro de la noche’ de RNE, en el que participa. ¿El objetivo? “Pensar y hacer reflexionar sobre el mundo”, responde.
Le recordamos que la filosofía está de actualidad, tras la petición de todos los grupos del Congreso al Gobierno para que vuelva a ser troncal en Secundaria, después de los años grises de la Ley Wert. Fornés lo celebra sin mucho entusiasmo, puesto que considera que el problema va mucho más allá. Y es que la gente no lee filosofía, la considera aburrida. “La filosofía no es aburrida: es la vida misma”, responde con ímpetu. “No sirve para nada porque es un fin en sí misma, pero te transforma como individuo”.
La filosofía como manual para la vida
Fornés ve la filosofía como una materia básica que ha de servir tanto a un ingeniero como a un historiador, pasando por un fontanero. “La filosofía es necesaria para comprender el mundo”, añade. Un mundo, prosigue, inmerso en una modernidad “deshumanizadora”, en la que todo lo queremos de manera inmediata y, pese a vivir “en el mejor de los posibles mundos”, nos sentimos muy solos y sufrimos. Lo dice mientras en una mesa a sus espaldas un niño pequeño toquetea el móvil y una mujer adulta, presumiblemente su madre, se entretiene a la salida del cole con pasatiempos. Y así pasan más de media hora, hasta que marchan sin casi dirigirse la palabra.
“Vivimos voluntariamente sumergidos en el gris”, reza un capítulo de su libro. Con todo, una obra que supone una gran oportunidad de aproximarse a la filosofía desde una perspectiva divulgativa, con conceptos concretos y fáciles de comprender. Un primer estadio que ha de servir de punto de partida para iniciar nuestro particular viaje a la sabiduría que rompa con el gris y el ritmo frenético en el que nos hemos adentrado como sociedad.