Los días de confinamiento que ahora tocan su fin dieron aparentemente para pensar mucho a los gobernantes de Castelldefels, que tras mil y una desavenencias y peleas internas por el reparto de poder, decidieron dar por finiquitado el pacto que suscribieron socialistas, comunes e independentistas tras las elecciones municipales que ganó nuevamente el Partido Popular.
Aquel pacto que hizo alcaldesa a la socialista que había sido derrotada en las elecciones, ha demostrado que era simplemente un acuerdo de conveniencia para barrar el paso a los populares.
La ciudad se encuentra en una fase de parálisis extraordinaria antes jamás conocida. A la falta de iniciativa y proyectos propios, cabe sumar la mala gestión del día a día de la ciudad. La última gran ocurrencia del ejecutivo local consiste en suprimir 300 plazas de aparcamiento en el centro de la ciudad, el último reducto de parking gratuito que quedaba en la arteria principal que discurre a través del centro urbano. Los vecinos han dejado de tener un espacio vital para dejar sus automóviles cerca de sus domicilios al tiempo que los comercios de la zona denuncian una perdida de clientes y de facturación dadas las dificultades que tiene la zona para estacionar.
Y es que poco o nada se está ayudando al maltrecho comercio de proximidad que después de estar prácticamente cerrado tres meses por la pandemia del COVID-19, ahora ve en esta nueva medida un nuevo ataque frontal a su supervivencia. Lejos han quedado las promesas electorales de construir aparcamiento soterrado en diferentes plazas del centro como podría ser la Plaza de la Iglesia, Pau Casals o la Plaza de la Estación. No se han dotados de nuevos espacios lo que impide poder aumentar la zona comercial a través de la peatonalización de más calles céntricas.
La falta de liderazgo en el gobierno, las denuncias de boicot a proyectos municipales y las acusaciones de mentiras a la ciudadanía que se han producido en el pleno municipal por parte de los antiguos socios del gobierno han ensombrecido aun más la gestión local que sigue sin investigar los presuntos delitos. Un gobierno muy débil en clara minoría del PSC con su único apoyo en los independentistas preocupa aún más. Se teme que con la llegada de las elecciones autonómicas en otoño, se vuelva a dinamizar el gobierno con nuevas salidas de regidores del ejecutivo y la situación se haga más insoportable todavía. Mientras tanto, los vecinos lamentan que no pueda disolverse el Consistorio y anticipar unas elecciones municipales que permitieran recuperar la cordura y el pulso a la necesaria gestión de los problemas que tienen los vecinos, como es la falta de empleo, la crisis económica y social, la dificultad para encontrar vivienda, la inseguridad ciudadana o la limpieza. III