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La pobreza postpandemia

Por Fernando Martín
domingo 05 de diciembre de 2021, 17:38h

La pobreza ha aumentado en España en dos millones y medio de personas respecto al año 2018. Se estima que 11 millones de personas se encuentran en situación de exclusión social y más de 6 millones en situación de exclusión severa.

El crecimiento de la pobreza en un año y medio es uno de los más terribles impactos de la pandemia. A la problemática situación económica ya constatada en 2018, ahora se añaden cifras más preocupantes. Lo peor es el incremento del colectivo crítico, los que viven las situaciones de pobreza extrema, de exclusión moderada a severa. Representan unos 6 millones de personas, son la sociedad expulsada, quienes no cuentan con familias o mecanismos de protección social. Las llamadas colas del hambre durante la pandemia fueron el tsunami visible de las carencias materiales graves en las familias. Las cifras sobrepasaron los datos previos de 2020 de la encuesta de condiciones de vida que hace el INE, en la que se informaba de 2,5 millones de personas que no se podían permitir una comida de carne o pescado cada dos días.
El pésimo escenario social prepandemia con un modelo productivo crítico y la reducción de políticas sociales se ha deslizado a la precariedad. Los derechos más vulnerados en la familia son empleo y vivienda. El sobreesfuerzo económico en gastos que se incrementan y el trabajo precario o ausente empujan hacia una pobreza severa, sin garantías para cubrir necesidades básicas de alimentación o vestido. A esto se suma también la dimensión de la salud. La insolvencia económica para necesidades médicas, especialmente en las familias que tienen que afrontar situaciones de dependencia.
La coincidencia de todos los informes es que la desigualdad crece. Además de los colectivos más frágiles como los jóvenes y los emigrantes, se asomaron también al riesgo de pobreza, los hogares con mayores de 45 años como cabeza de familia, incluso aquellos con nivel de formación medio o alto. Según un informe del Banco de España de 2020, un rasgo diferenciador era que, si bien en otra época el nivel de estudios favorecía algo frente a la pobreza, ahora ha crecido la exclusión en hogares encabezados por una persona con estudios universitarios. También se ha visto que la llamada brecha digital es un factor que ha contribuido a la exclusión; en un periodo de confinamiento domiciliario el entorno digital ha resultado clave. Los hogares y familias sin conexión o sin habilidades suficientes para conectarse han quedado excluidos de oportunidades.
La pandemia ha inclinado la balanza negativamente tanto en aspectos educativos como de salud, empleo y relaciones sociales. Ante este desolador panorama no ha sido suficientemente eficaz el sistema estatal de garantías, el ingreso mínimo vital, la medida no llega a todos por obstáculos como el trámite para solicitarla, más de dos tercios de hogares con pobreza severa no la han solicitado o se han encontrado con obstáculos telemáticos. En el horizonte queda un difícil panorama para remontar. III

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