Observo con estupor el clima de crispación y violencia que se está gestando en las calles. Escribo justo en la semana de las duras manifestaciones callejeras: quema de mobiliario urbano, ataques a comisarías o a los mismos policías y saqueo a algunos comercios. Un panorama triste y preocupante cara al futuro.
Mi grado de indignación crece en la medida que escucho a algunos políticos o medios de comunicación que teniendo el deber y la responsabilidad de apagar este clima de intolerancia y agresividad, no lo hacen. No puedo entender que algunos dirigentes políticos (elegidos por el pueblo) incendien las manifestaciones con comentarios puramente electoralistas; desde la acusación directa a los métodos utilizados por la policía, hasta la justificación de los actos en nombre del derecho de manifestación.
Algunos de estos políticos no merecen representar la soberanía popular, anteponen sus intereses particulares (de partido) a la defensa de una convivencia en paz y sin la semilla del odio, el resentimiento y la venganza.
Es evidente que hay mucha decepción, desarraigo y falta de perspectiva de futuro para muchos jóvenes. Este caldo de cultivo no puede ser manipulado interesadamente por políticos sin escrúpulos que lo únicos que pretenden es acomodarse en la “casta”.
La sociedad actual tiene muchas carencias que la pandemia ha visibilizado. Las ideologías se están impregnando de un tinte peligroso de excluir a todos aquellos que no comparten su visión. Incluso algunos de los medios de comunicación juegan desde una parte dirigida políticamente, son incapaces de informar y denunciar lo que es obvio para la mayoría.
Una mención aparte la quiero dirigir a las fuerza y cuerpos de seguridad del Estado. Están siendo tratados con una escadalizante injusticia. Para algunos de estos políticos o pseudo- periodistas, sólo se condenan la actuación policial, convirtiéndolos en el problema. No denunciando la extrema violencia que ejercen estos grupos de antisistema, hacemos un flaco favor a la convivencia. La policía debe ser defendida, tanto por su presencia como por aquello que defienden en nombre de la ley.
De todo lo que he escuchado en los medios de comunicación, destaco la aportación de un “mosso d’esquadra” que desde su experiencia respondió ante la pregunta interesada de un periodista sobre los cambios de protocolos policiales, con la siguiente respuesta: deberíamos sentirnos más preocupados por lo que hemos de cambiar en la sociedad, y en concreto por estos jóvenes violentos. III