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Paso a Paso

miércoles 18 de marzo de 2015, 06:35h
La ciudad de Lleida fue, a finales de febrero, el epicentro de la conmemoración de los 25 años de ‘síndics’ locales.
No fue un encuentro para la nostalgia. Al contrario, sirvió para mostrar el largo recorrido de una institución que se asienta en la sociedad como un baluarte en la defensa de los derechos de las personas.

Mirar al futuro. Ésta es la clave de cualquier proyecto y el mensaje más claro del aniversario. Andar paso a paso y afianzar el recorrido desde la proximidad al ciudadano. Dos ideas que resumen perfectamente el trabajo de los defensores locales en sus respectivos municipios.

Se ha hecho mucho camino, pero no es suficiente. Hasta ahora, que exista o no esta figura es potestad de los poderes locales. Nadie les obliga, hasta el punto que ciudades con realidades sociales y perfiles políticos semejantes tienen o carecen de ‘Síndic’ sin justificación aparente. Ocurre en el Baix Llobregat y pasa en otras comarcas catalanas.

La futura Llei de Governs locals, que debate el Parlament de Catalunya, debería acabar con esta discrecionalidad. Si se parte de que un ‘Síndic’ no es un jarrón chino que hace las delicias de los visitantes sino una institución que garantiza los derechos de las personas en sociedades democráticas cada vez más complejas a qué viene demorar su institucionalización a través de una norma de rango superior.

En un momento en que hay un claro alejamiento de los ciudadanos hacia las instituciones que los representan, la figura del ‘Síndic’ emerge como una de las mejores vías para recuperar la confianza. El ‘Síndic’ municipal es sinónimo de confianza y de calidad democrática y una buena prueba de ello son las 17.254 actuaciones que la cuarentena de defensores locales que hay en Catalunya realizaron durante el 2013 entre consultas, quejas de los ciudadanos y actuaciones de oficio.

Este dato podría ser un dato concluyente para rematar la conmemoración de los 25 años de existencia, pero no es el momento de la autocomplacencia. Queda mucho trabajo por hacer. Hay que ganarse la complicidad del ciudadano día a día. Sobran ejemplos que bullen en la cabeza de cada uno, enmarcados en la mayoría de los casos en la funesta crisis económica que se ceba en los más desfavorecidos. En uno de los periódicos encuentros que realizamos los ‘Síndics’ locales para poner en común nuestro trabajo el Defensor de la Ciutadania de Girona, Ramon Llorente, sintetizó las funciones de un ‘Síndic’ en cuatro puntos: humanizar las normas, flexibilizar la burocracia, hacer de intermediario con las autoridades y ser una garantía en la defensa de los derechos de los ciudadanos.

Lleida fue el primer municipio de Catalunya que se dotó de esta figura tal como la conocemos en la actualidad, con atribuciones perfectamente definidas y absolutamente independiente del poder político. Aquel primer paso sigue dando frutos. La celebración de los 25 años es el mejor ejemplo. III
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