Resulta curioso comprobar cómo, desde la segunda mitad del siglo XIX y hasta las primeras décadas del XX, el interés por ordenar los espacios públicos partía sobre todo de los propietarios de las casas. Es el caso de la familia Oliveras, que en 1907 promovió el trazado de la actual Rambla.
Con la implantación de las dictaduras, el Estado asume el mando y se realizan las primeras planificaciones públicas. De esta época destacan el primer plan de toda la ciudad, realizado en 1926 por el arquitecto municipal, Ramon Puig i Gairalt; o el Plan Comarcal de 1953, que afectaba a 27 municipios del área metropolitana de Barcelona. Es entonces cuando se confirma el papel de L’Hospitalet como “municipio totalmente urbanizado para acoger industria y población inmigrante”.
En la exposición se explica también que la práctica política de entonces se basaba en la recalificación de terrenos “para aumentar su edificabilidad y, por tanto, el beneficio de las empresas de la construcción, a costa de la calidad de vida de los habitantes”. Y señala también cómo en ese momento los vecinos comenzaron a organizarse para impugnar los planes oficiales y plantear alternativas. Llama la atención la cantidad de revistas que se publicaron entonces y algunas movilizaciones, como la plantada de árboles realizada por la Asociación de Vecinos Ildefons Cerdà de Gran Vía Sur.
La llegada de la democracia implica la elaboración del Plan General Metropolitano en 1976, que incluía algunas reivindicaciones populares como una reducción del ritmo de la construcción y la reserva de espacios para equipamientos. La sucesiva aprobación de Planes Especiales va a permitir reordenar “la terrible herencia” franquista, con grandes inversiones como el soterramiento del Carrilet (1985-1987) y las líneas eléctricas de alta tensión (1993).
La época actual se abre con el Plan L'H 2010, una iniciativa que pretendía dar lugar a la segunda transformación importante de L'Hospitalet, con cambios significativos en la “Puerta Norte” y “Puerta Sur”, y cuyo símbolo más destacado es la Plaza de Europa, inaugurada en 2007. En ese momento surgen voces preocupadas por las zonas verdes de Can Rigalt y Cal Trabal que perviven todavía.
De hecho, el recorrido concluye con los proyectos actualmente vigentes, entre los que destacan el Biopol´H o distrito biomédico alrededor del Hospital de Bellvitge; el Distrito Cultural, en el centro de la ciudad; y el Plan Director Urbanístico Gran Vía – Llobregat, en el sur del término municipal. Este último constituye “el gran debate urbanístico del momento”.
Indignación popular ante la aprobación del nuevo PDU
El debate urbanístico de la semana, para ser más precisos, pues justo este viernes la Comissió Territorial d'Urbanisme de la Generalitat ha aprobado el nuevo Plan Director Urbanístico Gran Vía - Llobregat, tal y como avanzó en exclusiva El Llobregat. Al tratarse de una aprobación provisional, las personas y entidades interesadas pueden presentar alegaciones y contribuir a su modificación, una vez más.
Sin embargo, vecinos y miembros de la plataforma No més blocs-Salvem L’Hospitalet se hallan indignados. En primer lugar, porque se han enterado por la prensa y no por las administraciones. En segundo término, porque sólo se ha convocado a los portavoces de los grupos municipales y no a los afectados. El cambio a última hora del lugar de la reunión entre los representantes del Departament de Territori i Sostenibilitat y el Consistorio no ha hecho sino enfadar aún más a quienes se congregaron ante las puertas del Consorci de la Gran Vía el pasado 6 de julio, ya que, según fuentes vecinales, el portavoz del PSC, Francesc Belver, impidió la entrada a dos representantes de la plataforma que habían sido invitados por el concejal de la CUP-PA, Khristian Giménez.
Al carecer de detalles, los vecinos todavía no pueden formarse una opinión clara del proyecto, si bien intuyen que no se han producido las “modificaciones sustanciales” que el subdirector general de Planificación Territorial y Paisaje, Josep Armengol, avanzó a El Llobregat. La CUP-PA, por su parte, ha afirmado con rotundidad que se trata de “un lavado de cara del mismo proyecto especulativo que desde la CUP-Poble Actiu denunciamos y exigimos parar”. Y ERC ha valorado el nuevo periodo de alegaciones, pero al mismo tiempo ha vuelto a solicitar la creación de una "mesa de diálogo entre administraciones, entidades y vecinos".
A esta cronista le hubiera gustado explicar los detalles del proyecto, para darlos a conocer a todos los interesados y, de este modo, pudieran formarse una opinión fundamentada. Lamentablemente, esto no ha sido posible, al menos por el momento. Como algunos ya habrán leído en la Nota de la redacción de este diario, El Llobregat ha sido excluido de la convocatoria que el gabinete de prensa del Ayuntamiento hizo a los medios de comunicación el pasado viernes 1 de julio para asistir a la presentación del proyecto el lunes 4 y poder publicar la información el viernes 8, cuando lo aprobó la citada comisión de Urbanismo. Desde El Llobregat desconocemos los motivos y no queremos aventurar intenciones, pero sabemos cuál es el resultado: nuestros lectores pierden, la ciudadanía pierde, la democracia pierde. Eso sí, no perdemos la calma y continuamos con nuestro trabajo: informar, interpretar y opinar para conseguir una ciudadanía más formada, más crítica y más participativa. Ante los vetos y censuras, más democracia y libertad.
De medios y fines
Indudablemente, resulta muy positivo que las administraciones se entiendan entre ellas, independientemente de su color político, como ha sucedido esta misma semana a propósito del PDU, pero también en la primera reunión de la denominada Comisión Mixta entre Generalitat y Ayuntamiento. Así se desbloquean -esperemos- temas de ámbito supramunicipal como las infraestructuras, la educación o la sanidad.
También resulta muy sano que las administraciones informen a los medios de comunicación de lo que quieren hacer y cómo, pues así llegan a más ciudadanos, aunque el hecho de que sólo se convoque a algunos no favorece el derecho a la información, como ya he comentado.
Y tampoco se puede negar que en una democracia del siglo XXI resulta vital que vecinos y representantes políticos puedan mantener relaciones fluidas sin necesidad de recurrir a intermediarios. Yo no sé hasta qué punto se debía permitir el acceso a los vecinos el mismo día en que se reunían los grupos municipales, pero, si realmente se cree en la transparencia como vía para fomentar la participación ciudadana, entonces los afectados deben ser de los primeros en conocer los detalles de un proyecto de tanta trascendencia para la ciudad.
De otro modo, resulta muy complicado creer a la alcaldesa cuando, por ejemplo, en la presentación del proyecto L’Hospitalet on de los barrios, asegura que quiere abrir un “proceso abierto, sincero y real, que no sabemos dónde nos llevará, pero que ha de servir para hacer sentir la voz de los vecinos y vecinas". Está previsto que este proceso “participativo” se inicie en octubre de este año, cuando se convoque el Consell de Ciutat, y finalice en 2018, cuando se comunicarán los resultados.
Todos comprendemos que resulta necesario un cierto orden para poder vehicular la participación ciudadana, pero esperar a octubre de 2007 para escuchar la voz de la ciudadanía, cuando esta reclama ser atendida ya, no revela nada positivo. Es más, resulta contradictorio, por no decir hipócrita, montar una exposición que pretende abrir las ganas de participar en un debate urbanístico y cerrar la puerta a quienes se han animado. El fin no justifica los medios, como bien nos han enseñado los gobiernos autoritarios. O vísteme despacio que tengo prisa, como reza el dicho popular.
L'Harmonia acoge estos días otra exposición titulada "Color, forma y volumen", cuya novedad estriba en que puede ser disfrutada por personas con discapacidad visual y sonora. El director del Museu, Josep Maria Solias, ha destacado que con esta iniciativa se avanza hacia la eliminación de barreras y se facilita la accesibilidad física y cultural de toda la población. Ojalá que también se eliminaran todas las barreras políticas, y periodistas y ciudadanos pudiéramos disfrutar del acceso universal a la información y la participación democrática. De lo contrario, mucho me temo que se pierde la armonía, se generan conflictos y se deshace una ciudad.